En el mundo
del balón pie hay gente con la mano muy larga. Dejaremos de lado el
conglomerado mafioso de la FIFA o las piruetas contables del Barça porque
tantos ceros a derecha e izquierda nos marean, y hablemos del antiguo presidente del Castellón, José Luis Laparra, que tras dejar al club de
sus amores con el culo al aire ha continuado con sus chuscas actividades hasta acabar con sus huesos en
prisión, esta vez por un supuesto filtro de amor infalible.
En el
planeta fútbol no todos tienen la mirada pícara de Messi o las hechuras de
chulopiscinas de Ronaldo. Los hay del montón como Laparra, enamorado y no
correspondido. Así que contrató los servicios de una pitonisa que le preparó
una pócima de amor. Tenía que lavarse
con un agua que había estado cuarenta días con unas flores dentro y luego
frotarse el cuerpo con tierra de un cementerio para que la ingrata bebiera los
vientos por él, o al menos suspirar de vez en cuando por el directivo. La
celestina le endosó una factura de 165 mil euros por sus servicios.
Pero pasó
lo que tantas veces, no se sabe si no se frotó bien el sobaco con la tierra del
cementerio o no se mojó detrás de la oreja con el agua milagrosa, el caso es que la ingrata por la penaba
siguió pasando del expresi como de pisar mierda.
En esto de
los filtros de amor nosotros siempre hemos optado por dejar macerar una braga
de la interesada un mes en agua de borrajas,
que no hay nada que motive más a las chicas que les pidan prestada ropa
interior para hacer guarradas. Pero se ve que el amigo José Luis es nuevo en
tales menesteres y con las prisas del enamoramiento se dejó engañar. El caso es
que mosqueado se presentó con cuatro colegas,
todos con las caras tapadas, en
el domicilio de la bruja dispuesto a recuperar la talegada que había pagado. Mientras el padre les daba
largas en el salón, la hechicera, que no tenía a mano ningún conjuro ni
maldición con los que ahuyentar a los allanadores de moradas, se metió bajo la
cama para llamar a la guardia civil, que
personados en el lugar se los llevaron a todos palante.
Laparra ha
aceptado una condena de seis meses de trullo por subirse a la parra e intentar tomarse
la justicia por su mano, además de una
pequeña multa. Eso sí, ha jurado que él
invirtió el dinero en el negocio de videncia de la pitonisa, no en ningún filtro. “Que haya pagado 165 mil
euros por amor es una barbaridad” ha declarado.
Y le creemos, que en cualquier
puti le harían mejor precio.