lunes, 7 de abril de 2008

Fin del mundo


Si hace poco les decíamos que está cerca el viaje en el tiempo, ahora les advertimos de que lo que está cerca es el final de los tiempos, y también tiene la culpa el acelerador de hadrones que están a punto de estrenar en Ginebra. Unos científicos rusos calcularon que con las energías desprendidas de este parato se podrían crear agujeros de gusano que conectarían con el futuro. Pero ahora los científicos Walter L. Wagner y Luis Sancho han vuelto a hacer números y han caído en la cuenta de que lo que se puede crear es un agujero negro que se coma la Tierra en una sentada.

Ya verán que no es cosa de broma, por lo que el amigo Wagner se personó en el juzgado de guardia de su pueblo, allá en las Hawaii, y les ha metido una querella a los constructores del acelerador de partículas para que paren en su loco afán. El juzgado la ha admitido a trámite, aunque no sabemos si el largo brazo de la justicia hawaiana llegará hasta la frontera franco-suiza.

Y suerte tienen los ingenieros y científicos que trabajan en el proyecto de que Super Garzón no se haya enterado del pastel y se declare competente en el asunto. Precinta el aparato, les aplica la ley antiterrorista y en cinco días a solas con la guardia civil confiesan los pobres hasta el asesinato de Prim. No olviden la alta calificación del benemérito cuerpo en delincuencia tecnológica; con un par de retoques y una mano de pintura convierten el acelerador en una casa cuartel con galería de tiro y pista de petanca.

Hasta el verano tienen para hacer realidad sus sueños antes del fin: una semana con el macizo del quinto en Bali, irse de juerga con la selección brasileña femenina de vóley playa, quemar el campo del Betis o hacer un seminario sobre derecho romano en Móstoles. Dense prisa, que ya ha comenzado la cuenta atrás.

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