lunes, 14 de octubre de 2024

Guitarrazos


 

La música es un arte muy visceral. Sus seguidores no son tan sofisticados como los de la pintura, ni tan intelectuales como los amantes de la literatura. Aquí los heavies odian a los reguetoneros, los roqueros a los folkies, los joteros a los lolailos, los poperos a todos los anteriores y especialmente a los seguidores del jazz, que miran por encima del hombro a los adictos a la gran música, la sinfónica, suprema expresión del arte sonoro. Así que la noticia que hoy nos ocupa podría parecer una de tantas rencillas entre tribus musicales. En Dallas, Tejas, un tipo se ha gastado cuatro mil dólares en una guitarra de Taylor Swift. Por lo que se puede ver en la foto, no da el perfil de adolescente ultra acelerada deseosa de flotar con las melodías de su ídolo. De hecho, nada más hacerse con la guitarra la destrozó a martillazos. ¿Sería un purista enemigo del pop industrial, quería denunciar el estado actual del panorama musical, le había roto el corazón la pizpireta de Taylor al no citarlo en su último hit? No, la respuesta nada tiene que ver con el arte de la pop star. Se sospechan motivaciones políticas. Taylor Swift se ha decantado por Kamala Harris y sus mariachis demócratas para las próximas elecciones, decisión que no le ha gustado nada a Trump y sus hordas republicanas. Así que parece ser que uno de sus acérrimos seguidores se ha gastado cuatro mil pavos en darse el gustazo de destrozar una guitarra de la niñata comunista. El hecho habla por sí solo del nivel del debate político en yanquilandia. Pocas veces se puede encontrar un candidato de derechas más cualificado. Un tipo golpista, acosador, defraudador, mentiroso compulsivo y botarate integral es un perfil ideal para la derecha americana. Aquí, Feijoo dejándose dar cremita por un narco parece una hermanita de la caridad. Resulta difícil de comprender que a Taylor Swift y a los millones de chicas que la siguen no les apetezca votar a un patán que quiere prohibir el aborto y presume de ir metiendo mano a las mujeres por la calle. Pero qué sabrán ellas de lo que les conviene.

 

lunes, 30 de septiembre de 2024

Burocracia

─Vengo a solicitar el certificado de habitabilidad de mi segunda residencia.

─Habrá traído hoy toda la documentación.

─Esta es mi tercera visita, espero que sí.

─Bien. DNI, escrituras.

─Aquí tiene.

─Planos, certificado energético.

─Tenga.

─Aislamiento térmico, resistencia sísmica, estado del aparejo, catas en los cimientos, aerodinámica de los aleros.

─Aquí va, todo actualizado y certificado por el Real Colegio de Peritos en Periplos Burocráticos Pluscuamperfectos.

─Inspección técnica de persianas, mantenimiento del mando a distancia, rango de dilatación del buzón, geolocalización de la tabla de planchar, índice de deslizamiento de la materia fecal en el retrete.

─Sí, tome. Todo compulsado por triplicado según las reglas, usos y costumbres del Buen Hacer del Acto Administrativo. ¿Todo correcto?

─En principio, sí. Dice que es su segunda residencia.

─Sí.

─ ¿Y cuál será su uso?

─Quería meditar sobre las condiciones climáticas del paleozoico.

─ ¿Piensa utilizarla como picadero?

─Bueno, ocasionalmente, quizás lleve a la Tere.

─En ese caso debo informarle de las ordenanzas municipales sobre ese particular.

─ ¿Qué quiere, una declaración jurada de la Tere de que no mentará al alcalde mientras estemos en la cama?

─No hará falta tanto. Aquí le paso las tarifas. Si el acto se realizara en día natural, esta sería la tasa. Si fuera en día laboral le sale más o menos parecido, pero los festivos y vísperas ya casi se dobla, así como puentes y verano.

─ ¿Pero es que no hay día en que pueda follar gratis?

─Si, claro. El día del patrón y en la onomástica del alcalde.

─Pues igual nos sale a cuenta echar los kikis en la sala de plenos.

─No se lo aconsejo, ni vendiendo su casa pagaría la multa. Pero podría proponerle un apaño.

¿Cuál?

─Que se lo monte con la Tere aquí, en la oficina. Bajo la ventanilla y se lo hacen ahí detrás, sobre el escritorio de Regúlez, está de baja por una revuelta de su fauna intestinal.

─ ¿Y no me pedirá una declaración jurada de estar al corriente de pago en basura y alcantarillado, u otra cosa parecida?

─Esto lo hago yo por simple simpatía hacia usted, y es totalmente ajeno a cualquier acto administrativo.

─ ¿Y usted qué saca de todo esto?

─Pues que me deje ver el espectáculo.

─Bueno, siempre he querido tener público. Aquí, entre nosotros, mi golpe de caderas las deja anonadadas.

─Y si tengo que echarle una mano, no se me caen los anillos.

─Así puedo reservar mi segunda residencia para preparar mi participación en el mundial de dioramas paleozoicos.

─ ¿Trato hecho?

─En principio, relléneme una instancia con sus demandas, y después ya le iré indicando los pasos a dar y la documentación a aportar.

 

 

 


 

lunes, 16 de septiembre de 2024

No me quiero casar contigo

Hoy hablaremos de bodas. Seguro que han oído sobre ellas, quizás hayan participado en alguna, por propia voluntad o a la fuerza. Son eventos apoteósicos, espectáculos sociales intergeneracionales, saraos a la remanguillé, pasarelas de moda cómico-cósmica, atracones de mariscos congelados, paradigma del romanticismo más moñoño, aglomeraciones de parientes lejanos y amigos de circunstancias, único momento en el que la gente corriente y moliente es centro de atención. Pero el cambio de estado civil requiere más energía que pasar del estado sólido al gaseoso. Algunos no pueden aguantar la presión y pegan la espantada. Aquí es donde entra en escena el protagonista de hoy, Ernesto, todo un emprendedor. No ha creado una starup para controlar mediante nano robots las hemorroides ni aplicaciones para que poliamorosos de género fluido encuentren su igual, no. Lo suyo es reventar bodas por encargo. Si el novio o la novia sienten que contraer matrimonio les contrae el corazón, llaman a Ernesto y monta un pollo en mitad de la ceremonia. Con suerte la unión no se consuma, sin suerte se retrasa o te quedas como estabas. Por quinientos pavos empieza a gritar en mitad de la iglesia que el novio o la novia es el gran amor de su vida y que no se puede casar con otro. Ahora que todas las parejas buscan ceremonias originales, nada mejor que un sicodrama en vivo para soltar adrenalina y llamar la atención. Dense cuenta del cambio imprevisto de guión. Los suegros poniendo caras de asesinos de niños, éste mierda seca ya la ha liado. El soponcio de la tía Enriqueta, hacerme venir del pueblo para esto. El padrino comiéndose la corbata, con lo bien que estaría yo haciendo sudokus. La novia jurando en arameo estándar, ya decía mi tía Enriqueta que no dejara el Perucchi por este gilipollas. El novio con cara de San Francisco hablando con los pajarillos del bosque, si salgo de ésta quemo Malasaña. Sin olvidar a la amiga que se llevará el ramo de la novia pase lo que pase, o los invitados que saldrán pitando al restaurante antes de que se anule el banquete. Como ven, quinientos euros muy bien invertidos. El intento de bodorrio dejará huella en la memoria. Mucho después de que nadie se acuerde de la frustrada pareja, se seguirá hablando de ese día en el que vivieron peligrosamente.