El jefe de la división antiterrorista de ScotlandYard, el lince de Bob Quick, fue el otro día a informar al primer ministro sobre una redada que pensaba emprender contra unos moros muy malos. En el más depurado estilo Bond, sobre todo en lo del trasiego de martinis agitados, provocó un buen revuelo al salir del coche cuando acudía a la reunión con los papeles de la operación bajo el brazo para que pudieran ser fotografiados con nitidez hasta con móviles de medio megapixel. Tuvieron que trincar a los yihadistas de prisa y corriendo ante el temor de que se enteraran en el telediario de su próxima detención.
Ahora nos vienen con que una espía inglesa olvidó en un coche en Bogotá el bolso con un lápiz de memoria repleto de datos sobre todas las operaciones encubiertas del M16 en Sudamérica. Igual creen que es simple incompetencia pero no hizo más que seguir las normas básicas del oficio, que ya decía Poe que para esconder algo lo mejor es dejarlo a la vista de todos.
Y pensar que hubo una época, a dios gracias ya lejana, en que el homo britanicus dominaba la tierra. Pero desde la segunda guerra mundial para acá no dan una a derechas. Empezaron perdiendo el imperio y acabaron perdiendo los papeles. Y ahora no pueden correr en su auxilio Miss Marple que hace tiempo que cría malvas o Sherlock Holmes, discretamente retirado en una granja de proyecto hombre en un recoleto paraje de la campiña inglesa.
Como la gente andará acojonada viendo en manos de quien está su seguridad recomendamos medidas de choque, entre ellas poner al frente de los servicios de espionaje al príncipe Carlos, que tiempo tiene de sobra y con esos pabellones auditivos no se le escapa susurro en kilómetros a la redonda.
Vuelve el hombre de verdad, sin aditivos ni conservantes, el de pelo en pecho y mear en pared. Gayeteros y metrosexuales están huidos o recluidos en los putiferios de Tele5. Ya no es tendencia entre machos las cremas anti arrugas para el cutis, mascarillas capilares a base de diente de hiena molido, vitaminas de comino contra la barriguita, crema exfoliante para el culo y depilarse hasta los dedos de los pies.
Vacíen todas las baldas de cuarto de baño de caros e inútiles potingues y recurran a los métodos tradicionales, testados por hombres reales. Su neceser solo necesita un rollo de papel higiénico El Elefante (no limpia pero extiende) yVarón Dandy (mejor a granel que en botella de litro)
La mítica fragancia a base de almizcle y esencia de pimiento choricero es la loción ideal para cualquier circunstancia. Antes del afeitado atempera su olor animal, después del afeitado (en seco y con una cuchilla oxidada, no como el mariquita de Beckham con cinco hojas para cuatro pelos) marca el territorio con su recio aroma y en todo momento cuando necesite revolucionar las feromonas de una hembra.
Otro clásico de la higiene íntima es el rollo de papel El Elefante y su inconfundible color marrón camuflaje. Lo mismo vale para asearse tras unas aguas mayores que como dietario o para envolver el bocata. Su tacto inimitable, la pátina grasienta sobre la que fluye con igual soltura cualquier fluido corporal que la más lustrosa estilográfica, su resistencia que lo hace ideal para papel de regalo, todo en él son ventajas y a precios sin competencia. En círculos editoriales se baraja la posibilidad de que el próximo libro de Risto Mejide se imprima en tan sólido soporte.
Esto es lo que usa el macho macho man de hoy. Naturalidad y sobriedad. Dos gotitas de Varón Dandy y no sabrán a qué huelen las nubes porque huirán a su paso.
Si señores, vamos a hablar de inteligencia musical, no de la emocional con la que justificamos cualquier tipo de jugarreta. Virgil Griffith, estudiante del California Institute of Technology ha cotejado los gustos musicales de unos cuantosestudiantes con las notas obtenidas en lo que sería la selectividad USA. Los resultados son de lo más sustancioso.
Los más cortitos, los que menos calificación sacaron, se machacan los tímpanos a base de Beyonce, Justin Timberlake o el reggaetón. Los de nota normalita optan por la mediocridad: Eagles, Jimi Hendrix, Norah Jones o Elton John. Y los de buena nota se lo hacen con Radiohead, U2 o Dylan, y ya en la cumbre Beethoven, que parece ser el único autor clásico que conocen los mozalbetes de Kansas o Illinois. Adjuntamos gráfico para que sitúen a toda la fauna musical.
El asunto ahora es cómo trasladaríamos los resultados del estudio a un contexto tan cerril como el cotarro musicalespañol. Los que aprobaron por los pelos, dando el cambiazo o con chuletas la selectividad acaso son los que llenan los conciertos de Mojinos Escocidos o llegan hasta el paroxismo con los molinetes de Bisbal. Algún tipo de inteligencia tendrán, aunque sea alienígena, las huestes de las verbenas de Mago de Oz, además de los del reggaetón, que ha venido para quedarse.
Como la medianía y la vulgaridad suelen ir al alimón, los que pasaron holgados el examen pero nunca han tenido ni tiempo ni gusto para dedicar a la música compran clásicos populares tal que los llorones de Los Secretos o Manolo García y amantes bandidos como Bosé o Alejandro Sanz. Los que están a la última flipan con La quintaestación, tan empalagosos como un burrito de leche merengada, el pop sobado de Pignois o El canto del loco, ideal para usuarios de birras 0,0, Amaral y su lirismo de suplemento dominical, o ya para los que buscan alimento espiritual para su alma trascendente los atemporales Mecano (a quien no le ha entrado la risa tonta con versos tan apabullantes como “entre el cielo y el suelo hay algo/ con tendencia a quedarse calvo")
Y qué escucha la élite. Selecta música de cantautores tal que Amancio Prada y VainicaDoble, grupos indis del palo de Los Planetas, Manos de Topo, La Bien Querida o en clásico los imperecederosDebussy o Stravinsky pensarán ustedes. Pues no, que aquí el coeficiente intelectual no garantiza el buen gusto y quitando algún estirado de tránsito lento la peña da rienda suelta a su vena trash con la audición de La Prohibida, Las Supremas de Móstoles o La oreja de Van Gogh. Y ya en plan serio se decantan por la zarzuela, que donde esté Gigantes y cabezudos y La del soto del parral se quiten todas esas sinfonías y suites tan pesadas.
Para acabar con buen sabor de boca les dejamos con un tema que suponemos alcanzará su consenso independientemente del número de neuronas que tengan en activo. Ahora que el productor de la maravillosa canción, Phil Spector, va camino de acabar sus días entre rejas y que la cantante Stelle Benet nos ha dejado es hora de escuchar de nuevo Be my baby de las Ronettes. Ella se ha ido pero no sus canciones.
Bienvenidos, queridos televidentes, al programa estrella de Ventorrillo Televisión, A solas con Sonsoles.Después de la emocionante final de las series mundiales del campeonato de brisca, pasamos a entrevistar a una figura política de primera línea como es D. Mariano Rajoy, al que agradecernos su amabilidad por acompañarnos.
Mariano Rajoy: Desde luego no podía rehusar el placer de estar a su lado.
Sonsoles: El gusto es mío. La ciudadanía está muy interesada en saber qué es lo que desayuna.
R: Pues mire usted, cuando estaba en Galicia yo era de los de desayuno tradicional, una copita de orujo con una madalena, pero desde que vine a Madrid me decanto más por las porras con chocolate.
S: ¿Y no es partidario del desayuno continental?
R: Hombre, que quiere que le diga, con el debido respeto a mi me parece propio de flojos de pantalón, pero allácada uno.
S: ¿Y a media mañana qué toma de tentempié?
R: También en eso he cambiado, que en la anterior legislatura seguía el estilo COPE, pincho de tortilla y caña, y ahora soy más de cortado con chorrito de orujo y tapa de callos.
S: Bueno, suponemos que por su trabajo comerá a menudo fuera de casa, ¿Dónde suele hacerlo?
R: Pues donde me pille. En la calle Génova, al lado de la sede del PP, hay un chino muy apañado de precio.
S: No me imagino al comité ejecutivo en pleno en el chino.
R: Pues imagíneselo que con la crisishay que apretarse el cinturón.
S: ¿Y qué opina de que Pepiño Blanco vaya a restaurantes de 150 euros el cubierto?
R: Pues que es un ejemplo de cuanto trepa hay en el PSOE. Y lo peor no es el precio sino que Pepiño no distingue el don Simón del Dom Perignon, que no se hizo la miel para la boca del asno.
S: ¿Cuál es su opinión sobre la comida rápida?
R: Como buen gallego es momento de reivindicar paraa nosa terra la invención de esta modalidad gastronómica, que no hay nada más rápido y nutritivo que una buena ración de empanada de berberechos o un bocadillo de morros de cerdo, por ponerle dos ejemplos.
S: ¿Y qué tal se baldea entre los fogones?
R: Hago mis pinitos cuando puedo. La zarzuela de marisco, la langosta thermidor o el bogavante con arroz no me quedan mal. El otro día en casa, en una reunión informal con Soraya y Dolores puse unas mollejas garrapiñadas a la pimienta de chuparse los dedos, aunque a la hora de irse las vi un poco coloradas, no sé, igual el aire acondicionado.
S: ¿Qué opinión le merece la alta cocina?
R: Estamos en un momento en que la alta cocina española vive una proyección internacional que la sitúa por delante de la italiana y la francesa. Lo que resulta intolerable es que la incompetencia del gobierno socialista nos impida colocarnos como líderes mundiales del sector.Ya estamos a la cabeza en técnicas como el escalfado de huevos o el escabechado de perdices, pero en nuestro programa electoral vamos a colocar como objetivo irrenunciable para mantener nuestra competitividad el flameado de sufléso la deconstrucción de los huevos con chorizo.
S: Y ya para finalizar, ¿cuál sería su receta contra la crisis?
R: Pues contención en el gasto, cual si no. En este país llevamos mucho tiempo viviendo por encima de nuestras posibilidades. Es el momento de apelar a la moderación y sobriedad en la cesta de la compra y volver a echar mano de todos esos platos que han hecho de nosotros lo que somos: la olla podrida, el cocido maragato, la fabada, el cocidito madrileño, el pan tumaca: platos austeros pero con sustancia que llenan el estómago y no vacían las bolsas.
El cristo de palo, obra de algún imaginero tosco allá en los tiempos de dos misas diarias y cuatro cuaresmas al año, enfilaba una vez más la calle mayor. Tantas veces se amontonaban en sumemoria carcomida los mismos hechos que ya no distinguía a los actores, confundidos en la misma marea humana que cada primavera, cuando la luna llena clarea las noches aún frías, se empecina en sacarle de su capilla recoleta y su sueño secular para pasearle calle arriba calle abajo. Unos con caperuzas que quieren asaetar estrellas pero que solo enturbian con las túnicas su reflejo en los charcos. Otros apostados a su paso, cargados de rosarios y escapularios, luchando con el prójimo por rozar al pobre cristo aterrorizado por la histérica fe. Mujeres en los balcones pregonando su pena a gritos mientras otras, más contenidas, lloran arrobadas al ver la cara del redentor. Éste, mecido por cien hombros al unísono, mareado, ve como la procesión tuerce por el cantón que cada año que pasa parece estrecharse más. De las ventanasmil manos se lazan a tocarle, pegados a la pared devotos idos rasgan sus ropas desconsolados. Flota al fondo el bullicio de las tabernas llenas de gente apurando sus cálices, dulces o amargos. Niños con exceso de vitaminas zumban por todos los lados, los tambores tocan a muerto, los clarines a guerra santa, penitentes en carne viva van dejando un rastro de sangre y la veleta del campanario gira loca. Todo recae sobre los tristes hombros del cristo de palo, que mirando hacia el pequeño lienzo de cielo que permite el apretado caserío pregunta:
Dios mío, Dios mío, ¿qué he hecho yo para merecer esto?