viernes, 30 de enero de 2009

Spiderman, arañando la ciudad

Hemos visto estos días a Spiderman en todos los medios gracias al colegeo que se pega con Obama, último icono recién salido de los USA junto a otro que ya lleva más de cuarenta años rebotando de viñeta en viñeta. El sentido arácnido de Peter Parker le sirve para arrimarse a la actualidad y no descolgarse, como cuando estuvo haciendo pucheros tras el 11 S. No deja de sorprender una carrera tan larga en un superhéroe tan rampante y ramplón, aunque quizás sea lo patético del personaje lo que le mantiene en el vértice de la industria comiquera, ya que al final la peña, mayoritariamente adolescente, se identifica con las cuitas de un pringado ninguneado en clase, transparente para las tías, puteado en el curro y cuya actividad de paladín enmascarado por lo general levanta olas de indiferencia.

Entre las muchas formas de pillar superpoderes, Spiderman lo hace de la manera más chorra posible, pues mejor que le hubieran tocado en un bollycao que con un picotazo de araña radioactiva, que hasta a un boy scout con sobredosis de tarta de arándanos le chirría. Pero gracias al pico se convierte en trepamuros al servicio de la ley, siempre vigilando en una cornisa del piso 69, husmeando sobre un mástil de la banderita de las barras y estrellas, haciendo la vida más puta al gremio de malosos que no se han enterado que en la tierra de la libertad no solo hay silla eléctrica y cámara de gas sino pasmarotes en los tejados esperando caer sobre el honrado apandador.

Porque si un superhéroe se mide por los enemigos con los que se tiene que batir el cobre, Spidey cuenta con una cuadrilla de subnormales de cuidado a la hora de defender el imperio del mal. En cabeza, destacado, el Buitre, un jubileta que se aburre en el asilo y como un Ícaro con dentadura postiza se apaña unas cutres alas con las que pone en jaque a nuestro héroe. Octopus, mad doctor con unos gadgets que parecen sacados de alguna ganga de ebay. Rhino, una locomotora con el cerebro de un abrelatas, o Duende Verde con su patinete turbo y su toque de tragedia griega de serie Z. Menos mal que el Simbionte y Doctor Muerte dan un poco de fuste al equipo de los hiper mega perpetradores, que por lo general dan más pena que miedo.

Por mucho que se empeñen en Marvel en que Spiderman vea mundo, fuera de Nueva York está más incomodo que un elefante en un salón de té. Ahí radica parte de su fuerza: tiene el mejor traje de superhéroe que imaginar se pueda (en el sector masculino) y sus piruetas entre las calles y rascacielos tienen un incontestable poderío gráfico. Dibujar elipsis imposibles agarrado de su red, saltar al vacio como quien se baja de la acera, reptar cuesta arriba, brincar de coche en coche, rebotar en un escaparate, girar sobre el mástil de otra banderita de las barras y estrellas para acabar sentado en el alfeizar de una ventana de la Quinta Avenida mientras le vacila a algún mafioso de segunda que estaba robando un cargamento de abrigos de piel de camello. Aliento épico poco desde luego, mucha pirueta cirquense y puñados de chistes malos a cargo del graciosillo de Spiderman, pero si dejas el cerebro en stand by puedes echarte unas risas mientras esperas el autobús o haces tiempo en el retrete. La profundidad sicológica de estos personajes es algo menor que la de las morcillas de Burgos, pero aquí se trata de batallitas entre rascacielos y bobadas del protagonista; si eso quieres no te va a defraudar, y si la lectura la acompañas con el tema que hicieron los Ramones para la serie televisiva, se puede convertir en una experiencia religiosa.



lunes, 26 de enero de 2009

Cuatro tragos

De la cuna a la tumba vamos abrazando algún frasco. Exiliados del cálido seno materno pasamos el resto de nuestros días buscando un sustituto de la dulce fuente de la vida, que no será una tetina esterilizada comprada en oferta en una parafarmacia o un espiritoso refresco con burda forma femenina. Haremos por olvidar nuestras cuitas, buscando soles dorados camino del ocaso en el fondo de botellas hechas para ser miradas fijamente mientras te agarras con las dos manos a la barra del bar para no caer. Y cuando tengas seco el paladar y el alma fría, cuando ya flaquee tu pulso, inundará tus venas el insípido suero que intentará mantenerte a flote en vano. Has de acabar diluyéndote lentamente en el rio del olvido, del que volverás a fluir para llenar algún botellín con el que saciar la sed de alguien que espera su turno apoyado en la solitaria barra de un bar.

jueves, 22 de enero de 2009

Afrodisiaca reunión



Oh mísero de mí que yago en esta prisión, que ni sé por qué aquí dieron mis huesos ni cuando a la luz del sol saldré, que yo solo procuraba la mayor gloria de mi señora, la celeste Afrodita.

Desde que vi la luz y la verdad en lo alto de una duna del Teneré, todo es para mí buscar que los incrédulos adoren a la única diosa que les puede dar felicidad en esta tierra. Solo el amor, el amor carnal, derramado entre todos los mortales los convierte en inmortales durante una efímera eternidad. Esto es lo que ofrece Afrodita, la felicidad aquí y ahora para todos los que se pongan bajo su amparo.

Con esta buena nueva volví a Ventorrillo, patria chica en la que me dijo la diosa que debería comenzar mi prédica. Con unos cuartos que pude juntar alquilé un local en el que instalar la sede de la nueva iglesia. El Jardín de Afrodita rotulé bien grande a la entrada de la misma. Llené calles y plazas con esquelas invitando a todo el que quisiera a la gran ceremonia de presentación de la nueva religión, donde hombres y mujeres conocerían por fin el poder liberador del amor, el placer de holgarse los unos con los otros, el aumento de la propia estima al confundir su cuerpo entre otros cuerpos, entregándose a todo el que pasara por allí como si fuera el primero y último que en esta vida catara. Quería que supieran de los dones de la diosa del amor, que degustaran el sagrado néctar del placer para liberarse de sus ataduras terrenas y ascender a los cielos a golpe de cintura.

Estos mensajes y otros tales dieron en crear expectación entre la gente de Ventorrillo, siempre ávida de novedades. El día indicado para la solemne apertura el pueblo estaba en calma, viento no lo removía, raro suceso en un sitio siempre barrido desde los cuatro puntos cardinales. Desde que se abrieron las puertas de la bajera reconvertida en templo, con un pequeño estrado y unos bancos mercados en los traperos de Emaús, empezó a llenarse de gente con ganas de ver y palpar la palabra de Afrodita. Yo, por santificar la reunión, encendí en las esquinas unos hachones que mi señora me había enseñado a fabricar a base de cera y concentrado de feromonas, para que la gente estuviera más abierta a recibir el mensaje divino.

Y era maravilla de ver cómo según escuchaban mis palabras sobre los bienes que derramaría Afrodita sobre ellos, mientras el humo de las velas les hacían perder su timidez, iban unos a otros mirándose con más franqueza, bien al escote o a la entrepierna, arrimándose quedamente y dejando que sus manos hablasen por ellos. En eso vi yo la grandeza de mi diosa, solo ella es capaz de que los cuerpos y las almas lleguen a una comunión tan íntima. Ya se abalanzaban desnudándose unos sobre otros, volaban bragas y pantalones, se entregaban a los mil juegos del amor encima y debajo de los asientos, tríos en el escenario y en una esquina una cama redonda para tratar sobre el coño de la boticaria, toda la vida una estirada y ahora dando caña a cuatro maromos. Doña Pepita la pastelera, otra a la que nadie le bailaba el agua, ejercía de Gracia de Rubens entre dos camioneros, y Otilia Otero, multidisciplinar artista local, se aplicaba a la disciplina griega olvidada de su amado Casto Castro, a la sazón de tourné lírica por el Bierzo. Paco el Porronero fincó a diestra y siniestra sin atender sexo ni estado ni condición y hasta estuvo receptivo a los deseos de DJ Bankal, que tiempo hacía que lo tenía enfilado.

Y ante la vista de tanto amor no pude más que callar y dar gracias a mi señora. Para mejor amar puse en el hilo musical temas de contrastada espiritualidad como los de Luis Aguilé y Mari Trini, los más indicados para alcanzar el éxtasis.

Estuve esperando una señal divina que me dijera cual sería la mujer a la que entregaría mis anhelos, pero no se produjo pues cuando todos mis fieles estaban amándose en gozosa algarabía hizo su aparición el zafio brazo de la ley, los heraldos verdes de airado Ares, guardia civil caminera, torva la mirada y tricornio a rosca. Con la escusa de que no teníamos licencia de reunión y que el local no ofrecía las condiciones mínimas para la celebración de orgías (como si las ganas no fueran condición suficiente), acabaron con mis huesos en la trena, donde no sé cuando es de día ni cuando las noches son por culpa de los culatazos que en la cara distraídamente me dieron los beneméritos agentes. El resto de mis fieles fueron disueltos a base de jarabe de palo, huyendo medio en cueros por las calles del pueblo y acabando lo comenzado cada uno como pudo.

Pero bien sabe Afrodita que no he de retroceder por más que se multipliquen las penurias, que nunca fue fácil el camino de la verdad. Ya he plantado la semilla de la verdadera fe entre mis paisanos, y muchos la han abrazado con entusiasmo. Ya he sido invitado a ingresar en la LOLO, la Logia de Eolo, antiquísima y secreta organización que desde las entrañas del inmenso órgano natural sobre el que se asienta Ventorrillo dirige los destinos de nuestro pueblo, para que explique mi verdad y poder engarzarla en el saber místico que atesoran. Está más cerca el día en que mi diosa sea loada por todos en los cielos así como en la tierra.

domingo, 18 de enero de 2009

Los médicos sicilianos también pasan consulta en el otro mundo


Esta vida está llena de achaques, pero no se hagan ilusiones que la otra también. Si creían que tras la muerte se iban a librar de las almorranas, los sabañones o los golondrinos que salpimientan nuestros días estaban muy equivocados. Y si no, pregúntenle a los galenos sicilianos, verdaderos especialistas en patologías del más allá.

Estos profesionales no solo procuran la salud de los vivos, sino que después de muertos también pasan consulta a sus pacientes, que su cambio de estado no altera su dedicación. Tendría que valer de ejemplo a otros colegas, que a los primeros síntomas de rigor mortis ya se dan por vencidos. La medicina siciliana lleva el juramento hipocrático a sus últimas consecuencias, que la salud y el bienestar de los pacientes es su objeto y nos están dispuestos a cejar por mucho que éstos se muden al otro barrio.

Claro que la seguridad social cree que tanto celo se debe a que los médicos cobran por cada paciente que tienen a su cargo y que se lo quieren llevar muerto, que ya han levantado 14 millones de euros por supuestamente atender a clientes que llevan mucho tiempo criando malvas.

El pensar que el gremio matasanos solo se mueve por sanear su cuenta corriente es un error; es el genio italiano que nos vuelve a regalar una de sus ideas visionarias como es extender el seguro médico a la otra vida, que también tiene sus percances. Los domiciliados en el infierno corren alto riesgo de accidentes laborales: quemaduras de pez hirviendo, picaduras de enjambres de avispas, ataques de histeria por la reproducción perpetua de temas de Andy y Lucas o las bromas pesadas de Satán. Los que vegetan en el cielo, aburridos como ostras entre nubes de algodón tocando el arpa, necesitan apoyo sicológico para aguantar las batallitas y el mal humor de San Pedro o las aventuras de Jesús.

Ahora ya podemos morir tranquilos sabiendo que más allá del túnel seguirá nuestro médico de cabecera quitándonos el dolor de cabeza, aunque vayamos con ella debajo del brazo.



miércoles, 14 de enero de 2009

El porno pide un plan pa tirar palante


Estamos ante una crisis galopante que no respeta ni jineteras, ni mamporreros, ni actores porno ni demás obreros sexuales, que pueden pasar de mover el cucu compulsivamente a pedir la vez en la cola del paro, pues con la depresión económica el morbo anda por los suelos. Las ventas del ramo han bajado un 22%, lo que ha llevado a los dos grandes capos del negocio en los USA, Larry Flynt, el editor de Hustler, y Joe Francis, responsable de Girls Gone Wild, a pedir al congreso un plan de rescate igual al utilizado en sectores como el bancario o el automovilístico.

Parece que por falta de liquidez ya han tenido que suspenderse varios rodajes, que sin el unte necesario la maquinaria no funciona. Los altos pitos de interés, con mangos XXL, han dado paso a otros más discretos de talla S, mientras la inflación pectoral de algunas actrices alcanza ya a algunos globos estratosféricos. Con estos preocupantes indicadores económicos creemos de justica que se acuda al rescate de una industria de vital importancia para el equilibrio mental y el humor de gran parte de la población. Lo mismo que salvaron a los banqueros, especialistas en follarse vivos a todo el que requiere sus servicios, con más razón a este gremio donde las enculadas son de mutuo acuerdo.

Además, es un sector con una difícil reconversión. Cuando haces porno ya no hay retorno, y el excedente de mano de obra no es fácil de recolocar, a no ser que sea como repartidores de pizza, en la optimización y mantenimiento de cañerías, catadores de ostras o en el encurtido de altramuces.

La causa del bajón en el consumo puede ser la crisis pero tampoco es descartable que la gente esté consumida de tanto ver y haya decidido poner en práctica todo lo aprendido en tantos y tantos sexy documentales, que quien más quien menos ya se sabe cincuenta maneras de hacérselo en la mesa de la cocina, veinte formas de usar la bañera (y ninguna para bañarse) o como convertir el descansillo de la escalera en Sodoma y Gomorra. Ya decía el refrán que cascársela con pelis porno está bien pero follando se conoce gente, y si tienen que organizar un plan de rescate, que sea para sacarnos de los brazos de una descomunal mulata de carnes prietas.