Después
de la más grande historia sobre el deporte rey jamás contada se impone unos
días de profunda reflexión, preferiblemente bajo una palmera en algún lugar del trópico.
Si no fuera posible también pueden estrujarse las meninges tras una peña de la sierra de Gata o en la ribera cenagosa
de algún agostado pantano. Nosotros erraremos hacia donde se pone el sol camino
de la verdad esférica. Agradecer a nuestros lectores la paciencia y el tiempo
que han dedicado a esta página y desearles feliz verano. Volveremos en octubre
con renovadas ganas. Mientras, una cancioncita muy estival.