lunes, 14 de marzo de 2022

El caso Gerión (VI)


 

¡Me cago en todos tus muertos, cabrón!

Vale, ya sé que no son maneras, pero a mí cuando me despiertan a base de patadas en las gónadas pierdo la poca educación que tengo. El patán que me estaba pateando se vino arriba con el jaleo que monté y remató la faena con otro par de centros chutes al área de mi entrepierna. Después, no sé si por refrescarme o por rematarme, me echó un cubo de agua fría. Si esta es la tónica con los invitados de la Imperiosa, mejor no vayan.

Mi anfitrión bien pudiera ser primo de Curro Cuenca, delgado, alto, corto en palabras, pero largo en hechos, sobre todo con las piernas. El sitio en el que estaba parecía una cuadra, y no solo por el cerdo que me acompañaba. Una vez comprobado que estaba bien despierto me dejó solo. Dirán por qué me dejé arrear sin más, pero tenía una mano esposada a una argolla de la pared, a un metro de altura. La cabeza me ardía del batacazo con el que me habían tumbado, y con mis atributos maltrechos y calado hasta los huesos, puede decirse que no imponía mucho respeto, así que me preparé para lo peor. Por un ventanuco vi que estaba amaneciendo, y el ruido que se oía por los alrededores indicaba que el mundo se preparaba para un nuevo día de trabajo.

Yo seguí a lo mío, lamiéndome las heridas como podía, hasta que entraron dos tipos, el de la primera vez y un colega, escoltando a otro de mediana estatura y buena panza, bien disimulada por un traje a medida, calvo y ojos azules que parecían estar mirando siempre desde arriba. Demostraba una inteligencia viva para hacerse rápidamente con la situación y llevarla a su terreno. Con gestos y medias miradas daba las órdenes. A pesar de que solo le conocía de fotos antiguas que conseguí en Internet, cuando su perfil era menos curvilíneo, no me costó deducir que éste era la tercera incógnita de la ecuación junto a Gerión y a Curro.

El Guindi, supongo.

Don Esteban, mamarracho – respondió el de los pies ligeros mientras amagaba otro puntapié.

Vaya, el Curro contrató a un guasón dijo con la mirada fija y una sonrisa de las que no presagian nada bueno.

Pensaba que era el indicado para buscar al bombero torero – el otro respondió con un movimiento de cabeza. Prestos y serviciales, los peones se me acercaron y empezaron a patearme, cada uno por un lado. Esta vez no se anduvieron con chiquitas y me dieron sin compasión. Sus botas de campo mordían como hienas, machacando mi cara una y otra vez. Tumbado en el suelo y atado a la pared poca resistencia podía ofrecer Por un momento creí que no iban a parar hasta matarme. Pensé en Marisol, en el haragán de mi hijo, en lo bien que habría estado de segurata en el carrefour, donde la clientela no tiene por costumbre liarse a patadas contigo cuando les pillas robando latas de atún. Al rato, para mi bastante largo, dieron por concluida su demostración a otra seña de Don Esteban. Yo sangraba por todos mis poros, mis oídos oían lo que les daba la gana y el ojo derecho había desaparecido bajo los moretones. Nos dejaron solos.

¿Has llegado hasta aquí por propia iniciativa o por consejo del Curro? continuó como si el interludio camorrista no hubiera existido. Yo sopesé si no era mejor morderme la lengua ahora que me sangraba para no darle motivos para otra zurra.

¿No te ha informado el chivato que tienes dentro?

El hombre no puede estar en todo.

Claro, robar sementales y pegar la oreja a la puerta es mucho curro.

Eso de robar es una palabra exagerada dijo el Guindi mientras limpiaba una banqueta y se sentaba.

Tomar prestado, distraer, o igual te gusta más guindar.

Como te vuelvas a hacer el gracioso llamo a mis hombres y nos reímos todos.

El caso es que tu amigo Curro cree que en la plaza no valías nada y que fuera de ella has echado a perder la fiesta. Que eres un miserable pesetero y que le has robado a Geríon solo por joderle dije de corrido para no arrepentirme. El otro ni se inmutó.

Nada nuevo viniendo de él.

Cree que su querido Gerión es un nuevo tipo de toro que relanzará la tauromaquia y que tú y tus mariachis solo estáis interesados en el torito guapo con el que las figuras hacen desplantes.

Siempre se ha creído la quintaesencia del mundillo, vaya engreído.

Sí, pero tiene razón.

¡Y tú qué sabrás! Si no fuera por mí, los toros hoy serían un espectáculo cutre de plaza de pueblo. ¡Yo he llevado a la fiesta al siglo XXI!

A base de soltar al ruedo vacaburras.

Yo le doy a la gente lo que demanda: espectáculo.

Según tu colega eras un saltimbanqui. Haberte quedado en el circo.

6 comentarios:

Rick dijo...

Yo por si acaso procuraría no seguir soltando inconveniencias, no sea que a los matones se les vaya la mano. Con las que lleva encima ya debería bastarle para cortarse un poco.

En fin, que el Guindi lleva todas las de ganar. A todos los niveles, además...

Rodión dijo...

Es curioso, porque he pensado lo mismo que Rick: bien por su reacción inicial al despertar, pero teniendo al Guindi delante y una posible hospitalización que aún puede complicarse, lo sensato sería controlarse y negociar con él, no tiene nada que demostrar. Pero la mala hostia, cuando es genuina, a veces es difícil de controlar, y ya se sabe que un animal herido... Ojalá tenga suerte. Este trabajo suyo, en cualquier caso, pinta complicado.

Doctor Krapp dijo...

Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios. Te veo muy lorquiano y muy conocedor del arte de la Tauromaquia pero que se ande con cuidado el diestro con estos tipos tan siniestros.

Chafardero dijo...

@ Rick:
Ir de bocazas es muy del gremio detectivesco, y Mat tiene su punto macarra, dificil hacerle callar

Chafardero dijo...

@ Rodión:
en peores plazas a toreado Mat, es un hombre de recursos, ya verás

Chafardero dijo...

@ doctor Krapp:
Tengo un buen comité asesor en asuntos de cuernos. Lo de Lorca me lo he currado por mi cuenta