En estas vidas rutinarias que nos toca vivir muchas veces solo los sueños hacen que nos levantemos cada mañana, son el único aliciente que nos da fuerzas para seguir adelante. El carácter de ese sueño va en consonancia con los íntimos anhelos de cada uno. Desde que te llamen de Hombres, mujeres y viceversa hasta que te consigas casar con un inspector de hacienda, ser una estrella del rock o del porno o descubrir un nuevo elemento de la tabla periódica.
El protagonista de la historia de hoy, Jeff Waters, de Florida, tenía un sueño del montón, montar un restaurante italiano. Pero con algunas peculiaridades. Nada de un local coqueto y recoleto con aroma de la Toscana y un hilo musical a base de Marino Marini y Peppino di Capri. Waters pensaba a lo grande, había ideado un restaurante italiano submarino con capacidad para treinta millones de personas. Vamos, que en dos tandas podría dar de comer a todos los italianos juntos mientras manadas de tiburones rondaban por las inmediaciones dispuestos a devorar los restos de pizza y antipasto que dejara la legión de comensales.
Como tantas veces, el problema era el maldito parné, pues un negocio visionario pocas veces logra financiación a su altura. Tras intentarlo por las vías habituales y recibir la incomprensión, cuando menos, por respuesta, encontró una solución alternativa. Un vagabundo le facilitó un cheque en blanco y le dijo que podía rellenarlo con cualquier cantidad. El crédulo de Jeff, sin pensárselo dos veces, puso la primera cantidad que se le pasó por la cabeza, por ejemplo 368 mil millones de dólares, que millón arriba millón abajo sería lo que calculaba que costaría su pequeño restaurante, y se fue al banco más cercano a cobrarlo.
No se sabe si la cara de borracho con la que el soñador se presentó en la ventanilla o la cantidad tan poco habitual que quería retirar alertaron al cajero, el caso es que llamaron a la poli y se lo llevaron detenido. Por supuesto, sin cobrar, aunque no sabemos si la pasma le dio un adelanto a cuenta.
De todo lo cual se deduce que o bien buscamos sueños más realistas, como montar un puesto de perritos calientes, o aprendemos a falsificar cheques, para que luego la cruda realidad no nos pase factura.
10 comentarios:
Vaya hombre, con lo ilusionado que debió de ir a cobrarlo. Si es que esas cosas solo pasan en los cuentos de hadas tipo "Pretty woman" y similares...
A estas alturas, ya ni siquiera los cheques falsificados son un buen negocio; sospecho que es un medio de pago que está pasando de moda.
Es que siempre hay incomprendidos que no los entiende ni Cristo. Pobre criatura.
Saludos.
O a cambiar de careto al ir a cobrar... ostras!!!
Los sueños son sueños y conviene no constreñirlos a la realidad porque entonces dejan de ser sueños ¿no?
Salud-os!!
jaja ...Creo que solemos confundir proyectos con sueños. Un proyecto para que sea viable necesita siempre financiación ( me parece que este elemento con sus luces ni con 368 millones hubiera podido poner en practica su proyecto ;) ...sin embargo, un sueño para existir solo necesita que alguien lo siga soñado... si se materializa deja de ser un sueño;)
Muchos besos y.. no cojas cheques de extraños!
¿Y estas cosas tan alocados y que tú descubres no están penadas por la ley?
Tanto dispendio para nada. El submarino estaría mejor en pleno Mediterráneo ya que para los comensales podría ser un aliciente ver como los tiburones se van comiendo a todos los inmigrantes que se ahogan por querer entrar en Europa.
Un poco macabro pero hay mucho amante del gore con pasta.
@ Rick:
Sí, la próxima vez que pruebe con billetes falsos o letras de cambio.
@ Rafa;
creo que hay que darle un poco al morapio para entender a éste.
@ U-Topia:
el amigo no constriñó nada, soñaba a lo grande.
@ María:
Si me intentan regalar algún cheque por 368 billones, declinaré el ofrecimiento, tranquila.
@ Dr Krapp:
En fin, no es mala idea. Como siempre, solo falta la financiación, pero no te aconsejo lo del cheque.
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