Fran, más inocente e infantil de lo que era normal para su
edad, empequeñecido por la madre a base de torta va torta viene, recién caído
en un aula que más parecía una jungla, desamparado y solo ante las toñejas,
coscorrones y zancadillas que le llovían por ser nuevo, vio en el ladino de
Marcos su tabla de salvación. Gracias a sus influencias, le aceptaron en los
partidos de fútbol de los recreos, a pesar de ser todo un paquete. Con nosotros
echó sus primeros cigarros tras la biblioteca, montó en los autos de choque, y
Marcos hasta le regaló algún Interviú pringoso en el que salía la
Nadiuska en pelota picada.
Ya ven que poco hace falta para ganarse una voluntad. Así
que con la escusa de afianzar sus conocimientos en máximos comunes
denominadores, números primos y demás misterios matemáticos, nos franqueó la
puerta de su casa. Ya dijimos que pasaba las tardes solo, que por lo visto esto
del “alterne” daba mucho trabajo a sus padres. Marcos se quedaba un rato con
nosotros haciendo que se preocupaba por el ejercicio de turno, y cuando veía a
Fran luchando a brazo partido con una ecuación de primer grado u otro obstáculo
parecido, hacía mutis en dirección a la alcoba, donde registraba a diestro y
siniestro. En nuestras primeras visitas se contentó con la contemplación del
amplio surtido de bragas y sujes de la señora Montse, que ya es casualidad que
fuera a llamarse como la chica que me hacía tilín, aunque a ella yo más le sonase a tolón. Pero a la tercera o
cuarta excursión al dormitorio, Marcos decidió llevarse en prenda alguna prenda
de la interfecta, que cascársela de memoria pensando en unas braguitas rojas de
encaje es mucho trabajo cuando se pueden tener en una mano mientras te la
zumbas con la otra. Yo le dije que estaba loco, que se iba a notar, que la iba
a liar, pero él me calmó, me dijo que quien se iba a imaginar que eran los
amigos del hijo los que le levantaban las bragas.
En otro par de visitas se hizo con varios sujetadores más y
alguna que otra braga, con lo que sació su fetichismo. En los billares solía
mostrar sus trofeos a la tropa de macarrillas muertos de envidia, y hasta llegó
a pulir alguna braga a buen precio. Cumplido su objetivo, casualmente su
interés por Fran desapareció, dándole el esquinazo descaradamente, cuando no
alguna toñeja si se ponía pesado. Como la mayor parte de la gente estaba al tanto
de los trapicheos de Marcos en su casa, todo el mundo se reía de él a sus
espaldas. Me preguntaba a mí por el cambio de humor de su protector, y yo poco
podía decirle, pero por pena o por remordimiento, dejé que empezara a andar
conmigo. Me seguía en mis recorridos por el pueblo para hacerme el encontradizo
con Montse, montábamos guardia en el parque a ver si la veíamos pasar en algún
coche, me dejaba sus tebeos de Spiderman, o hacíamos juntos el camino al cole.
Y seguí yendo a su casa a ayudarle con los deberes, lo que fue mi perdición.
Aquel triste día subí un rato para ayudarle a distinguir
entre el sujeto y el objeto directo. Como Marcos ya no andaba de rapiña por la
casa, yo estaba más relajado, y después de meterme un buen bocata de nocilla,
me puse a jugar con sus geypermanes mientras él desmenuzaba oraciones. A las
siete y pico, cuando empezaba a oscurecer, me despedí y cogí las escaleras.
Bajaba despacio, mi cabeza todavía en lo más profundo de la selva amazónica,
donde el geyperman y yo habíamos luchado a brazo partido con una enorme pitón.
En cada descansillo había una ventana, y desde ella, a lo lejos, se divisaba la
calle de Montse, por lo que no me costó nada incluirla en el reparto de mi
ensoñación. Yo la defendería del ataque de la pitón, y como premio me
entregaría sus labios y sus pechitos, palpitantes todavía. El mero recuerdo de
sus encantos provocaba en mí una sensación de paz y placer, un estado de
ingravidez, al que se sumaba mi sangre, siempre alerta, en forma de dulce
erección.
4 comentarios:
Si es que a veces resulta complicado distinguir entre el sujeto y el objeto directo, se mezclan churras con merinas, galgos con podencos y se acaba haciendo recorridos que hubiera sido mejor evitar...
Feliz verano. A la vuelta me enteraré de cómo acabó esta incauta víctima de la abrasiva adolescencia....
Vaya trajín con las braguitas y con la imaginación de adolescentes en busca de satisfacción... a ver como acaba todo esto...
@ Rick:
Feliz verano a ti también. A la vuelta te enterarás cómo salió el análisis sintáctico
@ U-Topia:
Pues terminará como el rosario de la aurora, me temo.
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