lunes, 21 de noviembre de 2016

A La buena vida


Donosti es una ciudad enfrentada a un mar tempestuoso, que ruge mientras se estrella ola tras ola, por eso los grupos allí nacidos parecen querer calmar con su música la furia del cantábrico. La pequeña ciudad cuenta con un plantel deslumbrante: La Dama se esconde, Duncan Dhu, Lemans, Family, La Buena Vida o los denostados de La Oreja de Van Goth. Salvando las diferencias entre unos y otros, diríase que les une el afán de las pequeñas revoluciones burguesas, las melodías de mesa camilla, de excursión de grupo parroquial, un pop de andar por casa teñido de la bruma de la vieja ciudad un día cosmopolita y que hoy vive de las rentas. Un estilo que está en el germen del indie que hoy padecemos y disfrutamos.
Y como lo que más nos gusta es La Buena Vida, dejamos aquí esta joya en recuerdo suyo. La suave voz de Irantzu nos lleva de vuelta a los temas intimistas que convertían sus conciertos en remansos de sencillez y calidez. No están pero llevan ya con nosotros la mitad de nuestra vida y los seguimos echando de menos.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Perro ADN

pelanas
Una de las actividades que más enaltece al ser humano es la de recoger mierda por la calle. Evidentemente, no cualquiera. El zurullo del gamberro del vecino plantado en el banco del parque ni tocar,  la deposición diarreica de la abuelita a la que le da un apretón al doblar la esquina ni hablar. Nos referimos a la mierda del mejor amigo del hombre. Al ver a cualquier dueño limpiando las deposiciones de su animal en la vía pública comprendemos que hemos llegado al cénit  de la civilización, que el merecido fin de la humanidad es el de recoger excrementos caninos. Llegamos a una nueva era, ha desaparecido el homo sapiens, el homo canis está en la cúspide de la pirámide evolutiva, desde donde se entregará en cuerpo y alma al solaz de esos animales que les lamen las manos y nunca los ponen en duda. Para qué interactuar con sus semejantes si pueden tener un chucho que siempre le dirá lo que quieren oír. 
El problema es que entre la legión de personas con debilidades caninas las hay incívicas que ponen a cagar a sus mascotas en cualquier esquina y allí dejan el pastel sin ningún empacho. Es una de esas lacras que sufrimos en los países civilizados, que en los que están por civilizar tienen mejores cosas que hacer. Ante semejante problemática las administraciones implicadas han articulado una panoplia de actuaciones cuyos resultados no han sido los deseados, pues como te descuides vuelves a casa con los dobladillos del pantalón bien untados. En el ayuntamiento de Mislata, Valencia, han tomado medidas radicales e imaginativas. Crearán un banco de ADN con todos los perros del pueblo, seguidamente analizarán la cagada que encuentren en la calle y todo el peso de la ley caerá sobre el animal del amo que no recogió la heces de su animal. Una suerte de CSI canino limpiará las calles, se acabó la impunidad en aquel pueblo y los patinazos en material fecal. 
En Tarragona han optado por una solución más convencional. Contratarán a detectives privados para controlar las deposiciones en zonas no reglamentadas. El poco encanto que le quedaba a la profesión de detective se va por el retrete con semejantes encarguitos, por mucho que se suban las solapas de la gabardina. 
Nosotros dudamos de la efectividad de tales medidas dadas las limitaciones cognitivas del homo canis. Optamos por medidas coercitivas de largo alcance como es desplegar a la legión por las zonas más degradadas de nuestras ciudades, que un cuerpo que tiene una cabra por mascota puede bregar con cualquier tipo de animal, de dos o cuatro patas. Y el que no sepa cuidar un perro que se lo quiten y se vaya a perrear a la discoteca. 

lunes, 7 de noviembre de 2016

La buena de Bono

Buen rollito
Estaba claro que tras el nobel de Dylan a algún rock star le iba a entrar un ataque de celos, que hay mucho ego suelto en el gremio. Bono es otro de esos artistas absolutos, su arte se derrama sobre la abrumada humanidad desde hace décadas, y aunque vive en olor de santidad y adulado ab nauseam, al chaval le sigue gustando que lo quieran. Es lógico que se sintiera inquieto ante la subida al parnaso de Dylan, pero ha venido en su ayuda la corte de jurados de premios, que últimamente no hilan muy fino. En una pirueta que ha dejado perplejo a medio mundo, la revista Glamour ha incluido en su lista de mujeres del año a Bono. Y no, no es que el cantante de U2 se haya puesto tetas y zapatos de tacón, o que meta horas extras en plan travesti en algún tugurio de Dublín. La razón que aducen las glamurosas responsables de la revista es el compromiso de Bono con los derechos de las mujeres. Lástima que la lista sea de mujeres. El galardón se lo llevó Emily Doe, víctima de una violación en Stanford, pero Bono iba en la lista dando la nota, para variar.
Seguro que el reconocimiento es de recibo para nuestro líder global, fácil que lo atribuya al advenimiento de una nueva era en que las limitaciones como las de género no sean óbice para hacer llegar su mensaje de paz y buen rollito a los cuatro puntos cardinales, con el consiguiente aumento de la recaudación.
Tal como está el patio ya nos esperamos cualquier cosa en la lotería de los premios. Están buscando apoyos para conceder el Príncipe de Asturias de las Letras a Yosi de Los Suaves, otra cosa es que saque tiempo para recogerlo entre borrachera y borrachera. Cualquier día le conceden un par de estrellas michelín a McDonald por sus innovadores Happy Meal. La recopilación de discursos de investidura de Rajoy suena fuerte este año para el Nadal, y puede que Susana Díaz se lleve el galardón al emprendedor del año. Mientras tanto, si ser mujer del año hace callar a Bono, bienvenido sea el premio.