Estados Unidos es uno de tantos sitios donde la libertad no deja de ser una estatua, sobre todo si no eres blanco y protestante. Missouri es un lugar en el que las minorías valen poco más que para dar un toque de color y aportar carne de cañón. Parma es un pequeño pueblo de ese estado de unos setecientos habitantes, el cuarenta por ciento negros. El alcalde Randall Ranmsey, un wasp que solo llevaba treinta y siete años en el cargo, perdió las últimas elecciones ante la antigua secretaria del ayuntamiento, Tyrus Byrd.
Hasta aquí todo entra dentro de las
típicas batallas electorales, la única diferencia es que la nueva
ocupante del sillón del alcalde es una mujer, y para colmo negra. Las
consecuencias no se han hecho esperar. Han dimitido de su cargo cinco de
los seis policías del pueblo, además del fiscal y el supervisor de
tratamiento de aguas. Los agentes de la porra alegan para colgar las esposas problemas de seguridad.
El resto no sabemos qué razones han dado, quizás el fiscal reclamaba
una unidad de acción inmediata para controlar los tumultos en las colas
del Burger del pueblo, y el supervisor de aguas dimitió ante la
repentina subida de nivel de las aguas fecales.
Una de las actividades de la poli yanqui es la de matar negros por la espalda, entendemos que tener que mirarles a la cara y
encima acatar sus órdenes sea un mal trago para los agentes. La nueva
alcaldesa ha quitado hierro al asunto, y sus conciudadanos se quejan de
que los agentes de la autoridad se hayan ido sin darle siquiera una oportunidad, pero es que solo están acostumbrados a dar porrazos. Eso sí, ahora que tienen menos policías se sienten más tranquilos, y si pasara algo llamarán a los pijos del CSI armados con sus bastoncitos de algodón.