lunes, 15 de septiembre de 2025

La cosa

La riqueza mental es don que se puede cuantificar mediante el léxico que utilizamos. Al menos es lo que dice una inteligencia artificial al ser preguntada sobre individuos de poca inteligencia natural. La nueva fuente de sabiduría afirma que la gente con menos de dos dedos de frente se caracteriza por el uso abusivo de ciertas palabras y recursos, aunque creemos que estos vicios oratorios retratan a otros muchos. Vamos a pasar revista a cinco palabras que denotan que no eres muy brillante.

Yo: el uso reiterado del pronombre personal de primera persona indica que son personas muy suyas. Yo es un concepto que divide la realidad en dos partes irreconciliables. El Yo es la atalaya desde donde se contempla el mundo, la medida de todas las cosas. Los que están todo el día diciendo es que yo esto, es que yo lo otro, suelen mirarse el ombligo con devoción, ignorando todo lo demás, y tienen la misma empatía que un cenicero.

Obviamente: y sus sinónimos, adverbios aparentemente inocuos, son muy útiles para no argumentar tus ideas. Es un recurso para retorcer la lógica y llevarte el gato al agua. El agua moja, obviamente, porque la tierra es plana, y asunto resuelto.

Siempre: otro adverbio inofensivo, a no ser que lo metas en todas las frases. Denota rigidez mental, propia de personas a las que cuesta adaptarse a una realidad siempre cambiante. Esto se ha hecho siempre así, y punto en boca; frase lapidaria difícil de rebatir.

Cosa: contenedor semántico universal por excelencia. Vale para todo. Cosa es el cosmos, la política de fichajes del Logroñés, el ambiente del bar de la esquina o las fluctuaciones de la masa monetaria nipona. Es el comodín más socorrido, término que depende del contexto para adquirir significado pleno. Su uso abusivo denota pobreza verbal como mínimo, cuando no cosas peores.

El insulto: como gran aliado de los recursos anteriores, un buen taco cargado de mala baba, un exabrupto tabernario, una frase apocalíptico fratricida que apabulle al interlocutor, es la mejor manera de actuar para mucha gente. Ya se sabe que la razón se la lleva el que más grita, y que desear las calderas del infierno a toda la familia viva y muerta del prójimo te llena de argumentos.

Si conocen gentes con estos recursos lingüísticos es aconsejable que extremen las precauciones, no vayan a caer en sus mismos vicios. Yo, obviamente, siempre he visto así la cosa, maldita sea mi estampa.

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