lunes, 18 de febrero de 2019

La cucaracha de mi ex

cucaracha

Hace poco pasamos como pudimos San Valentín, fiesta ñoña donde las haya, por lo que es buen momento de hablar de desamor, asunto tan ampliamente tratado como el amor, si no más. A los artistas de verdad lo que les inspira es la desgracia ajena, y sobre todo la propia, sea real o fingida. El ejercicio del desamor suele tomar cuerpo en maldiciones al ingrato, quejas y llantos de todo tipo. Dejando de lado las que se saltan la legalidad vigente, el ramillete es muy frondoso. Desde el tango arrastrado al ñoñipop, desde las rimas de Bécquer a Corín Tellado, hay tela que cortar: se fue, me dejó, será de otro, mal rayo la parta, vivir así es morir de amor, el frío del último encuentro, ya no puedo más, como el toro burlado, sin ti no soy nada, así no te querrán, y así hasta el infinito. Pero siempre hay nuevas variantes en este pozo sin fondo. En el pasado San Valentín, el zoo de El Paso, en Texas, ofrecía a quien quisiera bautizar a una de sus muchas cucarachas con el nombre de su ex. No consta si el aludido-aludida era informado de la suplantación de personalidad y su bajada de nivel en la escala evolutiva. En el antiguo salvaje oeste no se andan con chiquitas a la hora de ajustar cuentas, pues las cucarachas recién bautizadas fueron ofrecidas en sacrificio a los suricatos del zoo. De hecho, tal ha sido el éxito de la iniciativa que han llovido nombres de todo el país, teniendo que recurrir a los tamarinos y a los titíes, pues los pobres suricatos ya estaban empachados.
Confiemos que con esta nueva estrategia la peña consiga vencer la pena, la frustración y demás, pero que se vayan dando prisa antes de que los animalistas descubran semejante masacre, que las cucarachas podrán sobrevivir a una guerra nuclear, pero difícilmente a tanto desamor como hay por ahí.

lunes, 4 de febrero de 2019

Playmate del mes: Urraca Palomeque

playmate de altos vuelos

La playmate de este mes es una chica de altos vuelos y mucha pluma. Tuvo una infancia difícil, marcada por su complejo de patito feo, y cuando al fin se convirtió en cisne cayó en las redes de un pérfido hipnotizador de gallinas, su primer amor. Aquella mente perniciosa convenció a Urraca de que la mejor manera de superar los sinsabores de la vida era la estrategia del avestruz, táctica que no le dio ni para alpiste. Tras librarse de aquel pájaro de mal agüero intentó volar por su cuenta. Después de picotear aquí y allá se decidió por una disciplina que requería mucho tacto, como era la de sexadora de pollos. Fue una lástima que el pavo para el que trabajaba ahuecara el ala dejando la empresa en la ruina. El que la desplumaran y quedara con el culo al aire supuso una toma de conciencia para Urraca, entendiendo que este mundo tenía más mierda que el palo de un gallinero, y que pronto sería requerida para poner coto a tanto desaguisado. Fue por aquellos tiempos cuando recibió la visita del Espíritu Santo, que informó a nuestra playmate de que gracias a la gracia iba a engendrar un nuevo mesías que en su momento se convertiría en el gallo del corral. Visto el éxito obtenido por la virgen María y la blanca paloma, Urraca quiso probar suerte con una gallina blanca, forma que parece ser eligió esta vez el Espíritu Santo para aparecérsele. Así, será la primera playmate en quedarse preñada de tan rocambolesca manera. Aquí la vemos en el mágico momento en que el espíritu la cubre para obrar el milagro. Queda por ver si el fruto de tan singular unión será el mesías tanto tiempo esperado, capaz de hacer tortillas sin romper huevos y emplumar a tanta gallina sin cabeza que corre de un lado a otro. Mientras tanto Urraca, en alas de la santidad, empolla nuestra futura salvación.