La vida sexual del clero, en teoría inexistente, siempre ha dado mucho juego. De hecho, a más de un seglar le gustaría ser tan activo sexualmente como lo son algunos clérigos. Desde la altura que les proporciona estar más allá de lo humano y de lo divino, se atreven con numeritos que ni a la gran ramera de Babilonia se le ocurrirían. La sana doctrina solo permite un misionero conejero con la luz apagada y luego un rosario por si en mitad de la coyunda se ha colado algún pensamiento lascivo. Pero los ministros del señor le ponen más imaginación, ya que pecas no te quedes a medias. Eso debió pensar Travis Clark, sacerdote católico de St. Tammany, en el remoto sur de los USA. A sus treinta y siete años quizás sentía que la parroquia que le cayó en suerte era bastante aburrida, solo cuatro viejas cuyo mayor pecado sería que se les fuera la mano con el chorro de Bourbon que le echaban al café, y ya se sabe que la ociosidad es la madre del pecado. Además del verbo divino, Travis necesitaba otros alicientes, por lo que montó un trío en el altar mayor con dos dominatrix. Mientras las buenas samaritanas le penetraban con sus vergas de goma, en una experiencia religiosa que no desmerecería las tenidas por Santa Teresa, y se grababan con un móvil, acertó a pasar por allí un feligrés que tras observar la escena y no apreciar intención eucarística alguna en ella, llamó a la policía. El trío calavera acabó en la cárcel, luego en libertad con cargos, y finalmente el cura suspendido de su función de pastor de almas, en vista de cómo pastoreaba los cuerpos. Las chicas suponemos que con la fama ganada habrán subido el caché por sus servicios, sea en lugar sagrado o profano.
Es comprensible que el jefe de Travis, el arzobispo Aymond, no esté nada contento con las fiestecitas que montaba su subordinado. Ha grabado un video en el que, aparte de pedir perdón por la actitud de otro cura al que se le fue la mano con un menor, informa que ha mandado quemar el altar mancillado por el acto sacrílego. El fuego purificador siempre le ha gustado a la jerarquía, y es lo mejor para quitar el olor a sexo sucio que desprendía el retablo. Es una represalia precipitada. Los caminos del señor son inescrutables, y en verdad creemos que con este hecho nos está mandando un mensaje de calado. Con la continua bajada de público que sufren en sus locales convenía que actualizaran sus rituales, y estos tríos molan más que el de Cristo entre los ladrones.
8 comentarios:
¿Esta historia es real? jajaja, no me lo puedo creer... cuantas cosas sabes, con razón llevas el sobrenombre que llevas...
Menuda historia... Desde luego, sí que le echan más imaginación, y también pueden permitírselo: nada como ser ministro de la Iglesia para poder profanar de verdad; solo lo sagrado puede profanarse. Y si luego el arzobispo manda quemar tu altar, ¿qué más quieres? Solo podría haber mejorado la función si las chicas se hubiesen disfrazado de la Virgen María y de la Magdalena penitente, o de monjitas de clausura de la orden de Santo Domingo. ¿Y el caliz y las hostias consagradas? ¿Esas no las han quemado? ¿Está seguro el señor arzobispo de que no han sido utilizadas? Porque dan mucho juego... Ya puestos a profanar, mejor hacerlo a lo grande, como diría el Divino marqués.
Bromas aparte, estoy convencido de que, para más de un obispo católico, un escándalo como este está a la altura de las tristes noticias que se destapan de sacerdotes que han abusado de niños, como si ambos escándalos fuesen comparables. En tantos casos, la basura se oculta bajo la alfombra y la institución ha preferido mandar al cura a una diócesis alejada en lugar de mandarlo de una patada al juzgado. Aquí el arzobispo de Nueva Orleans ha hecho más ruido y ha sacado de la Iglesia al sacerdote pecador, no sea que los fieles se rasguen las vestiduras. Ya podía haber más Travis Clark y menos pederastas en el club.
Cierto es que hay una larga tradición de sexo comprado y jerarquía eclesiástica ¿pero un simple cura? Yo creo que eso es lo que le jodió, valga la redundancia, al arzobispo. Un simple cura haciendo algo digno de arzobispos y cardenales. Menuda impertinencia.
Si es que las Sagradas Escrituras dan mucho juego: con la cantidad de perversiones y sadismo que se contienen en la literatura religiosa, no es extraño que sus militantes tomen nota y vayan desarrollando la teoría. Y al hilo de lo que dice herr Doktor, si un simple curilla de a pie ya llega a semejante grado de refinamiento, a saber a qué extremos llega la Santa Curia...
@ U-Topia:
es otro de esos casos en lo que la realidad da sopas con ondas a la ficción.
@ Rodión:
Desde luego, el amigo Travis no hacía mal a nadie, no como su colega. Pero la jerarquía los pone en el mismo plano, o peor, porque no se ha oído que quemara el altar del pederasta.
@ doctor Krapp:
desde luego, no respetar el escalafón, hasta para devaneos sexuales, es pecado mortal.
@ Rick:
Utilizado como manual sexual, la biblia quizás supere al Kamasutra.
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