lunes, 19 de noviembre de 2018

Quitarse años

de 69 a 49

Siguiendo con los tópicos rancios, hoy veremos como le dan la vuelta cual calcetín al adagio el amor no tiene edad. Emile Ratelband es un holandés de sesenta y nueve años que según él todavía está de buen ver. Tanto, que en aplicaciones para ligar tipo Tinder el galán se las lleva de calle, y más que pillaría si a muchas no les echara para atrás la pila de años que acumula. El médico le ha dicho que pasaría por un hombre de cuarenta y nueve, así que el bueno de Emile ha decidido cambiar su edad real por la que aparenta, exigiendo en el juzgado que en su carné de identidad figuren solo cuarenta y nueve primaveras.
Todavía están estudiando el asunto, pero a priori pinta mal para nuestro don Juan. En el caso de que atendieran su demanda y la peña pudiera quitarse o ponerse años a voluntad, esto iba a ser un cachondeo. Desde luego, sería la manera más fácil y barata de lograr el elixir de la eterna juventud. Veríamos mozas de dieciocho años con tacatá, muchachos en flor con cachava y dentadura postiza, niñatos en la edad del pavo con alzhéimer, o galas de la MTV llenas de adolescentes desquiciadas escuchando a Lady Gaga con Tena Lady. Los geriátricos estarían controlados por pandilleros que se citarían en el comedor para una batalla campal a base de puré y Lorazepam. Podrías darte el lote con una menor de edad que recibió la primera comunión con la duquesa de Alba, o irte de vacaciones con un veinteañero que hizo la mili con Millán Astray.
En fin, que cuanto más joven, más pellejo. Los únicos que saldrían ganando de todo esto sería los de la seguridad social, pues nadie iba a llegar a la edad de jubilación. Pero siempre habría vagos que a los dieciocho se pusieran sesenta y cinco a ver si pillan una pensión.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Amor, amorcillas hueles





El amor es el tema recurrente de gran parte de la literatura. Sobre tan sublime sentimiento es difícil decir nada que no haya sido mil veces repetido. Que  sin tu media naranja no estás completo, que contigo pan y cebolla, que somos una unidad de destino en lo personal, o que así, así no te querrán. Si pasamos revista a los que en amar es todo su ejercicio encontramos un amplio catálogo de figurones: desde los amantes de Teruel, tonta ella tonto él, a los mortales amores de Romeo y Julieta, o el picha brava de don Juan asaltando conventos con escala y nocturnidad.
Pero un sentimiento tan complejo por fuerza presenta facetas desconocidas todavía, y aquí está la ciencia bizarra para descubrirlas. El doctor Mark Wood, de la universidad de Exeter, lidera un estudio que defiende que el sulfuro de hidrógeno en dosis moderadas ayuda en la prevención del cáncer y cardiopatías. El único problema es que el tal sulfuro se encuentra en los que pedestremente conocemos como pedos. Así, en dosis controladas, atufar diariamente a quien entregaste tu corazón hará su corazón más sano. Uno de los motivos que envenenaba a muchas parejas se desvanecerá como los cuescos generados por un copioso plato de alubias.
Gracias a tan puntera y aromática investigación superaremos el cínico aforismo de Maupassant, que afirmaba que el matrimonio no es más que un intercambio de malos humores durante el día y malos olores durante la noche. Las flatulencias dejarán de ser un flagelo y su serena degustación unirá tanto como el destino, las flechas de Cupido o la hipoteca. Y al que no le guste siempre le quedará la opción de gozar de sus propias ventosidades, uno de los pocos placeres solitarios que nos quedan.


lunes, 5 de noviembre de 2018

Arterapia


Las todopoderosas farmacéuticas se enfrentan a un enemigo inesperado, y por tanto, de cuidado. Tan convencidos están de los efectos sanadores del arte, que los médicos de Montreal podrán recetar a sus pacientes una visita al museo de Bellas Artes de la ciudad. La iniciativa en principio está dirigida a enfermos de más de ochenta años que ya no atinan ni a enfundarse unas mallas, y menos a hacer el cabra por parques y jardines, que lo de hacer deporte a ciertas edades es un ejercicio de riesgo. La cortisona y la serotonina, hormonas responsables en buena medida de nuestro bienestar, se segregan trabajando el músculo o contemplando la belleza, con la ventaja de que con la segunda opción evitas el infecto ambiente que suele rodear el deporte en general.
Confiamos que a no tardar se generalice esta idea. Habrá pacientes recalcitrantes que tanto les dará estar frente al Gernika que frente a una calle de Vallecas, pero a poco que se dejen llevar palparán los beneficios de pasear por los museos, sobre todo si se consigue que cada enfermo visualice el autor correcto. Así, Murillo y sus angelotes mofletudos serían prescripción obligada para la incontinencia urinaria. Una buena exposición de Rubens y sus jamonas obrarían el milagro ante las tiesas de las anoréxicas. Los problemas familiares se relativizan frente a Saturno devorando a sus hijos, y los egocéntricos se bajarían del pedestal al ver cualquier paparrucha de Dalí. Los bipolares se centrarían ante las mil caras del cubismo, y los delirios de grandeza se vienen abajo con una buena retrospectiva del brutalismo soviético.
Como ven, solo con la pintura se abarca un amplio abanico de patologías, sin entrar en otras disciplinas. Las reinas del orfidal y el ibuprofeno verán su negocio peligrar. Quizás en un próximo futuro en vez de investigar sobre nuevos principios activos tengan que hacerse con la obra de algún artista emergente que alivia las hemorroides, o un expresionista abstracto que neutraliza el reflujo gástrico. Nuestros cuerpos, y almas, se lo agradecerán.