En verdad os digo que hoy es un día grande para la fe. Habéis de saber que por fin los justos
han sido escuchados. Gracias al alto cielo, las mentes obtusas, los ateos y los
incrédulos han tenido que doblegarse ante los puros de corazón y reconocer al
Monstruo del Espagueti Volador, deidad central del culto pastafari, como
miembro de pleno derecho del panteón, codo con codo con dioses ya caducos como
Alá o Yahvé.
Y es que las profecías de San Fettuccine y San
Maccheroni, en las que anunciaban el advenimiento del reinado pastafari, se
están cumpliendo. Pronto los cielos se abrirán para contemplar en toda su
gloria al gran Espagueti Volador, creador de todo lo visible y lo invisible,
del sol y de la luna, de la lasaña y los raviolis. Sus fieles, que suman
legión, llena tienen la boca con su nombre, y viven sin vivir en ellos
esperando a unirse a su señor en el paraíso pastafari, repleto de volcanes de
los que surgen altas columnas de cerveza helada.
Porque hoy es una fecha que musitarán con fervor las generaciones
venideras. Uno de los fieles pastafaris, el austriaco Niko Alm, ha hecho que el
nombre de su dios resuene por los cuatro confines. Las autoridades de su país,
sordas y ciegas ante la verdadera fe, permitían que seguidores de otras
religiones posaran en su carnet de conducir con tocados propios de su secta,
tales como cofias de monja o pañuelos islámicos, mientras se negaban a
reconocer el sagrado sombrero con el que acatan la voluntad del altísimo los
fieles pastafaris, a saber, un colador de pasta.
Y como la perseverancia siempre tiene su justo premio,
después de tres años manifestando lo inquebrantable de sus creencias, la descreída
dirección de tráfico de Austria aceptó que en el carnet de conducir el beato
Niko apareciera con el susodicho colador de pasta como sombrero.
Esta es la prueba inequívoca de que una nueva era está a
punto de llegar. Todas las predicciones que indican que en el año 2012 se
producirá una inflexión en el devenir humano no son más que un barrunto de la
gran verdad: los tiempos del Monstruo del Espagueti Volador se acercan, y su
reinado ya no tendrá fin. Sus adeptos serán más numerosos que las arenas del
mar. Vivirán en eterna concordia rodeados de albóndigas, santificarán las
fiestas con carbonara, y del cielo caerán tortelini con queso rallado en vez
del soso maná. El viernes será por fin el día del señor, en el que todos se
vestirán de piratas para cantar el Adeste fideos y recibir su divina bendición,
y la paz y las barrigas llenas señorearán todo el orbe.
Así
sea.