lunes, 10 de septiembre de 2018

En el que se topan con damas poco corrientes y amantes corridos (I)


Tirso Terco, buen caballero probado, ufano iba tras la gloria alcanzada en su primer envite, donde en encuentro singular con el caballero de la Triste Figura demostrara que su arrojo no iba a la zaga. Flequillo Flojo mucho se folgaba además de haber puesto a los pies de Doña Brisilda las armas de Don Quijote, pues en ello vería la dama el amor que le embargaba, aunque no sabía que también habían embargado los cuatro cuartos de Sancho para pagar la basquiña. Por su parte, Bernal suponía que alguna comisión le caería de aquel su primer negocio.

Días después, sin noticia de mayor interés para nuestro relato, iban al descansado paso que marcaba Rampante por una seca vereda que serpenteaba entre pausadas colinas, Tirso refiriéndole a Bernal la portentosa batalla en la que Don Cataplín de Copacabana desbarató una legión de demonios sarracenos con sola una espumadera bendecida por San Palangano. La viveza de la historia hacía que el escudero imaginara los demonios echando espumarajos por la boca y maldiciendo a lo más barrido, cuando un gran ruido llego hasta ellos. Tras una loma cercana enorme algarabía de voces se oía, trufada con juramentos de todos los tamaños y colores. Flequillo Flojo raudo en guardia se puso, su olfato le indicaba que cerca había entuerto que enderezar y fama que ganar.

Clavó espuelas y Rampante aceleró su paso, pero en vez de lanzarse hacia donde las voces rompían la tranquilidad de la estepa, se puso a dar vueltas a un algarrobo como si de su añorada noria se tratara. Ocho vueltas ocho dio hasta que Flequillo se hizo con las riendas y avanzó hasta posición tal que pudiera verse qué causaba semejante tremolina. Mucho le sorprendió lo que vio.

En una revuelta del camino estaba cruzado un carro tirado por un burro sarnoso. En el pescante iban una joven y una vieja que acorraladas estaban por media docena de villanos que acababan de darles alcance y que las increpaban sin freno. Ellas se defendían de palabra y obra, repartiendo a diestro y siniestro con unas fustas que llevaban y poniendo a sus enemigos como chupa de dómine. Ellos, sabedores de que las mujeres estaban a su merced, se regodeaban en insultarlas antes de ir a saco a por ellas. Flequillo que esto vio, así le dijo a Bernal:

—Nada me place más que salvar damas en apuros, como es el caso, y poner coto a las fechorías de desaprensivos que no saben respetar a las mujeres. No pierdas ripio, Bernal amigo, que vamos a escribir memorable página.

—Apuradas sí que se las ve, pero si esas son damas yo soy la espumadera de San Palangano, que los demonios de los que su merced hablaba tienen la boca menos sucia.

Sin hacer caso a las atinadas observaciones de su segundo, cargó con todo. Al sentirse espoleado, Rampante tiró para delante abalanzándose contra los que asediaban el carro. Cuando estaba ya próximo, Tirso desenvainó a Flameada, presta a impartir justicia. En vez de meterse de hoz y coz en el cogollo de la reyerta, el percherón comenzó a dar vueltas alrededor del carro y los villanos. Flequillo, que en realidad era la primera vez que agarraba una espada con fines guerreros, intentaba dar mandobles con Flameada, pero tan pesada era la vieja tizona que daba bandazos con ella como ciego queriendo reventar una piñata. Los que montaban la querella contra las mujeres no esperaban semejante aparición, caballero descacharrado haciendo aspavientos a su alrededor, por lo que pronto pasaron de dar caña a pegar la espantada, no fuera caerles alguna estocada.

4 comentarios:

Doctor Krapp dijo...

Parabienes por la riqueza del lenguaje y por su cromatismo describiendo la quijotesca situación. Esperemos los siguientes acontecimientos, que nos has dejado en un albis tras tan singular batalla.

Rick dijo...

... Y además con artilugios mágicos como la espumadera esa. El tono humorístico es ideal para este tipo de historias, sin el tremendismo de la novela gótica o fantástica, tan de moda hoy en día. Se echa de menos esta relajación.

Chafardero dijo...

@ Doctor Krapp:
Muchas gracias, querido galeno. Creo que los lances por venir serán de tu agrado

Chafardero dijo...

@ Rick:
buen apunte lo del épico patatismo del género fantástico, que al final resulta risible de puro exagerado