lunes, 29 de septiembre de 2008

Borat versus Ágatha

Trascurría el pase entre las miradas circunspectas de los especialistas, amagos de bostezos del público general y alguna cabezadita de los que estaban en un discreto segundo plano. La rompedora, vanguardista, original y siempre divina Ágatha Ruíz de la Prada presentaba colección en la Semana de la Moda de Milán. Ya saben lo que se gasta la señora de Pedro Jota: mucho colorín, corazoncitos, florecitas, cortes estrambóticos e imposibilidad de vestir esos trapos en la vida cotidiana (salvo carnavales) De pronto se ve al fondo de la pasarela, entre las jetas anoréxico-estreñidas de las modelos, al ínclito Sacha Baron Cohen, el Borat en persona, que se lanza a hacer el paseíllo con un modelito que gustosamente hubiera firmado Ágatha. Bajo una amplia capa negra llevaba algo que bien pudiera ser una naturaleza muerta colgada al cuello o la febril pesadilla de don Jaime de Marichalar, magister elegantiae, tan vituperado el pobre últimamente por su vengativa ex.

Nuestros expertos, encabezados por Atilio Ventimiglia y Celestino de la Coz, están completamente de acuerdo en la propuesta del Borat, tanto en su puesta en escena como en su contenido estilístico. Supone una bocanada de aire fresco en una industria como ésta que bajo la apariencia de un continuo cambio no tiene más que la repetición de cuatro clichés súper sobados, por mucho que algunas diseñadoras como Ruíz de la Prada intenten aparentar innovación.

Desde aquí emplazamos a Ágatha para que acepte el reto que le lanza el Borat y ponga manos a la obra diseñando el tanga que luzca éste en su próxima peli, en la que se supone que pondrá en solfa el mundo de la moda. El listón está alto, pero ella sabrá estar a la altura de las circunstancias

jueves, 25 de septiembre de 2008

Coleccionable: Tangas tangas tangas


Olvídese de las colecciones de rosarios o de la maqueta del San Juan Nepomuceno en 200 entregas. Aquí llega el lanzamiento definitivo, el que todo el mundo estaba esperando, cada semana en su quiosco los tangas que han marcado época. La prenda que ha revolucionado el mundo de la lencería fina, ese oscuro objeto del deseo, por fin a precios populares. Los más sexys, los más molones, los que han usado las famosas en sus momentos más importantes. Aquí se podrá hacer con el tanga del toro de Osborne que lucía Belén Esteban el día de su boda, el de borreguito de la Pantoja que se calzó para visitar a Cachuli en el trullo o el de color vino que usa Mila Ximenez para ir a la bodeguilla de la esquina. También tenemos en exclusiva mundial el modelito de esparto reforzado confeccionado expresamente para que Mercedes Milá no se vaya por las ramas en las galas de GH, o el precioso modelo estampado con flores de calabacín que llevaba puesto Aramís Fuster cuando se quiso suicidar con cocacola light.

Pero tranquilos que también tendremos destacados modelos masculinos, como el tanga color nazareno que se embute Falete los días de farra, o el de Evo morales, a juego con sus famosos pulóveres y que hace derretir hasta la más montaraz belleza quechua.

Como oferta de lanzamiento, por tres euros tres, el tanga de seda salvaje color catafalco y oro que se había mercado la duquesa de Alba para su frustrada boda, junto al que se pone Mariñas cuando queda con los amigos para comer pizza en su casa, en piel de culebra y remaches de hojalata.


domingo, 21 de septiembre de 2008

Camuflaje

Si hace unos días la ministra de defensa mostraba la nueva indumentaria que lucirán las mujeres soldado, hoy les traemos los nuevos uniformes de combate, diseñados para mimetizarse hasta en los escenarios bélicos más peligrosos. En unas maniobras militares en la que el soldado de la foto se jugó su integridad física, puso a prueba el camuflaje de su traje en una zona tan hostil como la casa de la suegra, pasando totalmente desapercibido por espacio de una tarde entera. Una vez superada esta prueba de fuego, el alto mando cree que la nueva indumentaria está a punto para ser utilizada en Afganistán, región mucho menos conflictiva que la residencia de cualquier mama política.


miércoles, 17 de septiembre de 2008

Merienda de negros en Tailandia

En Tailandia no está el horno pa bollos. El empalagoso primer ministro, Samak Sundaravej, ha salido escaldado de su litigio con el tribunal supremo, que le ha inhabilitado para el cargo por realizar un programa de cocina en un canal de televisión, labor claramente incompatible con sus tareas ejecutivas, que sopas y sorber no puede ser. La verdulera oposición, quien si no, ha sido la que le ha puesto como hoja de perejil, pues además de creer que al mandamás le falta un hervor, no pensaban bailarle el agua a alguien que utilizaba la cocina como tribuna en la que poner a caldo a los demás partidos que ven como se les pasa el arroz y siguen sin mojar pan en las marmitas del poder.

El caso es que la coalición del presi cocinillas tiene la sartén, o el wok, por el mango, pues goza de una mayoría parlamentaria que pasará como rodillo por masa de hojaldre y volverá en breve uno de sus miembros a desayunar en la presidencia del gobierno, aunque todavía no se sabe que cadena los retransmitirá.

En medio de todo este berenjenal al pueblo le ha dado por ir a por uvas, montar manifas y algaradas, por lo que el régimen ha declarado el estado de excepción, o sea, una dieta dura a base de tortas para todo el que saque los pies del tiesto. El ejército, encargado de llevarlo a cabo, ha dicho que le importa un pimiento y que ellos no están muy por la labor de salir a la calle a hacer el membrillo.

Como ven, a los tailandeses hay que echarles de comer a parte, y todo por un simple programa de televisión. En Venezuela en cambio no hay juez que le levante la voz a Hugo Chavez, indiscutible líder televisivo con su Aló Presidente, espacio contenedor de todas las melonadas que se le pasan por la sesera. Este comunicador bananero bolivariano corta el bacalao en vivo y en directo para disfrute de sus masas de fans que a falta de pan reciben diatribas contra el diablo yanky con las que alimentan el espíritu.

Ni que decir tiene que este tipo de cosas por aquí ni las catamos. A lo mas, allá en la prehistoria de Telecinco, cuando Gil y Gil salía en la piscina rodeado de Mamachichos y rebuznando contra los sociatas facinerosos. Pero ya nos gustaría ver a Zapatero presentando Quien sabe donde, a ver si encontraba el IPC o el Euribor, que parece que no da con ellos últimamente. Rajoy quedaría muy propio como presentador de Gran Hermano, que acostumbrado a lidiar con las fieras de su partido no le temblaría el pulso con la gañanería que se revuelca en esos programas. De lo que se tienen que cuidar es de los programas culinarios que luego pasa lo que pasa, que si en Tailandia echaron al presidente por meter los morros en fogones ajenos, aquí igual son los cocineros los que les mueven la silla a los políticos, y vemos a Argiñano de presidente o a Adriá en el Palacio de la Generalitat poniendo a los consellers a preparar espuma de sobrasada sobre pan tumaca liofilizado.



sábado, 13 de septiembre de 2008

Horrorosos recuerdos

La gente de lastminute ha montado un concurso en el que casi todos podemos participar. ¿Olvidó ese cenicero recuerdo de Benicarló que le compró su vecino, el pijama con la bandera de Calatayud de su cuñado o el pavoroso ídolo tribal traído del África subsahariana por sus amigos aventureros? Ahora puede rentabilizar tamaños despropósitos presentándolos a este concurso que busca el recuerdo de viaje más horripilante, con 600 euros de premio. Tenéis hasta el 24 de setiembre para rebuscar en vuestro trastero. Mientras, han colgado en su página una selección de lo más granado, algunos de los cuales pasamos a comentar, si el vértigo nos lo permite.


Carnet de Franco: un regalo camp, para nostálgicos del régimen anterior y también para putear sociatas y rojos en general. Junto con una reproducción de la cruz del Valle de los Caídos, no debería faltar en toda casa de un español de bien.

Botella: qué mejor recuerdo de las curdas pilladas en las playas del mediterráneo por todos los hijos de la Gran Bretaña que llevarse esta guitarra llena de vete tú a saber qué licor, con sombrero cordobés y castañuelas para dormir abrazadita a ella en las brumosas noches de la pérfida Albión.


Roca: regalo troglodita y tacaño, pillado en un camino y rotulado con tipex. La ventaja que tiene es que se le puede demandar al tribunal de derechos humanos de Estrasburgo por delito de lesa humanidad.


Plato de la Giralda: este turista con una imaginación digna de una máquina de café falta de sacarina perpetra este regalo rijoso plateresco para penitencia de algún desgraciado amigo que tendrá que purgar el desaire que le hizo al no dejarle ganar al dominó


Abridor sandalia: serio candidato al primer premio. Realmente aterrador recuerdo griego. No sabemos si pertenecerá al orden jónico o corintio, pero sí podemos asegurar que Apolo en persona anda tras la pista del perpetrador de semejante ofensa al arte heleno.


Corbata “Made in NY”: complemento cool de la Gran Manzana, ideal tanto para presidir reuniones de la comunidad de vecinos como para ir al centro comercial a comprar papel higiénico.



Cubiertos: nada mejor para excitar las glándulas salivares que tomar el roast beef con estos cubiertos con la imagen de los soberanos británicos. Se podría importar este suvenir tan cuco y poner un tenderete a la puerta del Palacio Real de Madrid vendiendo, por ejemplo, un conjunto de cucharon y espumadera con la imagen del rey y señora, un kit de cuchillito y tenedor con la Leti y su marido o un juego de cucharillas de postre con toda la nietada para que se les haga la boca agua a los monárquicos.

martes, 9 de septiembre de 2008

Coleccionables: El mundo del congrio/ Los mejores discursos de Fidel Castro


El mundo del congrio: Por fin la obra definitiva sobre uno de los grandes desconocidos del mundo animal. Sepa de sus costumbres y usos alimenticios, vida social, ritos de apareamiento y lugares de veraneo. Sepa de su ancestral enemistad con las merluzas. El grupo de oceanógrafos de la universidad a distancia de los Monegros son los autores de esta obra enciclopédica en quince volúmenes encuadernados en piel de morsa. Con la primera entrega totalmente gratis una auténtica raspa de congrio para que engalane el más coqueto rincón de su casa.




Los 1001 mejores discursos de Fidel Castro: Ante la avalancha de peticiones recibida, nos complace anunciar la pronta publicación de una completísima selección de uno de los mejores oradores de la historia. Sus más inflamadas arengas en el aniversario de la revolución, sus soflamas maratonianas en televisión, informes al Comité Central, intervenciones en la Asamblea General de la ONU o el Sindicato de taxistas de la Habana. Coleccionable en 100 DVD de alta definición y sonido estéreo, ideal para poner en su home cinema, y subtitulado para sordos (aquí no se libra nadie)

viernes, 5 de septiembre de 2008

Suiza importa el botellón

A estas alturas de la historia ya nadie duda de que seamos una potencia. En economía, miles de albañiles han sido capaces de enladrillar todo el litoral de costa a costa sin que apenas les tiemble la paleta o la plomada. En deporte, los putos amos en marear la bolita o darle al pedal. Pero si alguno tenía dudas de que culturalmente también tenemos mucho que decir en el concierto de las naciones, aquí llega la prueba que les coserá la boca a esos descreídos. La siempre ordenada y pulcra Suiza ha importado nuestra costumbre del botellón, magno colofón de la creatividad de la juventud celtibérica. Los nemorosos parques helvéticos, los alpinos remansos solo estremecidos por algún vagaroso trino, al grito de viva la pota y el orín se van a ver llenos a partir de ahora de botellas tiradas, vasos rotos, bolsas de plástico colgando entre pino y pino, babas y sudores, conversaciones de besugos a volumen brutal al ritmo de El Canto del Loco y demás fenómenos inherentes a esta modalidad de disfrute del tiempo libre.

Se imaginarán que las autoridades no dan crédito a lo que pasa, que desde lo de Guillermo Tell no habían tenido que pasar tan mal trago en una sociedad, por otro lado, de encefalograma plano. Aún así, han decidido negociar con el enemigo y permitir que se celebre un botellón en Ginebra (es que con este nombre es ir provocando). Han acordado con el representante de los jóvenes, de nombre tan suizo como Javier Martínez, medidas higiénicas y sanitarias para que la cosa no llegue al pandemonio en que suelen terminar aquí estos actos lúdico-borrachuzos.

Decía Orson Welles que en cinco siglos de paz y bienestar Suiza solo había dado al mundo el reloj de cuco, pero con el botellón seguro que despiertan de su sueño secular y se convierten en la vanguardia estética del viejo continente a golpe de litronas de cerveza y kalimotxo. Por si necesitaran algún revulsivo extra para revitalizar su adormecida sociedad podían celebrar encierros por las calles de Lausana o que Berna se hermanara con Manganeses de la Polvorosa para que ellos también pudieran tirar una cabra desde el campanario de la catedral, que turísticamente es muy lucido. Por ahora rogamos encarecidamente a la embajada española en Suiza para que en el próximo festival etílico mandase a alguien como Joaquín Cortés, tinturero bailarín en la vanguardia del arte cañí, a que amenice la francachela, o que el Instituto Cervantes prepare una lectura de Las Moradas de Santa Teresa mientras la peña se pone ídem, pero de otras sustancias, y que al alimón le den gustito al cuerpo y al alma.

El problema es que con todas estas medidas igual desaparecía la imagen de Suiza como país serio y respetable que tanto gusta a todos los ladrones, tiranos, especuladores, traficantes y criminales que tienen cuenta abierta en uno de sus circunspectos bancos. Pero esto no, es el botellón, pecado católico en la calvinista Ginebra lo que les trae de cabeza.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Obras y amores de Quinto Terco. Cap. IX Telón



La obra estaba consiguiendo el éxito del respetable a pesar de los esfuerzos de Cómodo y Tranquilo por reventarla. El público gozaba del ridículo en el que estaban poniendo al gobernador, y Pomponio, bajo la careta y el pelucón de Próculo, sentía el aplauso y más imitaba las maneras de Próspero, que no se atrevía a suspender la representación por miedo a que se soliviantara la plebe. Además, los sacerdotes, magistrados y demás tribunos también reían por lo bajo la sátira del histrión. Menos mal que su dulce esposa no estaba presente para ver cómo le abochornaban.

Ya avanzada la obra, se produce el encuentro entre los amantes en una esquina del escenario, mientras en la otra esquina Protopito intenta distraer a Próculo para que los tortolitos puedan estar a sus anchas.

Protopito: -Mi señor Próculo, sepa que su mujer no tiene ojos más que para usted.

Próculo: -Ya, pero no soy el único que tiene ojos para ella, por eso la vigilo con los dos, aún más, con los tres ojos que tengo.

Actimelia: -Yogurino, amado mío, libérame de esta prisión en la que ciega permanezco.

Yogurino: -Mi amor, si es necesario, te daré mis ojos para que veas la luz, y echaré a tu marido a lo más profundo del puerto con una piedra al cuello para que vaya con su cháchara a los chicharros.

Protopito: -Y que todos sus pensamientos van dirigidos a usted.

Próculo: Sí, pero últimamente se me antoja que sus pensamientos se dirigen a ponerme más cornamenta que al Minotauro. Pero no, que vive en la riqueza gracias a mí.

Actimelia: -Para qué quiero riquezas si comparto lecho con una momia, por Júpiter, que se parece al cuñado de Ramsés.

Yogurino: -Yo mismo con mis manos he de meterle todos sus cuartos por el ojo del culo, ya que cree que el amor se compra con dinero.

Protopito: -Y los relatos de sus gestas inflaman su corazón.

Próculo: -Bien sé que mis victorias la encandilan, que no más empiezo una siempre me dice “no sigas, no sigas, que me emociono”.

Actimelia: -Ya no puedo más Yogurino, antes hacerle la manicura al airado Marte o fregar de rodillas la fragua de Vulcano que volver a escuchar una de sus batallitas.

Yogurino: -Yo le cerraré para siempre la boca a ese carcamal, que todo el mundo sabrá cuantas ristras de cebollas vendió en cada batalla, y abriré la tuya a besos.

Protopito: -Bien se ve en sus ojos que el señor hace feliz a su mujer.

Próculo: -Cierto es, que con los años y la experiencia, un poco que haga uno es mucho, y aún diría más, que las jovencitas siempre han preferido los hombres maduros.

Actimelia: (echándole mano al paquete de su amante) –Quiero, Yogurino, beber de la fuente de tu juventud y olvidar a mi viejo marido, que no es fruta madura sino manzana pocha caída del árbol.

Yogurino: -Bébeme y cómeme, démonos un banquete mientras Protopito hila la hebra con tu plomizo consorte.

Y Actimelia, interpretado por Turbo Multo, pues las mujeres no estaban bien vistas en el escenario, empezó a usar de sus artes de volatinero y contorsionista para montar una serie de poses lo más procaces posibles junto a su Yogurino, mientras Próculo se iba por las ramas contando su triunfo en la batalla de Trapisonda. “Fóllatela, fóllatela, e irás a galeras”, “a ti tampoco se te levanta Próspero, por eso quieres que los demás estemos a pan y agua”, “caballo viejo no puede con yegua joven” y gritos similares se oían por doquier. El público, ya completamente desmadrado, reía y jaleaba a los amantes que en escena componían posturas amatorias nunca vistas.

-¡Esto es lo que entiendes por comedia edificante, esto es lo que escribes para defender la familia y el matrimonio!- le gritó Próspero a Sexto mientras le arreaba un pescozón entre el pitorreo general del auditorio. ¡Dos jovenzuelos fornicando como conejos y un esclavo burlándose de su amo!

-Es lo que mejor conviene a la economía de la comedia- atinó a decir Sexto, que no veía llegado el momento de estrujarle el pescuezo a Pomponio, morder así la mano que le da de comer.

-¡Te voy a hacer comer tu comedia, y aún más, no voy a economizar esfuerzos hasta desterrarte al más remoto lugar que pueda hallar!- le gritaba al oído mientras le tiraba de la oreja.

Mientras, en el escenario Yogurino y Actimelia seguían con sus juegos acrobático-sexuales escenario arriba y abajo, cada vez más crecidos ante los vítores del público. En uno de estos lances dio un traspié la juguetona de Actimelia, agarrándose para no caer a los cortinones que cerraban el frente escénico que estaba sin rematar. Al caer parte de la cortina, apareció tras ella Quinto con Julia, que aprovechando la discreción que le ofrecía ese escondite, había puesto a cuatro patas a la sobrina de Augusto con la saludable intención de hacerle olvidar su jaqueca. La gente cuando los vio follando allí en medio rompió en una cerrada ovación, vivas y pañuelos al viento. Cómodo, Tranquilo y su cuadrilla lanzaron al escenario todo el arsenal que llevaban escondido, berzas podridas y tomates maduros, criticando que según las leyes de la comedia de Aristóteles ese tipo de golpes de efecto más que la catarsis provocaba el cachondeo colectivo. La gente gritaba de todo: “así, así se romaniza a los íberos”, “esto es democracia, la sobrina del emperador y el hijo de su madre”, “que buena actriz la gobernadora, el papel de ramera lo borda”, “al final la familia del César ha doblado la rodilla ante los hispanos” o “qué bien follan las matronas romanas”. La aludida, desenganchándose de Quinto y componiendo su vestido, salió de escena con la dignidad propia de una princesa imperial, entre berzas voladoras, gestos obscenos y gente que pedía la vez para hacérselo con ella. Totalmente sobrepasado y lívido de la ira, mandó Próspero al centurión que desalojara la escena y echara a la gente del teatro, mucha de la cual ya cantaba coplillas sobre su cornamenta y lo convincente de su campaña para volver a las antiguas costumbres, que estaban dispuestos a secundar si incluían un revolcón con su mujer. Otra que estaba enfurecida era Gala, gritándole a Julia mala puta, vete con tu viejo y deja a mi Quinto en paz. Sexto, en un acto valeroso, había decidido desmayarse abrumado por los acontecimientos. Pomponio, aunque sin haber conseguido acabar la representación, recogía los aplausos del público, único a quien un dramaturgo de su talla se debe. Quinto gozó de su momento de gloria al ver a todo Tarraco muerto de envidia mientras se trajinaba a la bella Julia, pero optó por una discreta retirada, que en la cara del gobernador no era la envidia precisamente lo que se reflejaba.

El brusco fin de la representación no fue bien recibido por la plebe que se lo estaba pasando en grande, por lo que hubo insultos, forcejeos y tortas con los soldados que evacuaron el teatro a punta de lanza. En días sucesivos se llenó toda la ciudad de grafitis en los que se hacía mofa y escarnio de Próspero, que pasaba de la ira de verse ridiculizado en público a la vergüenza de verse cornudo, también públicamente. Además, ni un simple reproche pudo echarle hasta la hace poco fiel esposa, que le amenazó con escribirle una carta a su tío quejándose de lo abandonada que se sentía por su marido.

Con los que pudo vengarse a gusto fue con Sexto y con Gala, culpables de todo a su parecer, pues el cuento de que la obra era de Pomponio no hizo sino enfurecer más a Próspero Póstumo. Decidió desterrar a esta pareja de indeseables al más remoto confín de la provincia, al más aislado y rampante lugarejo olvidado de todo dios. En definitiva, que los infelices acabaron sus días en Ventorrillo, en una pobre casona rural con vistas al amplio páramo. Con el tiempo acabaron por aclimatarse a la nueva situación, pues todos los años llegaba una nueva remesa de legionarios que catar para Sexto, mientras Gala se especializó en el producto local, que tenía un juego de cadera que le recordaba a su querido Quinto. Sin olvidar nunca su añorada Roma, fueron un catalizador del proceso de romanización de la zona, y llegaron a ser un referente cultural de primer orden en los contornos, hallándose algún escrito que los equipara con los más grandes, como reza en el Liber Ventorrorum del autor local Cetrino Cecino” Agamenón, señor de amplios dominios, Aquiles, el de los pies ligeros, Sexto, el del culo en pompa.”

La carrera política de Próspero no fue la misma desde el incidente del teatro. Los ecos del escándalo llegaron a Roma, Julia acabó quejándose a su tío Augusto de lo desatendida que se sentía, y éste, que no estaba esperando más que un desliz de su plúmbeo acólito para librase de él, concedió el divorcio a su sobrina y destituyó a Próspero de su cargo de gobernador de la Citerior. A cambio, le concedió la jefatura de un proyecto destinado a revolucionar las comunicaciones. Le mandó a los confines de la Galia, a la zona del estrecho que separa el continente de Britania para estudiar la posibilidad de construir un túnel por el que invadir esa bárbara isla, y con la orden de no volver a verle hasta que no consiguiera resultados concretos. Así acabó la brillante carrera de Próspero, bajo tierra en lucha sin cuartel intentando conquistar nuevas tierras para el imperio, hasta que un buen día una roca aplastó su cabeza y sus ínfulas.

Quinto, por miedo a las represalias del marido burlado, se refugió en la casa y los brazos de Rufo, donde aplacó a modo toda la furia erótica que corría por sus venas, hasta el día que fue a buscarlo Turbo Multo con la noticia de que aquella misma tarde embarcaría toda la compañía rumbo a Massalia. Próspero les había exculpado de lo ocurrido, pero les conminó a abandonar la ciudad antes de que cambiara de idea. Con la marea, disfrazado de marinero para dar el esquinazo a los soldados que le andaban buscando, subió al barco con el resto de sus compañeros y con Pomponio, feliz por el triunfo artístico cosechado, aunque tuvieran que salir por la puerta de atrás. Ahora que contaba con la inestimable ayuda de Quinto Terco, embaucador de almas y amante a destajo, el futuro se le ofrecía venturoso. Quinto dejaba atrás por siempre Hispania, como había dejado antes Ventorrillo, siempre huyendo hacia adelante, impelido por esa energía dionisiaca que como un huracán caía sobre hombres y mujeres cubriéndolos con su pasión, y por su apolínea querencia a la poesía y la música, con la que conseguía la llave de cualquier voluntad. En Massalia muchas y muy sabrosas aventuras corrió junto a sus compañeros, pero esa es ya otra historia.