lunes, 26 de mayo de 2014

Cerebros en descarga


Las abejas últimamente vuelan tan bajo que ni se las ve. Llevaban milenios de flor en flor libando el dulce néctar con el que laborar  en los secretos corredores de la colmena la tan preciada miel, hasta que  la vida moderna ha acabado con ellas. Cada día se cuentan menos en activo y la producción se resiente. Si las abejas de verdad ya no pueden hacer su trabajo, la ciencia ha decidido crear ciberabejas que las sustituyan.
Un avispado grupo de investigadores de las universidades de Sheffield y Sussex está en ello. Lo interesante del proyecto Cerebro Verde es que estos robots utilizarán un software descargado directamente de la sesera de las abejas de la miel. Van a copiar las partes del cerebro del insecto encargadas de la visión y el olor para que sus réplicas puedan ver y oler como las que nacen gracias a la feracidad  de la abeja reina. Crearán un enjambre cibernético, suponemos que a base de obreras, que de zánganos ya vamos servidos, destinado a la producción de miel. La calidad de la misma está por verse, esperemos que no diste lo mismo que la que hay entre las gulas y las angulas.
Será la primera vez que se descarga la información de un cerebro como si de un disco de Bisbal se tratara. Esta técnica abre la puerta a copiar cerebros humanos y convertirlos en bases de datos que puedan vivir en la red de forma indefinida. Por tanto, la eternidad está un poco más cerca, solo falta encontrar el disco duro adecuado. La humanidad, hecha pensamiento puro circulando como un flujo de bites por espacios virtuales, al fin se liberara de las ataduras terrenales y podrá afrontar los grandes retos de la existencia,  como migrar en masa a World of Warcraft o cualquier otro universo garrulo donde reencontrarse con la barbarie primigenia.
Pero no adelantemos acontecimientos, que por ahora solo se puede acceder a cerebros de abeja. Aunque vista toda la gente con cerebro de mosquito que zumba por ahí, quizás pudiéramos empezar por ellos, que seguro que su actividad neuronal coge holgadamente en pendrives de un giga.

lunes, 19 de mayo de 2014

El verde pañuelo de don Celemín (y IV)


Dos días después Marco se personó ante Tirso, que a la sazón seguía de ayuno bajo el algarrobo, para detallarle que su dama había quedado maravillada de sus hazañas y muy honrada por el pañuelo verde que le había enviado. Y que si alguna otra batalla campal hubiere y quisiera más trofeos de guerra mandalle, que la embajada fuera encomendada a Marco Parco, que su discreción y buen hacer mucho le placían.
En esto puedes ver, Parco amigo, que Brisilda ha hecho suyos los trabajos que me tomo porque su nombre resplandezca en los cuatro confines. Será menester pues que pase alguna jornada más aquí meditando sobre las muchas prendas que la adornan.
Si me permite su merced, creo que a doña Brisilda gustaríale que fuerades en pos de aventuras donde conquistar presentes que poner a sus pies, pues tendría que ver lo que folgó con el pañuelo que le entregué.
Aunque bella como una diosa, mujer es al fin y al cabo, y por tanto, coqueta. Vayamos, pues, a conquistar prendas que hagan más dichosa a mi dama.
Eso mismo, se dijo Marco, vaya por las prendas que ya me encargaré yo de desprendérselas. Y en este punto acaba la presente aventura de Flequillo Flojo, donde por una vez caballero y escudero vieron sus desvelos llegados a buen puerto.

lunes, 12 de mayo de 2014

El verde pañuelo de don Celemín (III)


A oscuras y en celada por la secreta escala, por no desairar a la dama, trepó Marco como pudo muro arriba hasta llegar al aposento de Brisilda. Ésta, cuando hubo al desprevenido criado a su merced, se abalanzó con la clara intención de tener comercio carnal con él.
Ya que no podemos catar al caballero, folguemos con el escudero.
Mire, su merced, que como me quite las calzas se puede armar la de San Quintín.
De eso se trata, si no quiere quedar por calzonazos. Arme usted su arcabuz y apunte donde yo le diga.
Escuche, mi señora, que no sé si el del Flequillo Flojo estará por la labor de que le coronemos mientras vela vuestro recuerdo bajo un algarrobo.
Desde que me prometí a Tirso no ha parado un día en Ventorrillo sino para poner cara de mustio bajo mi ventana mientras yo me marchito aquí encerrada. Vivo sin vivir, un fuego que no consigo contener me azuza, y si mi caballero no viene a sofocármelo ya me buscaré yo un apaño, que mismamente puede ser vos.
Mi señora, si es por quitarle el sofoco, bien me presto a lo que me pide, que no es concupiscencia lo mío sino ganas de serviros.
Pues a ver si me dejáis bien servida. – Y el amigo Parco, por lealtad a su señor y por aliviar a su señora de los calores que padecía, allí mismo quitole el corpiño, la falda y la saya y púsola mirando primero para Roma y luego para Tesalónica que pareciole menos indecoroso. Brisilda, nacida una noche en el que el tórrido simún del desierto barría Ventorrillo, hizo uso de las habilidades de Marco Parco y colmó, aunque fuera en parte, esa sed de absoluto que la llenaba de continuo y que nada como una buena verga podía colmar.
Cuando Brisilda quedó sin saber cosa, que todo su lindo cuerpo en amar se había empleado y abandonada yacía desnuda en su lecho, Marco cubrió con el verde pañuelo sus pechos de melocotón e hizo mutis pues tenía la panza vacía y la dama pronto estaría presta a volver usarle de medicina contra sus sofocos.

lunes, 5 de mayo de 2014

El verde pañuelo de don Celemín (II)


Vencido y maltrecho don Celemín, no tuvo otra que capitular y reconocer la valía de la dama de su oponente. Lo que dictan las reglas de la caballería es que fincado de hinojos ante doña Brisilda le rindiera pleitesía, pero visto el lastimero estado en que había quedado se acordó que don Celemín haría entrega a Marco Parco del pañuelo verde con sus armas bordadas que como insignia de su dama llevaba prendido del brazo y se lo entregara en Ventorrillo a la dama de Flequillo Flojo.
En principio, Marco se dijo que para seguir la costumbre tendría que rematar él las aventuras de su señor. Después, a pesar de que Ventorrillo distaba dos jornadas, no puso inconveniente, por volver a su patria chica a ver a sus parientes, y sobre todo por llenar las alforjas de cecina y longaniza. Mientras el escudero se encargaba de tal encomienda, Flequillo Flojo quedaría meditando sobre las muchas prendas que adornaban a su dama bajo el algarrobo que tan gloriosamente había conquistado.
La hora era cumplida en la que el soberano sol daba paso a la luna plateada cuando Marco se acercó a la ventana donde Brisilda solía bordar a la fresca. Cuando vio al escudero de Quinto Terco que la requería para unas palabras cruzar, se acordó de aquel aventado de su vecino que un día le dijera que andaba tras sus huesos y que en vez de cortejarla como mandan los cánones se había echado por esos caminos de dios a cantar sus encantos mientras ella permanecía en Ventorrillo a dos velas.
Que dice mi señor que en singular combate ha aumentado su honra y vuestra fama de tal manera que hasta en Sebastopol hablan de vos. Y que como prueba de la hazaña realizada aquí os traigo este pañuelo que fuera de don Celemín de Megapilas, y que ahora es vuestro, pues él os reconoce como la más donosa de esta parte de la tierra.
 – Gran presente, después de meses sin su presencia, es presentarse con un pañuelo, pero bienvenido sea por ser de quien es. Tengo aquí casualmente aderezada una pequeña escala hecha con unas sábanas para que pueda subir y entregármelo.

lunes, 28 de abril de 2014

El verde pañuelo de don Celemín (I)


Si alguno gustare consultar el anuario de la andante caballería del año en curso tendrá cumplida noticia de los hechos y hazañas de don Celemín de Megapilas, caballero que peinó selvas y fatigó cañadas en oriente y en occidente por pregonar las virtudes de la su dama, doña Ambrosía de Membrillo, dama muy principal en su casa y de la que las malas lenguas decían que un ojo miraba para levante y otro para poniente, pero que al de Megapilas parecíanle dos luceros ante los cuales el mismísimo sol brillaba en vano.
No se sabe si fue el destino o el azar, o una conjunción de ambos, que en cierta calurosa jornada en que iba el caballero del Flequillo Flojo junto a su fiel escudero por el llano con intención de que algún honroso hecho de armas blasonara su escudo, topara con don Celemín y su lacayo en un cruce de caminos bajo un algarrobo, única ínsula nemorosa en leguas a la redonda bajo la que defenderse del sol abrasador. Como entre caballeros de alta cuna es de bien nacidos entrar en pláticas, Tirso Terco pidióle permiso a Celemín para guarecerse un rato de la canícula. Éste, con tono cortés pero decidido, advirtió al recién llegado que solo gozaría de la umbría sombra si antes reconocía la preeminencia de su dama sobre todas las del reino, excepción hecha de la reina, que no era asunto de incomodar al monarca, que ya tenía lo suyo con quemar herejes y escabechar flamencos.
Diose el caso que el del Flequillo Flojo no solo no estuviera de acuerdo, sino que fuera exactamente del mismo parecer, pero referido a su señora, Brisilda de la Solana, de Ventorrillo la más bella, y por ende, del orbe entero. Sabido es que este tipo de porfías entre caballeros acaban siempre en el campo del honor, por lo que acordaron batirse en justa singular para dirimir quién tenía la dama más mona.
Marco Parco ajustó el peto y el espaldar de su señor lo mejor que pudo mientras don Celemín tenía que armarse él mismo pues era novato su escudero y no distinguía una espuela de una espiga. Rampante, el percherón que Flequillo Flojo había distraído de dar vueltas a la noria, aquel día no dejó en la estacada a su jinete y le regaló una fuerte cabalgada que le permitió a Tirso en el primer lance llevar por los aires a don Celemín. Con gran estrépito cayó a tierra el de Megapilas, dislocándose un hombro y haciéndose varias brechas en la cabeza.

lunes, 21 de abril de 2014

El tiempo entre costuras


Este año queremos sumarnos a los actos del día del libro haciéndonos eco de una de las campañas de promoción cultural más originales vistas en los últimos tiempos. Nada de leer el Quijote hasta el alba o sacar a cuatro viejas glorias a hablar de la prosodia del canciller de Ayala. Al público hay que buscarlo allí donde se encuentra, utilizar un lenguaje directo, saber camelarle. Por eso, la promoción de la fotografía, por tres bragas un libro de regalo, es de las que hará aumentar la masa de lectores de forma exponencial. Con ofertas como ésta se consigue que además de que una tape sus vergüenzas a buen precio amplíe su horizonte vital hasta límites insospechados. 
Puestos en contacto con los responsables de la campaña, no descartan que en un futuro cercano extiendan su promoción al género masculino, aunque lo ven complicado visto lo refractario de este segmento de mercado a la lectura y que renuevan su ropa interior una vez cada década. Mientras tanto, los que lo deseen pueden quedar como un señor regalando estas primorosas braguitas a su parienta y quedándose ellos el libro, que nunca se sabe cuándo va a cojear una mesa. 

lunes, 14 de abril de 2014

Si Tú Me Dices Ben, Yo Digo Affleck



Fantástico tema de Love of Lesbian les traemos hoy, uno de los grupos más en forma de la actualidad. En la noche eterna, navegando por barras llenas de cerveza y Martini,  al final las luces estroboscópicas como un faro te  llaman a unirte en la pista con todos los cuerpos fogosos que buscan ser blanco fácil mientras suena Dancing Queen. Más allá del bien y de la mediocridad, marcando hasta con la última molécula de tu machacado ADN el ritmo que te eleva un peldaño por encima de la realidad, verás nacer una  estrella en ti. Porque tú lo vales. 

lunes, 7 de abril de 2014

Aquí huele a muerto


Vivimos en un mundo lleno de peligros grandes y pequeños. Nos acechan el cambio climático, la liquidación del estado de bienestar, la tiranía del capitalismo con rostro inhumano, hasta el mismo fin del mundo, sin contar con que cualquier día bajando de una acera te puedes romper una pierna. Pero si algo tiene a la gente con el alma en vilo es una posible apocalipsis zombi. Desde que la teleserie Walking dead los pusiera otra vez en circulación los no muertos no han tenido un momento de descanso. De arrastrarse por pelis de serie Z han pasado a  convertirse en iconos de la cultura popular, buena excusa para dar rienda suelta a la casquería cutre y a la violencia chorra. Acabarán más quemados que los fantasmas decimonónicos, que con sus sábanas y cadenas a cuestas ya no asustan ni a los niños chicos. 
Aunque parezca mentira, hay gente preocupada de que le asalte un zombi en la cola de la pescadería, mientras vacía el buzón de propaganda o en el cumpleaños de la suegra. Para todos esos aprensivos acaba de nacer Eau the death, una colonia para espantar zombis. Unos investigadores del Doane College de Nebraska han sido las mentes pensantes tras el proyecto, serio candidato al nobel de química friki. El perfume está hecho de putrescina y cadaverina, dos poliamidas generadas por los cuerpos putrefactos y responsables de su mal olor. 
Reconocemos que la psicología zombi no es nuestra principal área de interés, pero esos aromas pestilentes que recuerdan cuerpos descompuestos más que repeler a los muertos en vida tendrían que atraerles, que sus bodys no huelen a agua de rosas precisamente. En fin, que si doctores tiene la iglesia, frikis tienen los zombis para saber de sus íntimas aspiraciones. Lo que casi podemos asegurar es que al que se le ocurra ponerse la Eau the death, no sabemos si los no muertos se les acercarán o no, pero de los vivitos y coleando seguro que ninguno.