La vida es un
deporte de riesgo, no en vano nadie sale vivo de ella. Pero los hay que apuran
sus posibilidades al máximo. Son tantos los peligros que nos acechan desde que
nuestra madre nos echa al mundo que parece mentira que la podamos contar.
Enfermedades, terremotos, gobiernos, todo se vuelve hostil a nuestro alrededor.
Pero los hay que nunca acaban de ver el peligro y dan un paso más hacia el
abismo. Hablamos de la gente casada, los que ligan su destino al de otro
congénere para abrir la caja de Pandora.
Hay seres que no
contentos con sus propias desgracias cargan también con las ajenas. Además de
disfrutar del espíritu protector de su madre se regalan con la mirada
reprobadora de la suegra. Junto al hermanito que vuelve a casa por navidad a
gorronear estará el cuñado que le sablea todos los fines de semana, sin
olvidarnos de los inefables primos del pueblo y su torpe afán de visitar a tu
media naranja siempre a contrapelo. Dejamos de lado los eternos tiras y aflojas
entre la pareja unida por el vínculo matrimonial pues daría para escribir
varios tratados y no llegar a acuerdo alguno.
Por ello el
anuncio de que un joyero de Iowa regala un fusil a los novios que se gasten más
de 1999 dólares en un anillo de compromiso parecería algo normal en la mentalidad
armamentística yanqui, pero la noticia tiene más chicha de la que parece.
Aunque el joyero dice que el fusil es para que el novio vaya a cazar ciervos,
en verdad lo que quiere es darle un arma con la que defenderse en la selva del
matrimonio, donde solo se aplica la ley del más fuerte. Otra cosa es que sea
suficiente, porque la caza mayor es un juego de niños comparado con una
entrañable comida familiar.