Después de correrse otra vez por su cuenta Paki quedó tirada
en el asiento medio amodorrada entre eructos de cerveza y algún ronquido
ocasional. En ese derroche de familiaridad entendí que había una sintonía de
fondo, la de tipos que sobrevuelan la mediocridad y suben el nivel del cotarro.
Con esta tía podría pasar horas muertas montando El Halcón Milenario, machacando
chusma en el fortnite o tardes románticas en el sofá viendo la saga completa de
Alien. Me las prometía muy felices con mi bruja con tacón de aguja, que se
había corrido dos veces en la primera cita, cosa que no me había pasado nunca.
Cuando se despertó al de un rato me miró como si no se
acordara de mí. Bajó a mear, se vistió y cogió el camino de vuelta sin decir ni
mu. Yo la entendía, había sido una experiencia muy fuerte, polvo salvaje entre
los muertos, normal que necesitara tiempo para asimilarlo por muy siniestra que
fuera, pero es que no puedo estarme callado. Así que saqué uno de esos temas ligeros
y a la vez interesantes. Le hablé de que estaba poniendo un rodapiés en el
pasillo de mi casa que imitaba mármol blanco, lo más en decoración de
interiores. Estás invitada a la inauguración le dije, por la mirada que me echó
supuse que era más partidaria de la madera que del mármol. En una hábil pirueta
salté a las motosierras y su despliegue en el cine, con pelis, modelos, tipos
de dentado y tal. Por ahí creo que abrí una brecha en su muro de silencio pues
le arranqué algún monosílabo, aunque también comprobé que le pisaba más a la
furgo. Cuando puso a Alice Cooper a todo dar me callé pues total ya estábamos
llegando. Me dejó frente al bar, le dije que estaba invitada cuando quisiera.
Si eso ya tal respondió quemando goma y perdiéndose calle abajo.
En los días siguientes no apareció por el Tichi´s y no sería
porque no la invitara por whatsapp. Al principio me daba largas, luego fue el
silencio y al final descubrí que me había bloqueado. Y eso que me lo curré, le
mandé fotos de todas mis figuritas de zombis radioactivos, mis posters de
Marylin Manson y la invité a ver en mi casa Holocausto canival, pero como si
nada. Te roban el corazón, se lo comen crudo y te dejan en carne viva. Como a
todas, a Paki le entró el miedo en el cuerpo a cuerpo conmigo. Es que doy
demasiado y no aprendo.
A pesar de la breve pero intensa relación con Paki, tengo
que reconocer que me dejo huella, y no solo por los arañazos en la espalda. Mientras
Marisol me echaba Betadine repetía pero qué gilipollas eres. Aparte de sus
croquetas, otra cosa que le envidio es cómo lleva treinta años con Mat. Siempre
me responde lo mismo, él no mete el morro en mis cazuelas y yo no husmeo en sus
asuntos. Muchas tías han tenido la suerte de llegarme a conocer, pero mi mundo
interior es tan rico que asusta, como cuando te metes en un bazar chino
abarrotado de mil cosas distintas. Pero Paki me enseñó la dimensión
transcendente del amor, el poder follar con una tía mientras te jalean voces
del más allá es una experiencia religiosa. Desde que estuve con ella ya no
concibo otra manera de hacerlo. El problema es que muchas tías están apegadas a
la rutina y no piensan más que darle alegría al cuerpo sin alimentar el alma.
Pero ahora que tengo apoyo espiritual estoy seguro de que no tardará en llegar
la mujer de mi vida. Mientras tanto, todas las noches me miro al espejo y soy
feliz mientras me la casco, oyendo de fondo explosiones y gritos procedentes de
la quinta dimensión.