lunes, 23 de julio de 2018

Lágrimas de San Lorenzo

Tenía que ocurrir, los calores estivales han fundido las cuatro neuronas que le quedaban en activo a un servidor. Antes de que los daños sean irreversibles, acudiré a un balneario suizo que me ha recomendado la vecina del cuarto para templar mis nervios cara a la próxima temporada. Mientras tanto les invito a tararear esta dulce tonada de Los lagos de Hinault que bien puede valer de canción de verano, invierno y entre tiempo. Con ella aprenderán a ligar con suizas francesas y con suizas en general, que siempre viene bien saber de todo. En septiembre informaré sobre los resultados cosechados en tierras helvéticas. Hasta entonces feliz verano a todos.


lunes, 9 de julio de 2018

La ley de la selva



Cuando el hombre mete el hocico en cualquier ecosistema el resto de especies suele salir trasquiladas. Llevamos miles de años matando todo lo que se menea por tierra, mar y aire, parece mentira que queden seres vivos en la tierra aparte de nosotros. En un acto de suficiencia muy humana, últimamente hemos decidido proteger ciertas especies de la extinción. El rinoceronte es uno de los animales en la cuerda floja. La estúpida creencia de que su cuerno tiene propiedades afrodisiacas está acabando con ellos, a pesar de que hace años que el viagra da mejores prestaciones en la cama sin necesidad de sacrificar inocentes.
 Los cazadores furtivos no tienen ningún reparo en convertir a los rinocerontes en animales tan difíciles de ver como los unicornios, su cuerno es su perdición. Hace poco tres furtivos entraron en la reserva de Nick Fox, en Sudáfrica. En la selva solo sobrevive el más fuerte, o comes o eres comido, y esta ley inexorable se cumplió otra vez. Parece que los cazadores de rinocerontes se toparon con unos leones y se los merendaron. Solo encontraron una cabeza perdida, los zapatos y los rifles, todo lo demás sirvió para colmar el apetito de las fieras. Como ven, fue todo un festín. Los responsables de la reserva sospechan que si no se los hubieran comido, estos chicos fácilmente hubieran acabado con toda la población de rinocerontes de la reserva. No hay mal que por bien no venga.
Deseamos que este lance sirva de escarmiento a otros con parecidas intenciones. La cuesta abajo de don Juan Carlos El Campechano comenzó con un safari, quizás también los cazadores furtivos terminen de cazadores eméritos y podamos vivir en paz todos.