El integrismo musical dejó atrás su etapa teórico
especulativa y pasa a la acción. Hartos de aguantar la decadencia musical que
nos invade por doquier han decidido cortar por lo sano, a base de hard bop y
tente tieso. En la impactante fotografía podemos observar una célula yihadista
presta a entrar en acción. No pararán hasta que las melodías caleidoscópicas, los
saxos de terciopelo, pianos saltarines y las baterías sutiles se adueñen de
todos los escenarios. Su credo es sencillo: volverse cinco veces al día hacia
Nueva Orleans y entonar un blues, creer a pies juntillas que Charlie Parker es
dios y John Coltrane su profeta, y no seguir a artistas faltos de swing.
Prometen castigar a las hordas de roqueros roñosos, raperos desarrapados, indi
moñas, popis trasnochados y demás sectas que no reconocen que la verdad se haya
en un solo de trompeta. El futuro jazz ta aquí.
lunes, 25 de noviembre de 2019
martes, 29 de octubre de 2019
Matón subcontratado
Una de las bases del sistema capitalista es la optimización
de los recursos. Buena manera de conseguirlo es mediante la externalización de
servicios. Se logra con ello una contención de los gastos operativos, la
implementación organizativa y generar sinergias con otros ámbitos productivos.
Pero a veces la teoría económica se le va de la mano a la gente y acaban todos
en comisaría, como en el caso del empresario chino Tan Youhui. El hombre andaba
en pleitos con un competidor, Wei Mou. Como la cosa iba para largo y ante el
temor de perder el juicio, Tan decidió eliminar a Wei. En su empresa no contaba
con personal cualificado para semejante encargo, por lo que Tan contrató los
servicios de un matón llamado Xi para que diera matarile al molesto competidor
a cambio de dos millones de yuanes. Pero Xi no estaba por mancharse las manos,
y le pasó el encargo a Mo, otro del gremio, por un millón de yuanes. El amigo
Mo debió pensar que donde las dan las toman, y se buscó a otro hampón, Yang,
para que sacara al empresario de circulación por doscientos setenta mil.
Después de echar cuentas, Yang decidió arrendar su ganancia a otro asesino a
sueldo tocayo suyo. A estas alturas del negocio y de la historia ya no se sabe
muy bien por cuánto salía dejar tieso al empresario, pero el segundo Yang
todavía se buscó a otro para que hiciera el trabajo sucio. El último de la
cadena, después de cuatro subcontratas, fue el pobre Ling. No sabemos cuánto le
ofrecieron, pero una vez descontados gastos, aquello no daba ni para pipas, así
que siguió el famoso refrán: ellos hacen como que me pagan, pues yo hago como
que trabajo. Llamó a la víctima y le contó que lo mejor era que fingiera su
muerte, que no tenía presupuesto ni para meterle dos balas. El señor Wei llamó
a la policía, que empezó a tirar del hilo hasta sacar toda la madeja de
contratos, metiendo en el trullo a los cinco mafiosos y al empresario. En el
juicio les han caído unos tres años por barba, sin posibilidad de subcontratar
la condena.
Semejante historia pasara pronto a las escuelas de negocios
y los gurús económicos la pondrán como ejemplo de hasta donde es lícito
externalizar en aras de la optimización. Los que pensamos que semejante táctica
es una forma de precariedad les recordamos que si quieres hacer algo bien hazlo
tú mismo.
Etiquetas:
economía
lunes, 21 de octubre de 2019
Alcalde de cartón
Si hay una político íntimamente ligado a las necesidades de
su electorado ese es el alcalde. Diputados y ministros en campaña electoral
prometen el oro y el moro intangible, invertir la tendencia de crecimiento
negativo de la masa monetaria en estado sólido, o liofilizar el sistema de
pensiones para realinearlo con los anillos de Saturno. Los alcaldes tienen que
ajustarse a la realidad si quieren llevarse al huerto al votante: la farola que
falta al final de la calle, la avispa asiática que invade las afueras, o la
ampliación del programa de fiestas, que no le da tiempo a la peña de mamarse
como quieren. Todos estos y otros problemas que llenan la mesa del alcalde a
diario hacen que algunos, como el del pueblo mejicano de Pichucalco, Moisés
Aguilar, decida dejarse de actos protocolarios y trabajar duro en su despacho.
Para llenar ese vacío en los actos públicos ha mandado hacer una imagen suya de
cartón de tamaño natural, puño en alto, para que los vecinos no se sientan
desatendidos por la municipalidad. Que hay que celebrar la onomástica del juez
de paz o inaugurar el curso de alfarería creativa, manda al alcalde de pega.
Moisés alega que esto le permite dedicar más tiempo a la gestión del pueblo, y
los vecinos divertidos de poder hacerse todas las fotos que quieran con el
alcalde.
Por estos lares es difícil que la medida prospere, aquí a
los políticos les gusta figurar sobre todas las cosas. Disfrutan como niños
inaugurando rotondas o presentando las nuevas escobas con las que se dotará al
servicio de limpieza. Justo podría ocurrir lo contrario, que dejaran al alcalde
de cartón piedra en el despacho con el papeleo, mientras el de carne y hueso
otea desde el bar de enfrente del ayuntamiento el glorioso futuro que le espera
al pueblo bajo su mando apalancado en la barra.
Etiquetas:
política
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