Se suele considerar deporte al ajedrez, cuando en realidad es un
ejercicio matemático al que sólo seres capaces de reducir la realidad a un
conjunto de reglas y fórmulas pueden enfrentarse con éxito, mientras el resto
de los mortales observamos con estupor el mortecino baile de piezas en el
tablero, en un ambiente a medio camino entre la transustanciación del cuerpo de
Cristo en un monasterio ortodoxo y una tarde lluviosa de martes en las oficinas
de una funeraria. La adrenalina que en otros deportes corre a caño libre en el
ajedrez no pasa de un ligero comezón cuando el maestro sacrifica un peón en
aras de lograr un mejor posicionamiento táctico en el centro del tablero. La
natural emoción al ver dos mentes privilegiadas frente a frente en una batalla
incruenta baja enteros a medida que suben las horas de enfrentamiento y el
sopor lo envuelve todo.
Pero hasta en un colectivo tan aséptico y ensimismado como éste hay
momentos para el cachondeo. En las olimpiadas del ajedrez que se celebran en
Bakú bajan las aguas revueltas por culpa de la nueva normativa para hacer aguas
mayores o menores. Igual que si fueran párvulos, todo jugador que quiera ir al
retrete tendrá que pedir antes permiso a los jueces. Cincuenta equipos
participantes han elevado una queja por no poder bajarse la bragueta cuando
quieran. Alegan que aquellas mentes brillantes que sean de vejiga floja estarán
en desventaja frente a adversarios más bragados y sin problemas de retenciones.
Los grandes maestros creen que es una norma humillante, por más que la
federación internacional insiste en que hay jugadores que en vez de cambiar de
agua al canario aprovechan la soledad del excusado para consultar móviles,
portátiles y otros cerebros artificiales y evaluar las posibilidades de
adelantar o no el alfil por la diagonal grande, presionar los flancos con el
caballo mientras mete la torre hasta la cocina de la reina sin que el rival le
haga una escabechina en su defensa a base de peones basculantes.
Como tantos otros problemas, la solución más fácil es ir meado y cagado
de casa. Pero como el ajedrez es la continuación de la guerra por otros medios
y por tanto todo vale con tal de darle caña al adversario, lo mejor es ponerse
un pañal y poder aflojar el esfínter cuando te salga de la pelotas mientras
miras con cara angelical a tu contrincante, estratagema que a buen seguro lo
desconcertará más que una apertura extremeña con jaque en doscientos
veintisiete movimientos. De hecho, Tena Lady está pensando patrocinar los
próximos eventos, para que a esas mentes cuadriculadas no se les escape ni
gota.
8 comentarios:
También les queda la alternativa de cachear concienzudamente a todo aquel que quiera ir al cuarto de baño, instalar artefactos barredores de señales, elementos de interceptación por GPS y/o cualquier otro sistema, inhibidores de frecuencia...
Qué triste, qué bajo, qué falso es el deporte de competición. Ah, y bienvenido al mundo blogueril, por cierto.
Lo mejor el juego de la Oca, y la Petanca, y hasta en esto ya, se corren riesgos.
Salud.
Vaya, vaya... qué tramposillos los genios del ajedrez. Hacen lo mismo que los adolescentes, nunca lo hubiera pensado.
Una alegría que hayas vuelto con ese humor que te caracteriza.
Salud!!
Es curioso como tu entrada va volviéndose rijosa linea a linea como si de repente tuvieras una urgencia :)
Lo que no acabo de entender porque el ajedrez es deporte y el poker o cualquier juego naipes al uso, no. Tampoco entiendo porque las damas no es considerado como tal. ¿Se trata de algún tipo de discriminación patriarcal contra las mujeres por llevar ese nombre?
Respecto a si es aburrido un día de lluviaen una funeraria no puedo precisar pero si se trata de unos soportales en una calle antigua sin tráfico yo te garantizo que es una verdadera felicidad.
No profundizo en el tema de las necesidades fisiológicas de los grandes maestros porque me parecería una ordinariez.
@ Rick:
Un placer volver a leerte.
Parece que ya meten inhibidores de frecuencia para que no hagan de las suyas. Y no me extrañaría que alguno fuera hasta las cartolas de sustancias que rayan en la ilegalidad.
@ Rafa:
la oca tiene menos estrategia pero estresa menos.
@ U-Topia:
Una alegría volver a verte por aquí.
A la hora de hacer el ridículo, cualquier edad o condición es buena.
@ Doctor Krapp:
desde luego, ver llover es mucho más estimulante que una defensa siciliana de peón alfil.
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