lunes, 3 de abril de 2017

Muerte instantánea

selfi suicida

Dice la leyenda que Narciso se quedó enamorado de su imagen reflejada en un estanque hasta que acabó cayendo en él y se ahogó. En la actualidad muchos están empeñados en actualizar el mito a base de hacerse selfis en los lugares más peregrinos. La gente corriente y moliente se retrata a sí misma a cuerpo gentil en la barra del bar amorrado a su cerveza preferida, en la playa mientras se rebozan en la arena, en el restaurante al lado de unas pencas rellenas de tofu, o ya arriesgando un poco en el balcón de casa con el gato por sombrero. Pero los hay que necesitan emociones fuertes, tal que ponerse en la vía del AVE justo un momento antes de que pase a ver si le revuelve el flequillo. O el que quiere salir guapo delante de los mihuras en mitad del encierro y acaba con varias cornadas de trayectoria ascendente y descendente que le dejarán feos costurones. Varios se han venido abajo intentando retratarse en el quicio de la ventana de la planta treinta y dos. Los hay que quedaron hechos un cuadro mientras encuadraban su jeta al borde del acantilado, todo por conseguir más likes en Instagram. Después están los que juegan con fuego, como el que se fotografió junto a una pistola con tan mala suerte que se le disparó, su última instantánea certificó su muerte instantánea. Los rusos son unos especialistas en estos accidentes gráficos, como cuando a dos de ellos les explotó una granada con la que posaban. No sabemos si sus familias les recuerdan con pena o vergüenza ajena.
Como ven, el listado de accidentes por culpa de los autorretratos es copioso y ridículo. España es el cuarto país del mundo en siniestralidad fotográfica, que en esto de las estadísticas bizarras siempre despuntamos por arriba. Nunca antes la vanidad había hecho tantos estragos. Perder la vida por un me gusta y ser el gilipollas más famoso del cementerio no lo quisiera para sí ni el mismo Narciso. El caso es dejar huella, y testimonio gráfico para tu escarnio. Mientras tanto, Pedro Botero acondiciona nuevas dependencias para esta tropa. 

6 comentarios:

Elvis dijo...

Otro ejemplo más de la estupidez humana. Qué le vamos a hacer. Ni siquiera se han parado a pensar que con el Photoshop uno puede "estar" en cualquier lugar del mundo sin salir de casa...
Saludos.

Doctor Krapp dijo...

Es que en España hay una larga tradición de autofotos o fotos problemáticas desde aquellas famosas de Robert Cappa en la Guerra Civil con aquel pobre miliciano muerto en pleno tiroteo cuando solo quería ofrecer su mejor pose.
A modo de selfie publicitario: hice una entrada en el 2014 sobre selfies con el título "Un selfie con el diablo" y aparte de Lucifer, sale El Pequeño Nicolás.
Salud

Rick dijo...

Sí, esto de los selfies es otra demostración de que la imbecilidad humana no conoce límites. Qué le vamos a hacer. Y desgraciadamente la cosa tiene cada vez más ramificaciones, porque el asunto de los desnudos -consentidos o no casi da lo mismo- de adolescentes en las redes sociales y demás horrores del ramo son preocupantes (las peleas o maltratos de chavales en la calle o el colegio, por ejemplo). Gracias a los teléfonos "inteligentes" y las redes "sociales" estamos viviendo una espiral de estupidez maligna que no sé a dónde nos va a llevar.

Chafardero dijo...

@ Elvis:
Y además puedes salir mucho más guapo de lo que eres y sin jugarte el pellejo. Pero parece que no han caído en ello.

Chafardero dijo...

@ doctor Krapp:
No tienes idea buena, que mal te ha hecho el diablo para que le asocies con el pequeño Nicolas

Chafardero dijo...

@ Ric:
Sí, porque maldad siempre ha habido, pero encima ahora se graban haciendo el daño para más inri, con lo que encima entregan en bandeja las pruebas de sus fechorías. Vamos, de tonto con balcón a la calle.