Una de las bases del sistema capitalista es la optimización
de los recursos. Buena manera de conseguirlo es mediante la externalización de
servicios. Se logra con ello una contención de los gastos operativos, la
implementación organizativa y generar sinergias con otros ámbitos productivos.
Pero a veces la teoría económica se le va de la mano a la gente y acaban todos
en comisaría, como en el caso del empresario chino Tan Youhui. El hombre andaba
en pleitos con un competidor, Wei Mou. Como la cosa iba para largo y ante el
temor de perder el juicio, Tan decidió eliminar a Wei. En su empresa no contaba
con personal cualificado para semejante encargo, por lo que Tan contrató los
servicios de un matón llamado Xi para que diera matarile al molesto competidor
a cambio de dos millones de yuanes. Pero Xi no estaba por mancharse las manos,
y le pasó el encargo a Mo, otro del gremio, por un millón de yuanes. El amigo
Mo debió pensar que donde las dan las toman, y se buscó a otro hampón, Yang,
para que sacara al empresario de circulación por doscientos setenta mil.
Después de echar cuentas, Yang decidió arrendar su ganancia a otro asesino a
sueldo tocayo suyo. A estas alturas del negocio y de la historia ya no se sabe
muy bien por cuánto salía dejar tieso al empresario, pero el segundo Yang
todavía se buscó a otro para que hiciera el trabajo sucio. El último de la
cadena, después de cuatro subcontratas, fue el pobre Ling. No sabemos cuánto le
ofrecieron, pero una vez descontados gastos, aquello no daba ni para pipas, así
que siguió el famoso refrán: ellos hacen como que me pagan, pues yo hago como
que trabajo. Llamó a la víctima y le contó que lo mejor era que fingiera su
muerte, que no tenía presupuesto ni para meterle dos balas. El señor Wei llamó
a la policía, que empezó a tirar del hilo hasta sacar toda la madeja de
contratos, metiendo en el trullo a los cinco mafiosos y al empresario. En el
juicio les han caído unos tres años por barba, sin posibilidad de subcontratar
la condena.
Semejante historia pasara pronto a las escuelas de negocios
y los gurús económicos la pondrán como ejemplo de hasta donde es lícito
externalizar en aras de la optimización. Los que pensamos que semejante táctica
es una forma de precariedad les recordamos que si quieres hacer algo bien hazlo
tú mismo.