lunes, 20 de septiembre de 2021

Soluciones sangrientas


 

Hace un millón de años, mes arriba mes abajo, en las grandes llanuras africanas estaba un mono encaramado en un árbol. En la monotonía de la tarde el tiempo parecía empantanarse, el simio bostezaba tirado indiferente en una rama. De repente sintió un agudo pinchazo en la cocorota, otro piojo incordiando. Se revolvió airado mientras se rascaba la cabeza, con tan mala suerte que se fue al suelo. Chilló enfadado mientras sus dedos expertos aplastaban al maldito incordio. Luego miró hacia su izquierda. Desde la rama se adivinaba una pequeña vaguada. Hacia allí se dirigió guiado por la curiosidad, quizás encontrara un arroyo donde chapotear y olvidarse del costalazo recibido. Desde ese día él y sus descendientes han seguido viajando, descubriendo nuevos lugares. Llanuras donde recolectar hierbas para llenar la tripa y vitaminar el espíritu, desfiladeros donde tentar ciervos y convertirlos en viandas, bosques primigenios donde follar entre el follaje, riberas donde construir poblados. A medida que la especie aumentaba en número fueron llenando el globo. Llegó el momento en que no quedó sitio en el planeta tierra sin presencia humana.

El espíritu aventurero y la cabezonería que nos caracterizan necesitan nuevas fronteras. Por ejemplo, Marte, el planeta vecino y el que más a mano queda. Si hasta ahora los viajes eran a pinrel, en montura o algún vehículo, el viaje al planeta de enfrente es más complicado. Hace falta un pepino de cohete como no se ha hecho hasta ahora. Una vez allí no será echar la toalla y tomar el sol, el clima marciano es muy caprichoso, el oxígeno poco y el agua aún está por ver. Otro problema es el equipaje, es un planeta poco desarrollado y los centros comerciales no estarían operativos hasta dentro de varios milenios. El pepino de cohete no puede llevar de todo, entre el material científico, las clásicas píldoras alimenticias a base de callos con tomate o sobrasada, y el equipaje de mano de los exploradores se acabó la carga útil. Investigando cómo ahorrar en el equipo a enviar y utilizando productos locales de ciclo corto, han dado con un método para construir edificios una vez amartizado. Es fácil, mezclar tierra marciana con sangre para producir algo parecido al cemento. Según Materials Today Bio, la albúmina del suero sanguíneo tiene cualidades compactantes. Los exploradores no tendrán que dar hasta la última gota de su sangre por la causa, pero casi. El futuro urbanismo marciano será una íntima comunión entre el hombre y su habitáculo, sangre de su sangre. Ahondando en el planteamiento, se calcula que otros fluidos corporales se podrán usar con fines constructivos. Quizás los excrementos se conviertan en madera, la orina en cristales y los mocos en el Loctite marciano. Serán viviendas orgánicas y recicladas, lo que no quitará para que la colonización acabe como siempre, con montañas de basura. Si nuestro ancestral antepasado lo hubiera sabido, quizás subiera al árbol otra vez a rascarse la barriga, ahorrándonos lo de destrozar un planeta y parte de otro.

 

8 comentarios:

U-topia dijo...

Si pudiéramos retroceder en el tiempo, desde luego es la solución más sencilla porque el ser humano seguirá en la misma dirección de generar basura, contaminación y, como bien dices, destrozando este planeta y con ganas de otros...

Rick dijo...

Bueno, el caso es que hemos llegado hasta aquí. El mal ya está hecho, pero lo peor es que no se nos ve mucha intención de corregir nuestro comportamiento. O no se les ve a los que siguen ganando dinero con el destrozo general. Así que nuestro papel es de meros espectadores en una película de miedo.

Doctor Krapp dijo...

Odisea espacial 2000 y pico versión Chafardero.
La pregunta es tópica y obligada ¿Qué se va a construir con el semen en esa sociedad de mierda?

Chafardero dijo...

@ U-Topia:
Menos mal que el universo es demasiado grande para que lo ensuciemos todo, pero la parcela que nos ha caído en suerte la vamos a dejar fina.

Chafardero dijo...

@ Rick:
Vale que los hay con más culpa, pero en lo de la contaminación todos aportamos nuestro cubo de basura a la causa. Pero como soy optimista, también pienso que si hemos llegado hasta aquí se puede ir más lejos y más limpios todavía.

Chafardero dijo...

@ doctor Krapp:
Por ejemplo, una sociedad marciana gobernada por sociópatas como Elon Musk, donde chupará la sangre de sus ciudadanos por el bien de su causa

Rodión dijo...

Ahora que tengo reciente la nueva película de 'Dune', del que también leí la novela hace la tira de años, no he podido evitar acordarme de los trajes que imaginó Frank Herbert para sobrevivir en un planeta inhóspito, reciclando los residuos humanos orgánicos, como el propio sudor y la orina. Una vez más cabe la frase de marras de que a veces la realidad supera a la ficción.

Chafardero dijo...

Yo también me acordé al ver la peli de Dune. En la novela el Marciano se pasan un montón de páginas explicando cómo se puede plantar patatas en Marte y abonarlas con cacas humanas. Todo muy científico pero más árido de leer que las llanuras marcianas.