lunes, 27 de enero de 2014

Batman va saturado (II)

Al intentó quitarse a Batman de encima, pero dos directos al mentón le hicieron cambiar de idea. El justiciero dio rienda suelta a toda la tensión acumulada tras la larga espera. Le agarró del gaznate y apretó, apretó con todas sus fuerzas. Al estaba cambiando de color por momentos.
-Te lo advertí, te dije que cerraras el negocio, que dejaras de vender esa mierda a los jóvenes. -Entonces aflojó un poco para que la basura italiana pudiera responderle.
-No tienes ningún derecho. Soy un honrado empresario. Tengo todo en regla -respondió como pudo.
-Tú y los de tu calaña estáis acabando con el futuro de Gothan. Si os dejamos hacer, las nuevas generaciones se convertirán en una manada de zombis.
-Yo no obligo a nadie, entran por su propio pie.
-Te lo repito, deja de vender carne rebosante de grasa. Cierra este maldito burger y deja de convertir a la gente en monstruos de ciento veinte kilos.
- Vienen porque les gustan las hamburguesas, y tú no eres nadie para impedirlo, puto murciélago vegetariano.
- Los índices de obesidad se han disparado, el colesterol satura las venas cada día a más tierna edad. Con  tu maldita comida basura la gente se apoltrona en el sofá esperando la muerte mientras ve la tele.
- Y qué si eso es lo que les gusta.
- No mientras yo sea el guardián de Gothan, no mientras yo pueda impedirlo -y le atizó sin compasión. Una, dos, tres veces, hasta que perdió la cuenta y Al el sentido.
Se levantó y miró a su alrededor. Nadie se había atrevido a salir del burger, el chofer intentaba hacerse invisible tras el volante, al guardaespaldas ni el frío de la noche revivía. Calle abajo, una parejita que había desafiado las inclemencias del tiempo para comerse una super big con tres quesos y doble de pepinillos se quedó quieta en la acera al ver al justiciero enmascarado.
- Ya sabéis lo que tenéis que hacer -les espetó, y se fueron por donde habían venido.
De vuelta a la batcueva, con el alba pisándole los talones, Batman se dijo que la jornada había merecido el esfuerzo. Al menos había evitado que dos víctimas cayeran en manos de la carne sobresaturada. Era poco, pero era un comienzo. Y Al había aprendido una lección, iba a tenerlo enfrente si continuaba con su comercio mortal.
Antes de meterse en su guarida vio el sol plomizo del invierno colarse entre los rascacielos de su ciudad. Sabía que mientras él estuviera alerta, el mal nunca dormiría tranquilo en Gothan.

lunes, 20 de enero de 2014

Batman va saturado (I)

Gothan, lejana y sola desde lo alto. Las grandes venas de la metrópoli evacuaban su diaria carga de dolor, esperanzas incumplidas, soledad y desamor. La noche se cernía con su cargamento de sueños rotos mientras el lado salvaje de la ciudad se preparaba para tomar las calles.
Desde su puesto a la sombra de una gárgola que remataba un cansado edificio del centro, Batman vigilaba. El viento cortante como navaja no impedía al guardián de Gothan perder detalle de lo que pasaba al fondo de la calle. Llevaba muchas horas controlando aquel garito. La lluvia castigaba los ángulos rectos de los edificios mientras repasaba mentalmente el entramado de deficiencias administrativas, funcionarios corruptos y agentes de la ley que hacían la vista gorda necesario para que ese nido de podredumbre abriera sus puertas todas las noches como si de un honrado negocio se tratara. A cuánta gente habrá comprado el capo para que pueda pasear impunemente en un coche de cien de los grandes con dos bellezas neumáticas escoltándole como si fuera una estrella de la NBA, mientras mata poco a poco a la juventud de Gothan.
En la noche mostraba la ciudad sus heridas abiertas al frío del invierno. Los habitantes rumiaban sus existencias tras las paredes de sus refugios mientras se escondían de las dentelladas del temporal. Del garito salían un grupo de chavales, ninguno llegaba a los veinte. Batman apretó los puños, impotente. Nada podía hacer por ellos, salvo esperar a pillar al pez gordo con las manos en la masa.
Las horas pasaban monótonas. La lluvia seguía cayendo. El hombre murciélago continuaba al acecho, esperando su presa. Si sus informaciones eran buenas, hoy pasaría a recoger las ganancias. Poco faltaría para la medianoche cuando un cochazo paró ante la puerta del local. Era él, Al Giornelo, cuya familia controlaba todos los antros de mala muerte del centro.
No lo pensó. Saltó al vacío desde la alta cornisa. En el aire, uno de los batgarfios se fijó a una pared. Luego, ya cerca del suelo, otro se anudó a una farola moribunda, lo que le permitió frenar el salto y dar un giro para caer con los pies por delante encima del gordo seboso que se estaba estirando el traje tras bajar del coche. Con dos golpes certeros tumbó al guardaespaldas. El chófer tragó saliva y se estuvo quietecito dentro del coche.

lunes, 13 de enero de 2014

Autosuficiencia

Uno de los tópicos de la ciencia ficción clásica era la deshumanización de la vida producida por la hipertecnificación. Un futuro plagado de máquinas haría de las personas simples engranajes en una inmensa estructura sin alma ni sentimientos ni nada que se le pareciera. Hoy traemos la prueba de que las máquinas pueden ayudar al hombre a librarse de sus pasiones, y de paso de sus semejantes. Se ha presentado en Japón el VR Tenga, un gadget provisto de unas gafas de realidad virtual donde puedes ver escenas eróticas mientras metes la verga en un aparato que simula una vagina y vas bombeando a discreción.
Con este sistema todo son ventajas: ningún  contratiempo profiláctico ni problema de rechazo, y sobre todo, ninguna necesidad de interactuar con personas del otro o mismo sexo. Por fin el hombre será autosuficiente y vivirá completamente de espaldas a sus semejantes, con los que en caso de necesidad podrá comunicarse por las redes sociales. No es casualidad que el VR Tenga aparezca en Japón, tierra de mechas y demás robotijos, donde la mayoría de la población sigue virgen al cumplir los treinta. Con este nuevo juguetito pueden llegar a la jubilación sin conocer hembra bíblicamente más que virtualmente.
El futuro está cada vez más cerca, pero el VR Tenga  llegará al establecimiento de abajo de su casa en el 2030 como poco, así que no van a poder regalárselo para San Valentín. Mientras tanto  sigan recurriendo a los métodos tradicionales que están más que contrastados, y no descarten la posibilidad de interactuar con otra de su especie, que les puede resultar más gratificante.

lunes, 6 de enero de 2014

Parade postapocalíptico





Nada mejor para empezar el año que un paisaje postapocalíptico a cargo del divino Parade. Su nuevo disco, Amor y ruido, con toques franceses e italianos, lleno de detectives modulares, vampiros reaccionarios, emperadores sin imperio y mucho amor alien, navega como siempre entre la belleza y la fantasía.
En el video de presentación nos recrea con su habitual ironía el paisaje tras el Armagedón, con zombis quemando goma por caminos polvorientos a la caza de la poca gasolina y carne fresca que queda, mientras éstos se defienden con uñas, dientes y hasta alfileres, que todo vale con tal de no acabar de primer plato. Menos mal que en este futuro a lo Mad Max hay tiempo también para remansos hogareños, que con apocalipsis o sin él, todo guerrero necesita un kit kat.