lunes, 20 de mayo de 2013

De cómo aún a su pesar el caballero del Flequillo Flojo declaró sus hazañas (II)


–No estamos aquí para discutir si sus predecesores corrían moros o cristianos, sino para acatar la voluntad real, que en este punto es muy clara. Todo caballero andante que vagara por su reino, sea cual sea su cuna o nación,  deberá pagar un tributo para sostener la campaña de Flandes, que va para largo, y bien sabrá lo costoso que sale clavar una pica en aquellos andurriales.
– ¿Pero dónde se ha visto semejante atropello, tal escarnio a la sagradas leyes de la caballería? –se incendió el del Flequillo Flojo, al que el molinillo que coronaba su casco las aspas empezaron a girarle enloquecidas –mezclar en el mismo odre sus pedestres cálculos mercantiles con el oficio de paladín errante, donde las únicas cuentas son amor y honra.
–Cuando vaya acabando sus quejas me hará una relación por menudo de los duelos que le han acontecido en el último año, las doncellas rescatadas, agravios desagraviados y demás ocupaciones propias de su condición, para que vayamos aplicándoles a cada una la tasa que le corresponda. Y tenga presente que toda resistencia será vana, que como no afloje la bolsa aquí y ahora los de la Santa Hermandad –señalando a los alguaciles que le rodeaban con ganas de ponerles las manos encima –no han de tener ningún reparo de acabar con sus huesos en prisión.
–Para que veas, Parco amigo, en que acaban los reyes y príncipes, en vulgares asaltadores de caminos, que otra cosa no es ésta sino un espolio en toda regla.
–No debería extrañar a su merced lo que vemos. Nobles y magnates labraron su posición levantándole las alforjas al prójimo, normal que cuando la necesidad aprieta vuelvan por sus fueros.
–Como sigan vituperando al rey nuestro señor les voy a aplicar un correctivo que hará época en sus anales andantes –dijo tajante el recaudador de impuestos, a la par que apremió a Tirso Terco a que hiciera descripción de sus hazañas para establecer la correspondiente contribución. Hízolo nuestro caballero de mala gana, y hasta podemos afirmar que contrariando su juramento de ir siempre con la verdad por delante, algún lance se dejó en el tintero.
Hizo el escribano sus cuentas y dieron un total de mil maravedís que Tirso Terco tendría que pagar sí o sí si quería seguir ejerciendo de caballero andante y no de caballero enjaulado.
–Pero nosotros no poseemos tal suma, que no somos mercaderes ni chalanes, que nuestro oficio no reporta beneficio alguno, solo la gloria venidera y el afán de servicio a nuestra dama.
–Pues idle a pedirle prestado a ella, que seguro que le place auxiliar a su caballero.
–Antes la muerte que abusar de semejante manera de mi amada Brisilda, que una cosa es que sea de natural liberal y otra que la vaya con ese sablazo.
–Como la magnanimidad de nuestro señor no conoce fin, también acepta contribuciones en especie.
– ¿Y de qué especie se trataría? –inquirió el del Flequillo Flojo algo amoscado.

lunes, 13 de mayo de 2013

De cómo aún a su pesar el caballero del Flequillo Flojo declaró sus hazañas (I)

Amaneció un nuevo día y con él el caballero del Flequillo Flojo se echó a los caminos en busca de doncellas que socorrer, menesterosos a los que auxiliar, entuertos que enderezar, y sobre todo, dejar constancia que los ojos de la su dama eran los más bellos de toda la cristiandad y que no tenían par desde la pérfida Albión hasta el reino del preste Juan. Montado en Rampante, su fiel percherón, y con Marco Parco, su leal escudero, a su diestra, iban por una vereda que bordeaba un fresco sotillo, y tan sabrosa soledad trajo hasta su memoria los días en que allá en la inmortal villa de Ventorrillo pasaba las tardes bajo la reja de su amada, Brisilda de la Solana, aquella por quien bebía los vientos, recitándole versos de su puño y letra en los que alcanzaba a contarle todo lo que en su pecho bullía cada vez que pasar veía su cuerpo gentil por el vano de la ventana.
Bien es sabido que cuando un enamorado saca sus penas de amor a paseo el camino se achica por no cansar al afligido corazón. Marco Parco, al que la víscera que más le preocupaba era su estómago, iba renegando del magro desayuno que le dieran en la venta y de lo incierto que se presentaba el almuerzo. En estos asuntos iban caballero y escudero cuando toparon cerrándoles el camino dos carretas cruzadas guarnecidas con hombres de armas, a pie y a caballo. De entre todos ellos destacaba un gentilhombre vestido de negro, golilla inmaculada, bigote fatuo  y capa corta, que delante de las carretas había emplazado una silla y una mesa  con recado de escribanía, que bien se diría que era un despacho ambulante lo que allí habían pergeñado.
– ¡Alto en nombre del rey! –le conminó el que a la mesa sentado estaba.
–Así haré si es el rey el que lo pide –respondió Flequillo Flojo.
–Decid, os lo ruego, vuestra nación y filiación –continuó el de negro mientras los hombres armados estaban prestos a atajar  cualquier falta de colaboración.
–Este que os habla es Tirso Terco, hidalgo de la noble e invicta villa de Ventorrillo, capital del Páramo, y el que me acompaña en calidad de escudero es Marco Parco, convecino mío.
– ¿Y a qué se debe vuestro paso por estas tierras?
–A que de un tiempo a esta parte, enamorado de Brisilda de la Solana, dama principal de Ventorrillo, he decidido tomar los hábitos de la andante caballería para pregonar a los cuatro vientos las gracias de mi señora, además de ganar gloria y honra para mí.
–Como caballero andante que es, estará informado de la nueva tasa que el rey nuestro señor ha tenido a bien imponer a todos los de su condición –dijo el escribano mientras se atusaba las guías del bigote.
–Voto a tal que no he tenido noticia de semejante nueva, pero quiero participarle que yo, Tirso Terco, provengo de los más nobles linajes de Ventorrillo, y las armas de mi escudo ya hacían volver grupas a los infieles en Covadonga, por lo que puedo decirle que estoy exento de cualquier tributo o estanco que quiera su merced aplicarme.

lunes, 6 de mayo de 2013

Vente a Marte

vente a marte pepe

En Marte no hay marcianos decía la canción, están todos en la tierra. Pero pronto va a cambiar la situación. La humanidad, una vez colonizados los cuatro puntos cardinales de su planeta natal, se lanza a la conquista del cosmos, empezando por el vecino de al lado. Y esta vez es de verdad, nada de novelas de ciencia ficción. Pero no se crean que el espíritu de los antiguos descubridores es el que anima esta misión, sino que se trata de un gigantesco programa de televisión, un gran hermano sideral.

Mars One, la empresa que pretende crear una base permanente en el planeta rojo en el 2023, para buscar financiación ha decidido montar un reality show en el que los espectadores podrán elegir a los astronautas más molones o macizorros para el primer viaje tripulado a Marte. Se acaba de abrir la inscripción y dicen que ya hay cuarenta y cinco mil candidatos. De todos ellos cuatro acabarán posándose en Marte exactamente el 24 de abril del 2023 (la hora no ha sido confirmada todavía). Sucesivas misiones harán que la demografía marciana alcance los 20 habitantes en el 2033. Porque si no se han dado cuenta, este es un viaje solo de ida, por lo de abaratar costes. Piénsenlo bien a la hora de apuntarse que una vez allí no hay vuelta atrás, que pasarán el resto de sus vidas entre las arenas de Marte.
Tal como está planteada la teleconquista  creemos que va a tener un notable sabor español. No porque seamos un país puntero en telemetría marciana o poseamos una notable experiencia en ingeniería espacial, sino que la crisis que padecemos y que obliga a buscarse la vida en cualquier lugar del sistema solar unido a nuestra gran cantera en concursantes de gran hermano nos van a convertir en un referente en la carrera hacia Marte. Seguro que una Jeny o una Vane consiguen plaza y podremos disfrutar de sus gimoteos en el confesionario porque se han dejado la laca en casa o no se han podido zumbar al astronauta australiano.
Este proyecto supone el triunfo del neoliberalismo aplicado a la conquista espacial. El planeta rojo como activo de una gran corporación, las acciones marcianas cotizando en bolsa al lado de Iberdrola y Exxon.  La iniciativa privada va a ser la que escriba las verdaderas crónicas marcianas. La humanidad volverá a tener una nueva oportunidad de empezar, después de llenar de basura la tierra, todo un planeta virgen nos espera.

lunes, 29 de abril de 2013

Tortura heavy

Metalica ponen la banda sonora a la tortura

El homo homini lupus del clásico lleva ya tiempo superado, que los lobos no se ceban en sus víctimas más de lo necesario, en cambio los humanos disfrutan horrores haciendo sufrir a sus congéneres. La tortura es una práctica ejercida por el poder no solo para eliminar cualquier resistencia sino para anular por completo al pobre infeliz que cae en sus garras. Aunque no lo parezca, hay muchos niveles de sadismo,  y hoy vamos a dar cuenta de uno de los más extremos. A los servicios secretos de los Estados Unidos, en su labor de preservar la libertad vigilada y la democracia corporativa, no les tiembla el pulso a la hora de apretarle las tuercas a cualquiera que no sea de su cuerda. Un soldado de los Navy Seal, grupo de operaciones especiales, contó hace poco que en Irak, como calentamiento a una buena sesión de tortura, ponían a las pobres víctimas a Metálica a volumen brutal. Seguro que a  más de uno no hizo falta ponerle la mano encima y cantó hasta las veces que hizo pellas en la escuela. Vean lo sofisticada y retorcida que puede ser la mente del torturador.
Éramos muchos los que pensábamos que la pedorreta de decibelios pasados de vueltas que llenan los discos de Metálica y su grandilocuencia barraquera  eran peores que ocho divisiones panzer escupiendo fuego a discreción, y que a buen seguro eran utilizadas  en algún círculo del infierno para atormentar a los más recalcitrantes  pecadores. Pero no hay mayor infierno que el que está en la tierra, y en una sala de tortura, con este hilo musical, Metálica puede estar satisfecho de su obra.
Se corrió el rumor de que los componentes del grupo habían pedido que no utilizaran su arte atorrante en esas labores de zapa, pero rápidamente han salido a la  palestra a informar que ellos no han dicho tal. Lo importante es que te escuchen, sea en tu casa o en la cárcel, cómodamente sentado en tu sillón favorito o con tres dientes menos y alfileres bajo las uñas. Nosotros preferimos oír a los lobos aullándole a la luna, que tienen menos mala ostia que algunos metálicos humanos. 

lunes, 22 de abril de 2013

Condenada Pantoja



Malas noticias para la marca España. Como si no tuviéramos poco con el rey y su familia o el Bárcenas y su cuadrilla, ahora condenan por mangoneo  a una gloria nacional, ex viuda de España, puntal de la copla, madre abnegada, la más grande después de la más grande, Isabel Pantoja. Nuestra querida tonadillera, acostumbrada a salir en los papeles por las cosas del querer, ha terminado por ser noticia por las cosas del trincar. La culpa, como siempre, la tiene el maldito parné que de mano en mano iba en bolsas de basura, el mejor contenedor para blanquear dinero. Eso, y las malas compañías, que su Cachuli estaba bien para un polvo en el Rocío pero no para más, que menuda ruina le ha buscado el gachó.
Recordarán el triángulo de amor bizarro en el que en un vértice estaba el edil del GIL Julián Muñoz, hombre hecho a sí mismo en la barra del bar. En el otro la Panto, que lo mismo te montaba un restaurante que te salía por peteneras. En el otro extremo Maite Zaldivar, la mujer burlada, que paseo por los platós, previo pago, sus penas de amores. Eran los años del sueño español, en el cualquier camarero que supiera hacer la o con un canuto podía alcanzar las cimas del poder para trincar a dos manos y pavonearse llevando del brazo a una lolailo star.
Pero las tornas han cambiado y Cachuli ha dejado el pantalón por debajo del sobaco por el funcional mono carcelario. Ahora le han metido siete años, pero esto solo es el aperitivo, que en los ciento y pico juicios que tiene pendiente seguro que alguno más le cae. Su ex también tiene un pie dentro, pero con la que no se han atrevido los jueces es con Isabel, que se ha ido de rositas pero con una fuerte multa. Pero el daño está hecho, su expediente judicial tiene una mácula por blanqueo. Su salida del juzgado y desvanecimiento entre la turbamulta recordaba la dolorosa en el calvario. La bien pagá tuvo que oír al populacho, que no le cantaba coplas precisamente, y a la prensa rosa que luego la puso verde.
Como sucede en estos casos, lo mejor es refugiarse en la familia, y más cuando su Paquirrín está a punto de sentar cabeza y ser papá. De todo corazón le aconsejamos a Isabel que se dedique a ser abuela, a llevar a su nieto a los columpios y a malcriarlo atiborrándolo de chuches, y deje lo de los pelotazos inmobiliarios y blanqueo de capitales a los profesionales, o sea, a los políticos, que en el improbable caso de que sean condenados, hacen menos daño a la imagen patria que una cantante de su tronío. Porque al paso que vamos, la marca España ni para promocionar chorizos.

lunes, 15 de abril de 2013

De tanga en tanga

Tanga divino

En hablando de tangas hay mucha tela que cortar por más que sea poca la que se vea. Breve contenedor de secretos, tiras que embridan curvas lujuriosas, riendas de pompis en pompa, altar tropical donde macera  la sabrosa fruta ya no tan prohibida, perdidiza prenda de amor, su uso arrincona a las carpetovetónicas bragas y marca estilo y elegancia en el fascinante universo de la ropa íntima. Aunque símbolo del pecado postmoderno, su uso es más antiguo de lo que se cree, que la hoja de parra con la que Eva se tapó al ser expulsada del paraíso no deja de ser un verde tanga terrenal. Siglos después, liberados de moralistas romos y convencidos que no hay más vida que la que arde, nos rendimos todos a los placeres de la carne, donde el tanga realza la divina geometría. Única fe en la que creemos, que creemos porque la vemos, y sobre todo, porque la palpamos.
Tanta tanga circula que se pueden pasar mañanas tontas en tanga, tardes de tedio en tanga o noches de tango en tanga. Las bragas de cuello alto solo las usan las matronas del Opus, y hasta la humilde braguita, que durante décadas ha estado en lo más alto del top teen del fetichismo, se retira ante la fantasía carioca. Epítome de la brevedad de la vida, efecto colateral del calentamiento global, dulce tanga de mis entretelas, vecino feliz de la raja del culo, ceñidor del monte de venus, frontera lúbrica, dique secreto, a ti acudimos a crear filtros de amor infalibles, dejándote a macerar en las noches de luna llena junto a un mechón de su cabello. Tú nos llagas cuando arrogante asomas sobre la cintura del pantalón de una hembra que inalcanzable dobla la esquina. A un triste tanga perdido en un cajón nos aferramos cuando eso es lo único que nos queda de ella.
En estos tiempos en que el deseo imperativo es el motor inmóvil que nos empuja, unos sueñan con acariciarlo bajo una falda estampada o en arrancárselo por la vía de apremio en el asiento de atrás. Babear en sus cercanías, masturbarse con su recuerdo, olfatear tangas usados de colegialas, el catálogo sería tan largo como calenturiento. Símbolo del eterno femenino, de la volubilidad de las damas, de la fragilidad del deseo, nunca tan poca tela ha traído tanta cola ni a tantos de cabeza tras ella. Solo por él somos capaces de lo peor, de robarlos con alevosía y premeditación, porque solo un tanga suyo bastaría para sanarnos.


lunes, 8 de abril de 2013

La dieta del pañuelo



La operación bikini ya está en marcha, se han abierto las hostilidades contra el michelín. Pero como suele suceder, cada uno hace la guerra por su cuenta. La dieta Dukan y su atracón de proteínas es la que está de moda; la disociada, no comas papas fritas con chuletón que engorda, es otro clásico; y después están las más bizarras como la de la alcachofa, la manzana, el perejil y demás. Olvídense de todas ellas. Si quieren quemar sus depósitos de lípidos con la máxima celeridad su dieta es la del pañuelo. Fácil, sencilla, barata y sobre todo efectiva. Consiste en comerse un pañuelo de papel cada vez que uno tiene hambre. Por lo que cuesta un paquete de kleenex tendrán en un periquete un cuerpo escultural.

Tan apañada dieta viene avalada por las máximas autoridades en la materia, ya que es la que realizan las modelos para lucir palmito y trapitos en la pasarela. Al menos es lo que dice la que fuera durante trece años directora de Vogue Australia, Kirstie Clements. Tras su salida de esta publicación, cabecera de chorlito, eco de lo vacuo, portavoz de la elegancia arrogante, ha escrito un libro sobre la fauna que se mueve alrededor de la pasarela. Lo más jugoso de esta feria de lo banal que retrata la exdirectora son las dietas espartanas a las que se someten las aspirantes a modelos.  Les exigen ser tan magras como las perchas a las que sustituyen cuando hacen el paseillo, por lo que se ven obligadas a comerse pañuelos de papel para engañar el hambre.
El mayor peligro que le vemos a esta dieta es la monotonía. Si aderezaran la celulosa con  un poquito de tinta la ingesta sería menos aburrida. Está comúnmente aceptado que dos hojas de Las Confesiones de San Agustín para desayunar  llenan para todo el día. Si te da un bajón a media tarde, cuarto y mitad de Por el camino de Swan y a tirar para adelante.
Si esta dieta les parece algo exigente, la Clements afirma que todavía las hay más cañeras. Bajo el principio de que lo que más adelgaza es lo que queda en el plato, y que lo mejor es ni acercarse por sus inmediaciones, cuenta que en un viaje de tres días con una modelo no la vio comer ni una sola vez. Suponemos que  esta fashion victim acabaría como el espíritu de la golosina, y malamente podría llevar algo más grande que una minifalda si no quería derrumbarse ante su peso.
Ahora se entiende la jeta de mala ostia que gastan las modelos en los desfiles. Es pura hambre la que tienen. Si a algún desaprensivo se le ocurriera sacar un bocata de tortilla de patatas en medio de un pase, al aroma del manjar los ataques de histeria de las modelos darían un ejemplo nada cool.
Por descontado que estas hambrunas no nos apenan nada, que sarna con gusto no pica. Esos palos de escoba a base de huesos, pellejo y silicona, por mucho que se empeñen los dictadores de la moda, no serán nunca el ideal de belleza femenina, que las mujeres de verdad no se comen los mocos, ni los pañuelos.

lunes, 1 de abril de 2013

Culos y cenas

Crumb y los culos macizos

Desengañémonos, las cenas románticas solo son un preámbulo al ñaca-ñaca, por lo que más vale ir adelantado trabajo que después se amontona. De ello sabe bastante Crumb, que rápidamente entraba en harina, o mejor dicho, en carne. Conociendo su querencia por las jamonas rotundas, un culo macizo es requisito imprescindible.