martes, 20 de octubre de 2015

Evolución (I)

El día de los inocentes de 1908 la expectación se podía cortar en el casino de Ventorrillo. A las cinco en punto de la tarde daría comienzo la conferencia con la que Cirilo Terco Tejo, una de las mentes más preclaras alumbradas en el Páramo, retornaba a la patria chica después de un periplo de más de cinco años por las principales capitales europeas, donde se había empapado de todas las novedades filosóficas, científicas y artísticas. Para empezar a situar a sus convecinos en el siglo XX que tantas revolucionarias novedades prometía, Cirilo Terco eligió un concepto que ya en el continente era moneda común pero en el alto llano una rara avis, como era la teoría de la evolución. Ni que decir tiene que todo el pueblo abarrotaba los salones del casino, huérfanos por un día de discusiones políticas y taurinas o de calaveradas de los lechuguinos del lugar, dispuesto a enterarse de qué iba esa teoría y comprobar si era verdad los rumores que habían llegado sobre ella.
Cirilo estaba a la sazón llegando a los locales culturales cuando varias damas se acercaron a saludarle y alabar las hechuras de su elegante traje inglés, con cuello duro, corbatín almidonado y sombrero de hongo, poco vistos en los contornos. Era un hombre de mediana estatura y fuerte constitución, algo cargado de hombros por las muchas horas pasadas frente a los libros, ojos vivarachos y nariz poderosa que dotaba a su gesto de una gran determinación.  Luego pasó a rendir pleitesía al cacique local y alcalde, don Pancracio, y a don Obdulio, cura párroco y que competía con el primer edil en diámetro de barriga. Tras el boticario y el maestro, Cirilo saludó a Aniceto Parco Nieto, novelista, poeta e historiador local, además de jurado enemigo intelectual de Cirilo. Cinco años no eran nada cuando las discrepancias entre las dos cabezas de la inteligencia local databan de cuando andaban a gatas. La beca que la Asociación de amigos del Páramo otorgó a Cirilo no hizo sino aumentar la sima que los separaba.

6 comentarios:

Rick dijo...

La historieta resulta curiosa, así para empezar. Promete. De entrada ya me ha hecho gracia esa antítesis entre la evolución y los viejos hábitos de su pueblo (la pleitesía al cacique y ese tipo de cosas). Ya veremos quién gana en el vetusto Ventorrillo.

Rafa Hernández dijo...

Habrá o no habrá pelea. De vez en cuando una somanta de palos anima el cotarro.

Abrazo amigo.

U-topia dijo...

Vaya, la Restauración con su trasfondo de caciques y encasillados. ¿Quizás hay algo en la actualidad que te han conducido a esta época?
La historia promete (los nombres logradísimos).

Salud-os!!

Chafardero dijo...

@ Rick:
A las fuerzas vivas conviene tenerlas de tu parte no sea que cierren el grifo.

Chafardero dijo...

@ Rafa:
En Ventorrillo son de sangre caliente, y no hay nada que una buena pelea no pueda arreglar.

Chafardero dijo...

@ U-Topía:
De las corruptelas de la Restauración, el caciquismo, el pasteleo, borbones metidos con calzador, políticos de mano larga y miseria moral hoy en día solo quedan pequeños vestigios que no enturbian nuestro brillante presente.