lunes, 30 de enero de 2017

Trump encebollado

cebolla trump



Por si alguien no se había enterado en este remoto confín del imperio, en la metrópoli tienen nuevo presidente. Un tal Trump es el que corta ahora el bacalao, tipo que concita el rechazo de amplios sectores tanto en su país como en todas sus colonias. Lo más suave que le han dicho es populista, epíteto tan de moda, además de racista y machista. Aunque no crea en el calentamiento global hay que reconocer que sabe caldear el ambiente. Llegó a la presidencia con la promesa de ponerle puertas al campo, reto a la medida de un magnate de la construcción. Otra cosa es que de puertas para adentro muy pocos se creen sus fanfarronadas. Ya se echa de menos al cool de su predecesor. Obama bombardeó medio oriente medio y casi nos cuela un tratado de libre comercio que se pasaba por el forro derechos de trabajadores y estados, pero su talante progresista hacía menos daño a las conciencias bien pensantes.
Con Trump llega a la casa blanca uno de los suyos, uno de esas amplias capas medias americanas donde la vulgaridad y la chabacanería son moneda corriente. Es el yanqui que eructa satisfecho mientras su jugador preferido llega a la tercera base, que recela de todo lo que no sea blanco y protestante, que ve complacido que uno como él, que llama a las cosas por su nombre, sea el que manda. Porque Trump, a pesar de venir de familia de pasta, encarna la mediocridad triunfante, la sordidez rampante.
Mientras tanto, la resistencia se organiza. Una iniciativa surgida en Twitter intenta que un perfil liderado por media cebolla metida en una bolsa de plástico tenga más seguidores que la cuenta del presidente. Parece que el repeinado no tuvo tantos espectadores como le gustaría en su toma de posesión, y ahora quieren aguarle la fiesta intentando que la cuenta cebollera le supere en seguidores. Ya se acercan a los 750.000, lejos de los 21 millones del presi, pero nos gustaría ver la jeta de cemento que se le queda al contratista metido gobernante al ser superado en Twitter no por una cebolla sino por media. No se echará a llorar, pero quizás le escueza.