Un principio básico de urbanidad es no perder los modales aunque la situación no invite a ello, como cuando estás en primera línea de rebajas a la caza de una falda divina de la muerte y una fresca te la levanta,
 cuando te entran ganas de despellejar vivos a toda la familia del 
árbitro que pita en contra de tus colores, o como en este caso, en un 
atraco con alevosía y nocturnidad. 
El párroco de Pazos de Porben, en Pontevedra, disfrutó de la visita de unos cacos apandadores
 una fría noche de enero del 2013, con tan buena suerte que ha tenido 
que reconocer en el juicio que el trato de aquellos amigos de lo ajeno 
fue exquisito, hasta el punto de darle un beso en la frente cuando se 
despidieron de él. Los ladrones convencieron a don Jaime de que ellos no
 querían robar, pero que la cruel necesidad los obligaba, por lo que 
haciendo gala de una evangélica generosidad, les dio su tarjeta de 
crédito y su clave para que pudieran aliviar sus penurias. Y esos 
hicieron los golfos de ellos, que no bien abandonada la casa parroquial 
se fueron a un puticlub
 cercano y cargaron a la católica tarjeta setecientos euros en servicios
 propios de estos locales de perdición. El bueno de don Jaime se quejó 
en el juicio del engaño de sus atracadores, aunque conociendo la 
naturaleza humana y sus debilidades, disculpó  a los pecadores. El único lunar en la actuación delictiva es que
 le dejaron toda la noche maniatado con los cables del teléfono y a la 
mañana siguiente  lo encontró su asistenta medio desmayado. En un aviso 
para navegantes, ha puntualizado que la próxima vez lo aten con cuerdas y
 no con cables. 
Aunque el cura no les guarda rencor y los ha perdonado de todo corazón, el brazo de la ley es largo y rencoroso. Les echaron el guante y ahora les espera una temporada a la sombra, donde podrán meditar sobre lo mudable de la condición humana y de paso dar clases a sus compañeros de penas de cómo ser un ladrón de guante blanco. 

 
8 comentarios:
Y luego a veces decimos que los curas son malos.
Saludos.
Yo creo que el título de esta entrada debería ser más bien "Curas exquisitos", ya que el loable comportamiento de este siervo del Señor está muy por encima del mal pago que le han dado los ladrones. Porque mira que hay cosas en las que gastarse el dinero con una tarjeta curil -no black- antes que en un puticlub, hombre. Ya ni las formas se respetan.
Conozco la historia aunque se preste a la sonrisa tiene su toque dramático. Creo que revela bien los límites de la bondad y me hace pensar que a veces los buenos sentimientos producen resultados indeseados.
Parece una historia de ciencia ficción... ¿Un cura regalando dinero? Se ve que estaba claramente poseído por Satán...
Saludos.
@ Rafa.
de todo hay en la viña del señor, hasta buenos curas.
@ Paseante:
Desde luego, han ido a dar con uno de los pocos curas que no se merecía semejante trato.
@ Dr Krapp:
Efectivamente, no solo con buenas obras se puede defender uno de los ataques del mundo.
@ Elvis Arsy:
Curas generosos, como las meigas, haberlos haylos.
Un saludo.
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