El choque
cultural de cualquier occidental al llegar a Japón alcanza su punto culminante
cuando le pega un apretón y tiene que echar mano de un retrete nipón. Sabido es
que el tránsito intestinal demasiado vivo o la vejiga a punto de reventar no es
el estado idóneo para detenerse a reflexionar ante el artefacto que en el
imperio del sol naciente utilizan para evacuar, a medio camino entre un bidet y
una nave espacial. Cuando el pobre incauto dé con la postura adecuada y vea los
botones que tiene que manejar quizás entre en pánico, que sentado en la taza la
gente no quiere experimentar nuevas sensaciones. Quién sabe si al darle a un
botón saldrá un chorrito de agua, una agradable brisa o una descarga de agua
fría que te deje los esfínteres del revés. Piensen que por estos andurriales la
tecnología escatológica está en pañales, que hasta hace dos días tirábamos de bacinilla
y la vaciábamos por la ventana para alegría de todo el vecindario. En su día el
orinal a pedales causó gran revuelo, pero nunca terminó de implementarse su uso
generalizado. Hubo quejas cuando se abandonó la castiza cadena por el botón de
la bomba, como para que estos locos amarillos vengan con sus incomprensibles
botoneras.
El caso es
que el honorable gremio de la loza sanitaria de Japón ha decidido unificar los
ideogramas que colocan en sus inodoros y así hacerlos más comprensibles a los
extranjeros. La razón es la próxima olimpiada que celebrarán en la isla, cita a
la que suele asistir gente con más músculo que cerebro, y que se pueden ver en
más de un apuro si les dejan solos ante un wáter. Se rumorea que la delegación
española, para evitar esos problemas, proveerá a nuestros olímpicos con varios
rollos por barba de El Elefante para que no anden apurados y se sientan como en
casa al disfrutar del recio tacto de un papel higiénico que ha servido como
pocos a forjar el carácter nacional.
Como pueden
ver en la foto, no está muy claro que los nuevos símbolos sirvan para aclarar
la situación, pero voluntad hay. Lo que sospechamos es que ni el sector de la loza
sanitaria high-tech nipona pueda erradicar es la inveterada costumbre de mear
fuera, aunque quizás haya un botón para ello y no lo sepamos todavía.