Se acerca ya la temporada de baños, época hortera por antonomasia, y con ella vuelve a las andadas uno de los tipos más castizos que señorean los lugares de esparcimiento acuático, sean privados o municipales. Hablamos del chulopiscinas. Ya saben, el echao pa lante metiendo tripa y marcando paquete, bañador eléctrico, gafas de sol de insecto y chanclas de plataforma. Bíceps torneados a base de luchakos, medallita de oro, tribal en la pantorrilla y ademán estudiado para ofrecer siempre su perfil bueno. Primo del hortera de playa y cuñao del macarra de autos de choque, su horizonte vital no va más allá de ayuntarse con cualquier pibón que se cruce en su camino, la roja y la sangría. Inasequible al desaliento, indiferente a las evasivas, ciego ante los desplantes, acosará con el aplomo que le otorga su opacidad mental a toda moza en edad de merecer, o sin que se lo merezca, que no hay rajita que se le resista.
Nunca había estado claro si el chulopiscinas nace o se hace, si es fruto del azar, un error de la evolución o un acto de voluntad. Pero en esto llega la ciencia a sacarnos de dudas. Un estudio hecho por el hospital del Mar de Barcelona apunta a que el cloro de las piscinas puede dar lugar a mutaciones genéticas en el ADN humano. Quizás así podamos entender que las meninges de los chulopiscinas por lo general sean más livianas que el papel de fumar y que las única emoción que filtra sea la adulación, que su sistema neuronal tenga la misma capacidad de proceso que un sacapuntas, o que su cerebro entre en ebullición con el simple intento de leer un folleto de ofertas del Carrefour.
Existe otra corriente de pensamiento que asegura que los chulopiscinas son anteriores a la invención de las piscinas, y que posiblemente daten de antes de la invención de la rueda. Los pagados de si mismos son una de las grandes ramas que conforman la humanidad. Ya Sánchez Dragó, prototipo de chulopiscinas de secano, intentó en Gárgoris y Habidis en vano desvelar su secreto, y García Atienza en su Guía de la España mágica reconoce lo insondable de esta gens. Aventura la posibilidad que sean de la misma estirpe que Narciso, el que se ahogó de tanto mirar su jeta en el agua, y que fueron expulsados a la península ibérica para que se multiplicaran lejos de los centros de saber y cultura.
Sean mutación o plaga bíblica, están aquí para quedarse, que no hay clase social, gremio ni medio que no señoreen. Por increíble que parezca, suelen llegar a la edad adulta y camuflarse entre la masa amorfa. Son la base sobre la que se sustenta la mayoría natural, honrados cuentacorrentistas partidarios del orden y la ley. Ahora aflojan la barriga frente al televisor, y han cambiado la licra por el lino. Ya no viven al filo del trampolín, pero todos los findes en el puti de guardia reverdecen viejos laureles.