Está a punto de salir el coleccionable que le hará salivar
salvajemente, la serie que le reconciliará con la alta cocina. Una nutrida
muestra de pimentón no puede faltar en la despensa de cualquier gourmet. El
pimentón da color y sabor a nuestros platos, resucita una triste sopa de ajo o
revive unas carnes macilentas. Su toque picante eleva la moral de la tropa y
desengrasa las neuronas de los escolares. Su versión dulce condimenta pulpos a
feira o logra el milagro del chorizo, fiambre por antonomasia.
Con este coleccionable en doscientas veinticinco entregas
tendrá una muestra de los principales productores patrios. Presumirá ante
amistades y cuñados de los sutiles matices que diferencian los pimentones
leoneses de los castellanos, la peculiar textura del extremeño, la ardiente
lujuria del murciano. Para abrir boca les presentamos el contenido de las
primeras entregas.
Como oferta especial de lanzamiento, con el Nihil obstat de
la mismísima Purísima Concepción, Navarro Espinardo pone el listón muy alto,
colocando el pimentón murciano en otra dimensión. Se sospecha que en el cielo
no dan de otro. Ideal para condimentar patatas a la importancia.
Desde Aldeanueva del Camino la sobrina de Manuel López también
tira de contactos en el santoral, el patronazgo de Santo Domingo es una
garantía de calidad. Ideal para criadillas de toro y riñones al jerez.
La Dalia es un pimentón Jaraiz de la Vera, localidad desde
donde se controla el tremendamente especulativo mercado de futuros del
pimentón. Cualquier hípster que se precie no puede prescindir de él en el after
work, su sándwich de pan negro con semillas de lino adquiere un auténtico
carácter vintage gracias a la Dalia.
Acudan sin demora a su punto de venta preferido, que nos lo
quitan de las manos.