lunes, 31 de marzo de 2014

Los sonidos del silencio


La sensación del momento en el  show business es el nuevo disco del grupo  funk Vulfpeck, unos yanquis llamados a hacer historia en el mundo de la música popular. Pocas veces encontramos una propuesta tan vanguardista y radical. Sleepify es una obra eminentemente conceptual en su planteamiento y minimalista en su ejecución. Una producción que no carga las tintas con arreglos innecesarios, dejando canciones desnudas de cualquier artificio. Este disco a su vez es una reflexión sobre la naturaleza y valor de la música en nuestra época. En la trayectoria de Vulfpeck supone un golpe de timón, explorando territorios vírgenes hasta ahora pero con gran potencial. Jack Stratton, líder del grupo, reconoce sin embargo que ésta ha sido la obra más fácil de grabar y más rentable.
Sleepify consta de diez canciones que duran 31-32 segundos en las que lo único que se oye es el silencio absoluto. Lo subieron a Spotify y pidieron a sus seguidores que las reprodujeran todas las veces que pudieran, preferentemente de noche mientras dormían. Como sabrán, por cada reproducción Spotify paga una pequeña cantidad al grupo. En poco tiempo llevan recaudados unos cinco mil dólares, con lo que piensan financiar una gira gratuita, pasando por aquellas localidades donde sus fans hayan sido más activos a la hora de reproducir el disco fantasma.
En Spotify se lo han tomado con humor, que mientras usen su servicio tanto les da lo que suene o deje de sonar. Los seguidores de Vulfpeck están encantados de ver a sus ídolos gratis total. Y los músicos han tenido más repercusión con su silente disco que con todos los anteriores juntos. La verdad es que tras una audición a fondo del disco completo, reconocemos que Sleepify supera la media de lo que se escucha por ahí, y ataca menos a los oídos.
 

lunes, 24 de marzo de 2014

Infidelidad móvil


En el mundo de las aplicaciones para móvil pueden encontrar ustedes utilidades de dudosa utilidad, desde programas que separan los que pican de los que no entre los pimientos de Padrón hasta los tristemente clásicos de pedos y eructos. Todas las páginas para conocer gente y ligar  tienen su respectivo icono en la pantalla de inicio de cualquier single que se precie. Pero los casados y emparejados también tienen derecho a arrimar la cebolleta, y para ellos ha nacido Ashley Madison, app para echar una canita al aire. Usted se apunta y le garantizan que de forma confidencial entrará en contacto con otros usuarios y usuarias dispuestos a coronar a sus parejas. Para que luego digan que la tecnología no facilita la vida. Con esta verdaderamente práctica aplicación evitará ir de ligue a la provincia vecina o a garitos de dudosa reputación, lejos del primo inoportuno o el vecino cotilla. Con los nuevos móviles inteligentes hasta el más tonto podrá dársela con queso a su pareja. 
Pero la cosa no queda aquí. En recientes declaraciones de un responsable de Ashley Madison, sacaba pecho presumiendo de que ya eran más de veinte millones a nivel mundial los afiliados dispuestos a una aventura extramatrimonialDe ellos, millón cien mil eran españoles, siendo uno de los países líderes en el ramo. Si cruzamos estas cifras con las que mostramos hace poco, que nos situaban en el sexto puesto en la escala del vicio, vemos que la cristiana educación que recibimos no ha servido de nada. 
Millón y pico de infieles registrados, más los que van por libre, son muchos infieles sueltos. Lo cual nos lleva a lo siempre, que no puede uno fiarse de nadie, a no ser de que diseñen otra aplicación para móviles que distinga entre los que son de fiar y los que no. Pero mucho nos tememos que la tecnología no ha avanzado tanto. 

lunes, 17 de marzo de 2014

Móntelo usted mismo


Ya tiene su moderna estantería de estilo sueco. Diseño funcional, líneas eficientes, ángulos compensados, distribución ergonómica del espacio, hecha para crear un ambiente hogareño y cool a la vez, y sin dejarse la bolsa en el intento. Solo falta un pequeño trámite: el montaje. Pone  los tornillos, tuercas y pernos al lado del montón de tablas de todos los tamaños que ha vomitado el embalaje, y encima de la mesa el plano del mueble con las instrucciones de montaje. Entonces es cuando empieza a echar en falta un cuñado que trabaje en la NASA, cómo carajo se monta eso piensa.
Para su tranquilidad, no es el único en tales apuros. Hasta en su país de origen sudan la gota gorda para montar los muebles de Ikea. Hace poco unos vecinos de Stromstad llamaron alarmados a la policía por los gritos que salían de uno de los pisos del edificio. Los agentes de la porra, creyendo que se enfrentaban a un episodio de violencia de género, se personaron en el lugar de los hechos. Allí comprobaron que el rifirrafe estaba causado porque un matrimonio no se ponía de acuerdo en el protocolo a seguir en el montaje de uno de los muebles de Ikea. A tanto llegó el desacuerdo que el churumbel de la pareja también tomó parte en la disputa, llorando a moco tendido. Las fuerzas del orden, ante tamaño problema, se retiraron sin denunciar a los alborotadores, y sobre todo porque temían verse obligados a armar ellos la endemoniada pieza.

Los días del homo habilis hace tiempo que quedaron atrás. Hoy somos expertos en una o dos cosas como mucho, y en todo lo demás dependemos del gremio de turno. La peña se apaña bien para montar timbas en casa o botellones en el parque, pero para montar muebles se necesita visión espacial, pulso firme con la llave allen, conocimientos de resistencia de materiales y lectura de planos, disciplinas arduas para el común de los mortales. Por tanto, mejor dejamos el mobiliario en manos de los profesionales, así evitaremos que al sacar de la balda la biografía de Belén Esteban ésta se nos venga abajo.

lunes, 10 de marzo de 2014

La medallita de la virgen



El jefe de la pasma, un personaje un punto menos rancio que el refajo de Sor Patrocinio, se levantó un día rumboso y otorgó la más alta condecoración de la policía a una virgen que atiende al peregrino nombre de Nuestra Señora María Santísima del Amor, y a la cofradía malagueña que la custodia, El Rico y María Santísima del Amor. La medalla que les ha tocado en suerte se concede a agentes muertos o mutilados en acto de servicio o aquellos que participen en servicios de trascendental importancia. No sabemos en qué promoción se incorporó María del Amor a la policía, ni los hechos heroicos protagonizados porra en mano. Todo apunta que no va más allá de la presunta colaboración de sus cófrades en la semana santa malagueña, acto de alto riesgo y peligrosidad dada la explosiva combinación de saetas y legionarios.
Fernández Díez, cuyos únicos méritos para el cargo es la lealtad perruna a Rajoy, el mismo que despachaba tranquilamente la muerte de quince personas en Ceuta, quizás debería conceder otra condecoración a Santiago Matamoros para que se persone por aquella frontera a poner orden, que  sus subordinados no parecen andar muy finos y lo de la compasión por el prójimo lo dejan para las procesiones nada más.
Vista la manga ancha con que concede el opusiano ministro los laureles, en internet ha surgido una campaña para que les den otra medalla a Mortadelo y Filemón, personajes tan ficticios como el anterior, pero que llevan lustros batiéndose el cobre contra amenazas como Joe Matraca o el Gang del Chicharrón, más peligrosos que todos los legionarios malagueños ahítos de jumilla.
Realmente, tiene coherencia la concesión de la distinción a la virgen, no en vano la derecha tiene como lema A dios rogando y con el mazo dando. Parece que el carácter laico del estado se lo pasan por el arco del triunfo, además del tufillo a superchería medieval que arrastra el asunto.
Parece que no hay más remedio que la intervención divina, porque esperar algo a derechas de nuestros gobernantes es pena perdida. Quiera dios que el castigo dure poco y estos rancios sean sustituidos por otros que no hagan política en las sacristías. Pero no nos hagamos muchas ilusiones, recuerden lo de virgencita, virgencita, que me quede como estoy.

lunes, 3 de marzo de 2014

En lo más alto


Cíclicamente al ciudadano de a pie le asaltan las dudas sobre en qué consiste la idiosincrasia nacional, qué carajo es eso de ser español. Si tiramos del argumentario clásico no tardaremos en darnos cuenta que no somos más que guerreros portadores de valores eternos, guardianes de la sacrosanta ortodoxia religiosa, cruzados de causas perdidas, conquistadores de vastos imperios, o simplemente unos mediocres viviendo a salto de mata. Muchos son los arquetipos que nos saldrán al paso, pero la realidad, como muestra la estadística adjunta, es que somos unos viciosos, los sextos contando por arriba.
Las variables que se tienen en cuenta en este ranking son el consumo de alcohol, tabaco, cannabis, anfetas y las deudas de juego. Todas ellas nos sitúan en un respetable lugar, aunque lejos de la República Checa, líder indiscutible en estas cuestiones. Si estaban aburridos de verse siempre a la cola de las estadísticas (excepción hecha de la del paro) aquí pueden llenar el pecho de justo orgullo. No crean esas milongas de meapilas de que somos la reserva espiritual de occidente, esto es coto de viciosos. Porretas, ludópatas y borrachuzos llenan las calles, sin contar el nutrido grupo de politoxicómanos que pululan por la política y los medios de comunicación. Sodoma y Gomorra era la granja de Pin y Pon comparado con lo que se mueve por aquí, con la suerte de saber  que no va a haber dios que nos tosa. El español no es mitad monje mitad soldado,  solo tahúr a tiempo completo.

Esperamos que el llamamiento al vicio y al desenfreno no caiga en saco roto. Ahora que sabemos cuál es nuestra misión, no desfallezcamos hasta alcanzar la primera posición. Dense cuenta que la alternativa es mucho peor; a ver quién es capaz de soportar la dura realidad sin drogarse