lunes, 25 de marzo de 2024

Estimulación económica


 

Cualquier gurú económico te dirá que el santo grial de su gremio es la productividad, palabra mágica que sirve para enderezar desequilibrios económicos habidos y por haber. Cuando preguntas cómo mejorar tan elusiva variable se pierden en un montón de banalidades aderezadas con jerga técnica, pero que se traduce al román paladino con la ecuación trabajar más, ganar menos. Porque sí, los ricos cada vez ganan más, pero no es suficiente, debemos sacrificarnos por ellos. Menos mal que hay otras formas que no pasan por trabajar de sol a sol por un plato de lentejas. El portal de empleo Jobatus ha hecho una encuesta entre cuatro mil seiscientos empleados. El 4% reconoció que se masturba en el trabajo y que repercute favorablemente en su productividad. Ya ven qué fácil. Nada de captar sinergias vía tormentas de ideas, optimizar recursos fungibles redundantes, o externalizar dinámicas de pilotaje en el empoderamiento digital. Diez minutos en el lavabo y vuelves a tu mesa con ganas de despachar expedientes como si no hubiera un mañana. Según la dicharachera encuesta, son los hombres, jóvenes, y de Murcia, los más aficionados a darle al manubrio. Por el contrario, las mujeres, maduras, y del País Vasco, son las que menos acuden a la autoestimulación, al menos en horario laboral.

La lectura de los datos es clara. Si solo el 4% se la casca pero es la que más produce, hay que implementar actuaciones orientadas a la implantación de tan rompedora estrategia productiva. No es por darle una alegría al trabajador, hasta ahí podíamos llegar, es por el bien de la empresa. Los departamentos de recursos humanos deben redirigir sus políticas de optimización de la mano de obra para que esa misma mano, sea la derecha o la izquierda, se la menee a gusto y pueda rendir como se espera de ella, dándolo todo. Cuando Marx habló de la alienación de la clase trabajadora seguro que no se imaginó hasta dónde se podría llegar. Todo sea por elevar los beneficios empresariales, que últimamente los maserati están muy caros.

 Aun así, se puede dar un paso más. En la encuesta también informan que un 2% follaba en el curro. No hay datos sobre si mejora el rendimiento, habría que estudiarlo. Pero la perspectiva de un polvo conejero contra la máquina de café o uno retozón sobre la mesa de la sala de reuniones puede tener efectos sobre la cuenta de resultados. Cuando la economía está en juego, todo vale.

8 comentarios:

Cabrónidas dijo...

Quién sabe si esas novedosas técnicas llegarán a las naves de los polígonos industriales.

Anónimo dijo...

Llegarán, será de las pocas veces que sindicatos y patronal se pongan de acuerdo

María dijo...

jajaja ¡eres fantástico! no es sólo que domines todo tipo de jergas y lenguajes técnicos, es que tus ocurrencias son dignas de ser remitidas a alguna antología ( no sé cual, pero alguna habrá que las recolecte como se merecen) eso sí, con tanta actividadm, me pregunto si ese 4% llega a casa o se queda tirado por las escaleras, sin llegar totalmente agotados ; ) un abrazo muy fuerte y mil gracias, deberías cobrar entradas, siempre me voy partida de la risa de tu blog!!!

Chafardero dijo...

Gracias, gracias. No sabemos qué vida sexual tendrán después de vaciarse en el trabajo, pero lo importante es que han cumplido las expectativas del patrón

José A. García dijo...

Este tipo de investigaciones siempre resultan de lo más interesantes en cuanto a las conclusiones...

Saludos!
J.

Rick dijo...

¿Solo un 4%? Me parece raro. Hubo una época en que de pronto desaparecían empleados por el camino al WC con bastante frecuencia, pero por lo general era que se "mantenían en forma" gracias a dos o tres tiritos. Supongo que por la crisis (siempre hay una) el consumo habrá bajado y muchos vuelven a las terapias tradicionales. Pues bienvenidas sean: seguro que la salud les mejora. Sobre todo a los de Murcia.

Chafardero dijo...

@ José A García:
Sobre todo si las conclusiones son como estás

Chafardero dijo...

@ Rick:
desde luego, esta terapia es mucho más económica y deja menos efectos secundarios, aunque antaño los curas metían miedo con que te descalcificabas y no sé cuantas calamidades más podías sufrir.