lunes, 29 de abril de 2013

Tortura heavy

Metalica ponen la banda sonora a la tortura

El homo homini lupus del clásico lleva ya tiempo superado, que los lobos no se ceban en sus víctimas más de lo necesario, en cambio los humanos disfrutan horrores haciendo sufrir a sus congéneres. La tortura es una práctica ejercida por el poder no solo para eliminar cualquier resistencia sino para anular por completo al pobre infeliz que cae en sus garras. Aunque no lo parezca, hay muchos niveles de sadismo,  y hoy vamos a dar cuenta de uno de los más extremos. A los servicios secretos de los Estados Unidos, en su labor de preservar la libertad vigilada y la democracia corporativa, no les tiembla el pulso a la hora de apretarle las tuercas a cualquiera que no sea de su cuerda. Un soldado de los Navy Seal, grupo de operaciones especiales, contó hace poco que en Irak, como calentamiento a una buena sesión de tortura, ponían a las pobres víctimas a Metálica a volumen brutal. Seguro que a  más de uno no hizo falta ponerle la mano encima y cantó hasta las veces que hizo pellas en la escuela. Vean lo sofisticada y retorcida que puede ser la mente del torturador.
Éramos muchos los que pensábamos que la pedorreta de decibelios pasados de vueltas que llenan los discos de Metálica y su grandilocuencia barraquera  eran peores que ocho divisiones panzer escupiendo fuego a discreción, y que a buen seguro eran utilizadas  en algún círculo del infierno para atormentar a los más recalcitrantes  pecadores. Pero no hay mayor infierno que el que está en la tierra, y en una sala de tortura, con este hilo musical, Metálica puede estar satisfecho de su obra.
Se corrió el rumor de que los componentes del grupo habían pedido que no utilizaran su arte atorrante en esas labores de zapa, pero rápidamente han salido a la  palestra a informar que ellos no han dicho tal. Lo importante es que te escuchen, sea en tu casa o en la cárcel, cómodamente sentado en tu sillón favorito o con tres dientes menos y alfileres bajo las uñas. Nosotros preferimos oír a los lobos aullándole a la luna, que tienen menos mala ostia que algunos metálicos humanos. 

lunes, 22 de abril de 2013

Condenada Pantoja



Malas noticias para la marca España. Como si no tuviéramos poco con el rey y su familia o el Bárcenas y su cuadrilla, ahora condenan por mangoneo  a una gloria nacional, ex viuda de España, puntal de la copla, madre abnegada, la más grande después de la más grande, Isabel Pantoja. Nuestra querida tonadillera, acostumbrada a salir en los papeles por las cosas del querer, ha terminado por ser noticia por las cosas del trincar. La culpa, como siempre, la tiene el maldito parné que de mano en mano iba en bolsas de basura, el mejor contenedor para blanquear dinero. Eso, y las malas compañías, que su Cachuli estaba bien para un polvo en el Rocío pero no para más, que menuda ruina le ha buscado el gachó.
Recordarán el triángulo de amor bizarro en el que en un vértice estaba el edil del GIL Julián Muñoz, hombre hecho a sí mismo en la barra del bar. En el otro la Panto, que lo mismo te montaba un restaurante que te salía por peteneras. En el otro extremo Maite Zaldivar, la mujer burlada, que paseo por los platós, previo pago, sus penas de amores. Eran los años del sueño español, en el cualquier camarero que supiera hacer la o con un canuto podía alcanzar las cimas del poder para trincar a dos manos y pavonearse llevando del brazo a una lolailo star.
Pero las tornas han cambiado y Cachuli ha dejado el pantalón por debajo del sobaco por el funcional mono carcelario. Ahora le han metido siete años, pero esto solo es el aperitivo, que en los ciento y pico juicios que tiene pendiente seguro que alguno más le cae. Su ex también tiene un pie dentro, pero con la que no se han atrevido los jueces es con Isabel, que se ha ido de rositas pero con una fuerte multa. Pero el daño está hecho, su expediente judicial tiene una mácula por blanqueo. Su salida del juzgado y desvanecimiento entre la turbamulta recordaba la dolorosa en el calvario. La bien pagá tuvo que oír al populacho, que no le cantaba coplas precisamente, y a la prensa rosa que luego la puso verde.
Como sucede en estos casos, lo mejor es refugiarse en la familia, y más cuando su Paquirrín está a punto de sentar cabeza y ser papá. De todo corazón le aconsejamos a Isabel que se dedique a ser abuela, a llevar a su nieto a los columpios y a malcriarlo atiborrándolo de chuches, y deje lo de los pelotazos inmobiliarios y blanqueo de capitales a los profesionales, o sea, a los políticos, que en el improbable caso de que sean condenados, hacen menos daño a la imagen patria que una cantante de su tronío. Porque al paso que vamos, la marca España ni para promocionar chorizos.

lunes, 15 de abril de 2013

De tanga en tanga

Tanga divino

En hablando de tangas hay mucha tela que cortar por más que sea poca la que se vea. Breve contenedor de secretos, tiras que embridan curvas lujuriosas, riendas de pompis en pompa, altar tropical donde macera  la sabrosa fruta ya no tan prohibida, perdidiza prenda de amor, su uso arrincona a las carpetovetónicas bragas y marca estilo y elegancia en el fascinante universo de la ropa íntima. Aunque símbolo del pecado postmoderno, su uso es más antiguo de lo que se cree, que la hoja de parra con la que Eva se tapó al ser expulsada del paraíso no deja de ser un verde tanga terrenal. Siglos después, liberados de moralistas romos y convencidos que no hay más vida que la que arde, nos rendimos todos a los placeres de la carne, donde el tanga realza la divina geometría. Única fe en la que creemos, que creemos porque la vemos, y sobre todo, porque la palpamos.
Tanta tanga circula que se pueden pasar mañanas tontas en tanga, tardes de tedio en tanga o noches de tango en tanga. Las bragas de cuello alto solo las usan las matronas del Opus, y hasta la humilde braguita, que durante décadas ha estado en lo más alto del top teen del fetichismo, se retira ante la fantasía carioca. Epítome de la brevedad de la vida, efecto colateral del calentamiento global, dulce tanga de mis entretelas, vecino feliz de la raja del culo, ceñidor del monte de venus, frontera lúbrica, dique secreto, a ti acudimos a crear filtros de amor infalibles, dejándote a macerar en las noches de luna llena junto a un mechón de su cabello. Tú nos llagas cuando arrogante asomas sobre la cintura del pantalón de una hembra que inalcanzable dobla la esquina. A un triste tanga perdido en un cajón nos aferramos cuando eso es lo único que nos queda de ella.
En estos tiempos en que el deseo imperativo es el motor inmóvil que nos empuja, unos sueñan con acariciarlo bajo una falda estampada o en arrancárselo por la vía de apremio en el asiento de atrás. Babear en sus cercanías, masturbarse con su recuerdo, olfatear tangas usados de colegialas, el catálogo sería tan largo como calenturiento. Símbolo del eterno femenino, de la volubilidad de las damas, de la fragilidad del deseo, nunca tan poca tela ha traído tanta cola ni a tantos de cabeza tras ella. Solo por él somos capaces de lo peor, de robarlos con alevosía y premeditación, porque solo un tanga suyo bastaría para sanarnos.


lunes, 8 de abril de 2013

La dieta del pañuelo



La operación bikini ya está en marcha, se han abierto las hostilidades contra el michelín. Pero como suele suceder, cada uno hace la guerra por su cuenta. La dieta Dukan y su atracón de proteínas es la que está de moda; la disociada, no comas papas fritas con chuletón que engorda, es otro clásico; y después están las más bizarras como la de la alcachofa, la manzana, el perejil y demás. Olvídense de todas ellas. Si quieren quemar sus depósitos de lípidos con la máxima celeridad su dieta es la del pañuelo. Fácil, sencilla, barata y sobre todo efectiva. Consiste en comerse un pañuelo de papel cada vez que uno tiene hambre. Por lo que cuesta un paquete de kleenex tendrán en un periquete un cuerpo escultural.

Tan apañada dieta viene avalada por las máximas autoridades en la materia, ya que es la que realizan las modelos para lucir palmito y trapitos en la pasarela. Al menos es lo que dice la que fuera durante trece años directora de Vogue Australia, Kirstie Clements. Tras su salida de esta publicación, cabecera de chorlito, eco de lo vacuo, portavoz de la elegancia arrogante, ha escrito un libro sobre la fauna que se mueve alrededor de la pasarela. Lo más jugoso de esta feria de lo banal que retrata la exdirectora son las dietas espartanas a las que se someten las aspirantes a modelos.  Les exigen ser tan magras como las perchas a las que sustituyen cuando hacen el paseillo, por lo que se ven obligadas a comerse pañuelos de papel para engañar el hambre.
El mayor peligro que le vemos a esta dieta es la monotonía. Si aderezaran la celulosa con  un poquito de tinta la ingesta sería menos aburrida. Está comúnmente aceptado que dos hojas de Las Confesiones de San Agustín para desayunar  llenan para todo el día. Si te da un bajón a media tarde, cuarto y mitad de Por el camino de Swan y a tirar para adelante.
Si esta dieta les parece algo exigente, la Clements afirma que todavía las hay más cañeras. Bajo el principio de que lo que más adelgaza es lo que queda en el plato, y que lo mejor es ni acercarse por sus inmediaciones, cuenta que en un viaje de tres días con una modelo no la vio comer ni una sola vez. Suponemos que  esta fashion victim acabaría como el espíritu de la golosina, y malamente podría llevar algo más grande que una minifalda si no quería derrumbarse ante su peso.
Ahora se entiende la jeta de mala ostia que gastan las modelos en los desfiles. Es pura hambre la que tienen. Si a algún desaprensivo se le ocurriera sacar un bocata de tortilla de patatas en medio de un pase, al aroma del manjar los ataques de histeria de las modelos darían un ejemplo nada cool.
Por descontado que estas hambrunas no nos apenan nada, que sarna con gusto no pica. Esos palos de escoba a base de huesos, pellejo y silicona, por mucho que se empeñen los dictadores de la moda, no serán nunca el ideal de belleza femenina, que las mujeres de verdad no se comen los mocos, ni los pañuelos.

lunes, 1 de abril de 2013

Culos y cenas

Crumb y los culos macizos

Desengañémonos, las cenas románticas solo son un preámbulo al ñaca-ñaca, por lo que más vale ir adelantado trabajo que después se amontona. De ello sabe bastante Crumb, que rápidamente entraba en harina, o mejor dicho, en carne. Conociendo su querencia por las jamonas rotundas, un culo macizo es requisito imprescindible.