lunes, 12 de noviembre de 2007

Arriba los corazones


Ya es oficial, el hombre es optimista por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe. Un reciente estudio científico afirma que el cerebro humano está diseñado para ser positivo. Cuando se le pedía a una serie de sujetos que imaginaran un futuro personal favorable y placentero, su actividad cerebral era más alta que cuando se lo imaginaban negro y contrario. Es de sentido común, que con los golpes que te da la vida, si no tuviéramos ningún parapeto, ya me dirían que iba a ser de nosotros.

Aún así, habitantes del primer mundo que somos y que tenemos asegurado techo, alimento, libros, medicinas y un montón de cosas más que harían felices a media humanidad, no paramos quietos hasta que no encontramos una causa de aflicción. Ahítos materialmente, pero todos en el psicoanalista: que no encuentro mi lugar en la vida, que no se me reconoce como persona, que no puedo desarrollar todas mis potencialidades, que no…

Y si ni con esas conseguimos nuestra dosis diaria de tristeza, siempre nos quedará el arte, pozo negro de neuras y demonios, depositados por esos psicópatas egocéntricos que se dicen artistas.

El afán de compartir toda la basura, malos rollos, complejos y manías con el prójimo es lo que define a estos creadores de artefactos culturales. Los coscorrones que le daba su padre, las toñejas de los compañeros de clase o las risitas del género opuesto, bien administradas, aderezadas con algún fetichismo o drogodependencia, dan para toda una carrera musical o cinematográfica, glosada por críticos que no harán ver como esta alma sufriente, en continua lucha contra la realidad más adversa, ha sabido sublimarla para entregarnos estas canciones o pelis en las que exorciza todos sus demonios y convertirse en referente para toda una generación. Con esta milonga músicos de la estofa de los plúmbeo-siderales de Pink Fluid, o el Kurt Cobain, en su variante de genio trágico-incomprendido, llevan engañando al personal ni se sabe. Otra especie es el cantautor plañidero, y si es escorado a lo social mejor, tipo Ismael Serrano, que está ahora de gira con entradas a precios populares.

André Gide decía que con los buenos sentimientos solo se hacen malas novelas; así se entiende que la mayoría de ellas estén sacadas de las crónicas de sucesos, no vayamos a dar tregua al incauto lector y que se nos duerma con una sonrisa en los labios. En el teatro, la comedia siempre ha sido la hermana pobre de la tragedia, madre de todas las virtudes. Así que no paran de representar esos dramones lolailos de Lorca, mientras las excelsas obras de Jardiel Poncela, cumbres del humor inteligente, se ven de ciento en viento, porque claro, la gente sale contenta del teatro, ¡a donde vamos a parar!

Lo de la poesía ya es un caso perdido. El sentimiento lírico se define en parte por la ausencia y la melancolía, por el dolorido sentir, pero ya se encargan los poetas de ahondar la herida, que todo son amores imposibles, desolación y muerte.

En cine, la sabía masa va en tromba a ver la última comedia garrula o de acción sin ningún reparo, a pesar de que críticos y entendidos llevan años clamando para que se dejen cautivar por los dramas iranís o las pelis del León de Aranoa, uno que hace caja con las desgracias ajenas. Confío en que sigan sin escucharles.

Hay que hacer una revolución, dar le espalda a todos esos mercachifles del dolor propio y las cuitas ajenas. Un optimista no es ni un insustancial, ni un escapista ni un desinformado. No somos más superficiales ni menos trascendentes que los sombríos agoreros vestidos de negro, cuya sucias intenciones no van más allá de hacerse el interesante a base de poses ensayadas ante el espejo. Patéales la jeta, pon a los Beach Boys, lee el pequeño Spirou o a Pedro Salinas y haz lo que te pida el cuerpo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, la defensa que haces de los optimistas me parece bien, pero me he sentido apuntada con el dedo como poeta. Ya tengo algo más de que quejarme, el optimismo vuestro es la causa primera de mi melancolia. Es broma, claro, como no podía ser de otra manera.

Chafardero dijo...

Bien sabedes que vos tenéis patente de corso, laureada poeta, para verter vuestras cuitas do queráis, que son tan bien traídas que a dichas asemejan