En estos tiempos modernos que nos toca vivir hay un tótem
que todos adoramos. No es el corazón de Jesús ni el libro del profeta, sino los
teléfonos inteligentes, artilugios que nos tienen sorbido el seso hasta el
punto de utilizarlos en cualquier lugar. Porque los hay que los usan en
situaciones adecuadas, como el sofá o el trabajo, pero también en sitios más
comprometidos. Ir al servicio, chequear el móvil y que acabe retrete abajo, ese
iphone dorado en materia fecal rebozado, es un pequeño drama cotidiano. O el
que sube fotos a Instagram y tiene que bajar del bus en un descampado pues se
ha pasado seis pueblos. Pero los que ejercen de peatones embobados en la
pantallita son los más peligrosos.
Va sin mirar lo que pasa a su alrededor, chateando con una
churri a ver si moja el churro y acaba metiendo el pie en un charco. O dándole
al me gusta en Facebook a la nueva línea de Tena Lady y un perro le mea la
pernera. Cuántos van en éxtasis escuchando el nuevo dueto de Malú y Alborán y
en un acto de justicia poética les cae encima el cartel de la nueva gira de la
Sinfónica de Bielorrusia. El militante que deambula por la acera reenviando
todos los tuits de Nuevas Generaciones de Majadahonda y es succionado por la
máquina barredora del ayuntamiento. Qué decir del que tras el vigésimo
visionado del salchipapa de Leticia Sabater es abducido por un comando de
perreo sideral y obligado a restregar el paquete en el contenedor de residuos
orgánicos. O el clásico jugón disparando pajarracos en el Angry Bird mientras
cruza la calle a lo loco y sale disparado al colisionar con el repartidor de
UPS.
Todo esto y más puede ocurrirle a uno por ir por la calle
sin estar a lo que hay que estar. Los nórdicos, desde la moda móvil más
ensimismados todavía, hace tiempo que han visto el peligro. Ahora en Estocolmo
han colocado una nueva señal, que ya es oficial, que informa de “peligro,
peatones usando el móvil”, para que los conductores, si no están consultando el
GPS, no se los lleven por delante.
Se nos antoja una medida anticuada. Lo propio de estos
tiempos sería una aplicación de realidad aumentada que advierta al usuario
móvil de los peligros que le acechan en la vía pública. Para darle más emoción,
sumaría puntos a medida que va esquivando bolardos, borrachos o camiones de
basura. Si llega sano y salvo a su destino, asciende de nivel y en el próximo
recorrido podrá elegirlo con jardineras o con municipales al acecho, por
ejemplo. Si acabas en el hospital, Game over. Y reza para que te quede alguna
vida más.