viernes, 26 de octubre de 2007

Maruja Life


La marquesa de Esparraguera está triste, qué tendrá la marquesita? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, pues el verano ya es ido. Adiós a los lucidos saraos, a las fiestas hasta el amanecer. Surcar carreteras secundarias en su Corvette, aperitivos en el yate de algún apuesto jeque árabe, noches de satén en Montecarlo, boîtes demodés en el hotel D. Pepe. Todo esto puede hacerse en cualquier época, pero Putita es en verano cuando más disfruta de su vida de ociosa vocacional, aventurera de la alta sociedad, siempre en busca de “algo más”.

Así que cuando los días empiezan a menguar entra en un hastío existencial del que es difícil sacarla. Pero este año la tecnología ha venido en su ayuda. Ha conocido Second Life y todo un nuevo universo de posibilidades nunca imaginadas. Vivir otras vidas, ser otra persona, lo que siempre te habría gustado ser, ahora al alcance de cualquiera.

Putita lo tuvo muy claro. Nada de personajes exóticos o extravagantes. O si, porque para nuestra marquesita no hay nada más raro y extraño que una maruja. Decidido, iba a ser maruja. Experimentar la pereza y soñolencia que produce levantarse a las siete de la mañana. Bregar con tres churumbeles que no se toman el desayuno mientras el marido se va a la obra. Chillar con la vecina del primero para que le devuelva las bragas que se le han caído al patio. Sisar en las compras, jugar en las tragaperras. Esas escapaditas al bingo. Ella que nunca ha visto una lechuga fuera de una bandeja de plata, yendo a comprar a la frutería entre mujeres vestidas como los pobres de la tele. Cocinar una cosa blanca que dicen coliflor y que tiene pinta de saber a rayos.

Todas estas pequeñas tareas diarias a Putita se le antojan experiencias de alto riesgo. Quien nunca ha tenido problemas de dinero, lidiar con una hipoteca es una complicada hipótesis. Tener solo un pequeño armario para su ropa algo de ciencia ficción. Pero está enganchada a su avatar de maruja y no ve llegado el sábado para ir con los cuñados a hacer una barbacoa, y el domingo a comer rabas por los bares del barrio o tomar café en la degus de la esquina con las amigas y despellejar a diestra y siniestra.

Putita ya no va a la ópera, ha desatendido ACDC, su asociación para caniches, no se le ha visto en la semana de la moda de París; todo su tiempo lo dedica a vivir con el lumpen proletario, disfrutando de las fuertes emociones de la gente gris y vulgar. Se van a morir de envidia cuando se lo cuente a sus amigas.

No hay comentarios: