lunes, 29 de septiembre de 2025

Baches


 

Hoy nos vamos a enredar en la red viaria, telaraña de asfalto donde tantas veces quedamos atrapados gracias a esas singularidades llamadas baches. Con el paso del tiempo y de los vehículos el firme de las carreteras acaba flojeando. En ciertos puntos se resquebraja y da paso a una irregularidad que te puede hacer saltar por los aires si no estás atento. Todo normal, el desgaste por el uso, que todo lo aja. Lo anormal llega con la intervención de la administración a la hora de subsanar el exabrupto del asfalto. La cantidad de variables que confluyen en una actuación de este calado es abrumadora, y todas implican demora. Los fondos europeos de cohesión que no llegan, el pliego de condiciones con una errata en la página tres, la operación de juanetes del secretario municipal, la pérdida de aceite de la apisonadora; todas son causas de retrasos irremediables. Existen baches donde se atoraron los cañones de Napoleón, otros vieron los bajos de Isabel II, y siguen en activo. La maquinaria administrativa es tan lenta que cuando llegan las máquinas al kilómetro correspondiente, lo que era carretera más parece campo de minas. Hay agujeros donde se han desarrollado complejos ecosistemas evolucionados a partir de bacterias que se alimentan de alquitrán. En otros se sospecha que se ha empadronado la chica de la curva.

Pero siempre hay gente que sabe estimular a la administración. El malagueño Rick Navarro pintó un pene sobre un socavón que llevaba en una calle desde 1989 nada menos. Los municipales le pillaron in fraganti pintando una gran polla roja en el histórico bache y amenazaron con multarle. Pero al día siguiente el agujero había desaparecido. Parece ser que la estrategia viene de Inglaterra, y por aquí ya se ha utilizado en distintos lugares con buenos resultados. Es enterarse de que hay una polla pintada y el ministerio de infraestructuras entra en pánico, el consejero de fomento toca a rebato, y el concejal de obras pone en pie de guerra a los peones camineros. Se incoa expediente de extrema urgencia, se movilizan fondos, ya sea quitándoselos a la Peña Filatélica Municipal si fuera necesario, y se ejecuta la intervención aunque sea el día del santo patrón. Una polla bien lo merece.

Otra variante que también funciona en ciertos ayuntamientos es la de pintar banderas palestinas sobre los baches. Gracias a la diligencia de algunos de nuestros líderes, la sangre de los inocentes sirve para arreglar las carreteras.

 

lunes, 15 de septiembre de 2025

La cosa

La riqueza mental es don que se puede cuantificar mediante el léxico que utilizamos. Al menos es lo que dice una inteligencia artificial al ser preguntada sobre individuos de poca inteligencia natural. La nueva fuente de sabiduría afirma que la gente con menos de dos dedos de frente se caracteriza por el uso abusivo de ciertas palabras y recursos, aunque creemos que estos vicios oratorios retratan a otros muchos. Vamos a pasar revista a cinco palabras que denotan que no eres muy brillante.

Yo: el uso reiterado del pronombre personal de primera persona indica que son personas muy suyas. Yo es un concepto que divide la realidad en dos partes irreconciliables. El Yo es la atalaya desde donde se contempla el mundo, la medida de todas las cosas. Los que están todo el día diciendo es que yo esto, es que yo lo otro, suelen mirarse el ombligo con devoción, ignorando todo lo demás, y tienen la misma empatía que un cenicero.

Obviamente: y sus sinónimos, adverbios aparentemente inocuos, son muy útiles para no argumentar tus ideas. Es un recurso para retorcer la lógica y llevarte el gato al agua. El agua moja, obviamente, porque la tierra es plana, y asunto resuelto.

Siempre: otro adverbio inofensivo, a no ser que lo metas en todas las frases. Denota rigidez mental, propia de personas a las que cuesta adaptarse a una realidad siempre cambiante. Esto se ha hecho siempre así, y punto en boca; frase lapidaria difícil de rebatir.

Cosa: contenedor semántico universal por excelencia. Vale para todo. Cosa es el cosmos, la política de fichajes del Logroñés, el ambiente del bar de la esquina o las fluctuaciones de la masa monetaria nipona. Es el comodín más socorrido, término que depende del contexto para adquirir significado pleno. Su uso abusivo denota pobreza verbal como mínimo, cuando no cosas peores.

El insulto: como gran aliado de los recursos anteriores, un buen taco cargado de mala baba, un exabrupto tabernario, una frase apocalíptico fratricida que apabulle al interlocutor, es la mejor manera de actuar para mucha gente. Ya se sabe que la razón se la lleva el que más grita, y que desear las calderas del infierno a toda la familia viva y muerta del prójimo te llena de argumentos.

Si conocen gentes con estos recursos lingüísticos es aconsejable que extremen las precauciones, no vayan a caer en sus mismos vicios. Yo, obviamente, siempre he visto así la cosa, maldita sea mi estampa.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Esa música

La vida es un tango, todo pena y desconsuelo.

─Es más bien como un bolero, melosa e ingrata.

─Me hubiera gustado que fuera todo rock and rol, drogas y sexo sin parar.

─Tú no hubieras dejado un bonito cadáver ni de joven.

─Lo dice el que creció bailando pasodobles con orquestas pachangueras.

─No como tú, que roncabas a dos carrillos con tus discos de hard bop.

─El vacío existencial solo de tarde en tarde lo saciaba con el órgano de Bach.

─Yo con los órganos de las gachís en los váteres de las discotecas con Giorgo Moroder a todo dar.

─En fin, qué fue de Salut les copains, qué fue de aquella dulce juventud con Françoise Hardy en la gramola.

─Pues que con el tiempo se pasaron a Camela en los autos de choque.

─Qué fue del bucolismo sideral de Enya.

─Acabó cantando música urbana con pantalones cagados.

─Qué fue de la banda trapera del río y su alcantarilla soul.

─Ahora escuchan a indi pijos intensitos.

─En fin, solo nos quedan los sonidos del silencio en la memoria.

─No todo está perdido. Siempre nos quedará la tuna.

─Cuánta razón tienes, capullito de alhelí.