lunes, 27 de mayo de 2013

De cómo aún a su pesar el caballero del Flequillo Flojo declaró sus hazañas (III)


–En este caso, la hacienda real se daría por satisfecha con el rucio de su escudero.
–Óigame usted bien, fiscalizador de bienes ajenos, que mi montura no tiene nada que ver con las hazañas de mi señor, que me lo gané con el sudor de mi frente en muchas siegas y vendimias, y si quiere confiscar algo, confísque los calzones de mi señor, que guardan huella de todos los lances de honor que ha tenido, pero a mi burro ni me lo toque.
–Sea pues –dijo el de la mesa –alguaciles, metan presos a estos irredentos fiscales, y que paguen en galeras lo que no pagan aquí. –Como viera Flequillo Flojo que los hombres de armas se les echaban encima, levantó la mano para detenerles a la vez que conminaba a Marco.
–Amigo Parco, aquí te emplazo para que te sacrifiques por tu señor. Bien sé que tienes en más estima a tu rucio que a tu esposa, que más coces te ha dado ella que él, pero pasar esta mala jornada bien vale un animal que bien mirado ya está muy corrido y pronto a abandonar este mundo. Entrégaselo a estos carroñeros y al buitre que los manda, que yo bien sabré agradecerte tu gesto, y en cuanto la fortuna nos sople a favor, cabalgarás en recio alazán, como corresponde a tu condición. –Viendo el escudero que los cuadrilleros estaban prestos a cargarlos de grilletes, y ponderando que mejor ir a pie pero ligero de carga que con todo el hierro de Vizcaya a cuestas, cedió en las demandas de su señor y puso pie en tierra.
–Quién me mandaría, necio de mí, hacerle caso el día que me sacó de mi bancal, donde tan a modo estaba yo criando mis calabazas, para seguirle del páramo a la sierra y de la sierra a la llanada bajo la promesa de que un día me sentaría en trono de oro, cuando a lo que se ve, voy a tener que ir a pinrel en busca de tal asiento.
Una vez que los de la Santa Hermandad tomaron posesión del tributo por actividades caballerescas y el secretario extendido la debida cédula que acreditaba a su poseedor de estar al día para con la real hacienda, dejaron paso franco a Flequillo Flojo y Marco Parco, que prestos pusieron tierra de por medio no fuera  a subir la tasa mientras estuvieran cerca y se quedaran también con Rampante.
–No reniegues tanto, Parco amigo –dijo Terco cuando se vieron lejos del afán recaudatorio de los hombres del rey –que de este mal paso podemos sacar una gran lección. A saber, el soberano que sangra a sus súbditos no merece sino nuestra reprobación. Porque las contribuciones son obligación de todos, como de todos es la cosa pública, pero cuando el estipendio solo sirve para empobrecer al pobre más si cabe y al poderoso hacerle más arbitrario y arrogante, no queda otro remedio que ir a pedirle cuentas, y si no le salieran, buscarse otro soberano que mire por el bien de sus súbditos.
–Muy buenas razones son ésas cuando se dicen desde el lomo de su Rampante, pero como súbdito de a pie que soy, solo puedo decir que con el fisco hemos topado, y que dios nos coja confesados como volvamos a caer en sus manos. 

lunes, 20 de mayo de 2013

De cómo aún a su pesar el caballero del Flequillo Flojo declaró sus hazañas (II)


–No estamos aquí para discutir si sus predecesores corrían moros o cristianos, sino para acatar la voluntad real, que en este punto es muy clara. Todo caballero andante que vagara por su reino, sea cual sea su cuna o nación,  deberá pagar un tributo para sostener la campaña de Flandes, que va para largo, y bien sabrá lo costoso que sale clavar una pica en aquellos andurriales.
– ¿Pero dónde se ha visto semejante atropello, tal escarnio a la sagradas leyes de la caballería? –se incendió el del Flequillo Flojo, al que el molinillo que coronaba su casco las aspas empezaron a girarle enloquecidas –mezclar en el mismo odre sus pedestres cálculos mercantiles con el oficio de paladín errante, donde las únicas cuentas son amor y honra.
–Cuando vaya acabando sus quejas me hará una relación por menudo de los duelos que le han acontecido en el último año, las doncellas rescatadas, agravios desagraviados y demás ocupaciones propias de su condición, para que vayamos aplicándoles a cada una la tasa que le corresponda. Y tenga presente que toda resistencia será vana, que como no afloje la bolsa aquí y ahora los de la Santa Hermandad –señalando a los alguaciles que le rodeaban con ganas de ponerles las manos encima –no han de tener ningún reparo de acabar con sus huesos en prisión.
–Para que veas, Parco amigo, en que acaban los reyes y príncipes, en vulgares asaltadores de caminos, que otra cosa no es ésta sino un espolio en toda regla.
–No debería extrañar a su merced lo que vemos. Nobles y magnates labraron su posición levantándole las alforjas al prójimo, normal que cuando la necesidad aprieta vuelvan por sus fueros.
–Como sigan vituperando al rey nuestro señor les voy a aplicar un correctivo que hará época en sus anales andantes –dijo tajante el recaudador de impuestos, a la par que apremió a Tirso Terco a que hiciera descripción de sus hazañas para establecer la correspondiente contribución. Hízolo nuestro caballero de mala gana, y hasta podemos afirmar que contrariando su juramento de ir siempre con la verdad por delante, algún lance se dejó en el tintero.
Hizo el escribano sus cuentas y dieron un total de mil maravedís que Tirso Terco tendría que pagar sí o sí si quería seguir ejerciendo de caballero andante y no de caballero enjaulado.
–Pero nosotros no poseemos tal suma, que no somos mercaderes ni chalanes, que nuestro oficio no reporta beneficio alguno, solo la gloria venidera y el afán de servicio a nuestra dama.
–Pues idle a pedirle prestado a ella, que seguro que le place auxiliar a su caballero.
–Antes la muerte que abusar de semejante manera de mi amada Brisilda, que una cosa es que sea de natural liberal y otra que la vaya con ese sablazo.
–Como la magnanimidad de nuestro señor no conoce fin, también acepta contribuciones en especie.
– ¿Y de qué especie se trataría? –inquirió el del Flequillo Flojo algo amoscado.

lunes, 13 de mayo de 2013

De cómo aún a su pesar el caballero del Flequillo Flojo declaró sus hazañas (I)

Amaneció un nuevo día y con él el caballero del Flequillo Flojo se echó a los caminos en busca de doncellas que socorrer, menesterosos a los que auxiliar, entuertos que enderezar, y sobre todo, dejar constancia que los ojos de la su dama eran los más bellos de toda la cristiandad y que no tenían par desde la pérfida Albión hasta el reino del preste Juan. Montado en Rampante, su fiel percherón, y con Marco Parco, su leal escudero, a su diestra, iban por una vereda que bordeaba un fresco sotillo, y tan sabrosa soledad trajo hasta su memoria los días en que allá en la inmortal villa de Ventorrillo pasaba las tardes bajo la reja de su amada, Brisilda de la Solana, aquella por quien bebía los vientos, recitándole versos de su puño y letra en los que alcanzaba a contarle todo lo que en su pecho bullía cada vez que pasar veía su cuerpo gentil por el vano de la ventana.
Bien es sabido que cuando un enamorado saca sus penas de amor a paseo el camino se achica por no cansar al afligido corazón. Marco Parco, al que la víscera que más le preocupaba era su estómago, iba renegando del magro desayuno que le dieran en la venta y de lo incierto que se presentaba el almuerzo. En estos asuntos iban caballero y escudero cuando toparon cerrándoles el camino dos carretas cruzadas guarnecidas con hombres de armas, a pie y a caballo. De entre todos ellos destacaba un gentilhombre vestido de negro, golilla inmaculada, bigote fatuo  y capa corta, que delante de las carretas había emplazado una silla y una mesa  con recado de escribanía, que bien se diría que era un despacho ambulante lo que allí habían pergeñado.
– ¡Alto en nombre del rey! –le conminó el que a la mesa sentado estaba.
–Así haré si es el rey el que lo pide –respondió Flequillo Flojo.
–Decid, os lo ruego, vuestra nación y filiación –continuó el de negro mientras los hombres armados estaban prestos a atajar  cualquier falta de colaboración.
–Este que os habla es Tirso Terco, hidalgo de la noble e invicta villa de Ventorrillo, capital del Páramo, y el que me acompaña en calidad de escudero es Marco Parco, convecino mío.
– ¿Y a qué se debe vuestro paso por estas tierras?
–A que de un tiempo a esta parte, enamorado de Brisilda de la Solana, dama principal de Ventorrillo, he decidido tomar los hábitos de la andante caballería para pregonar a los cuatro vientos las gracias de mi señora, además de ganar gloria y honra para mí.
–Como caballero andante que es, estará informado de la nueva tasa que el rey nuestro señor ha tenido a bien imponer a todos los de su condición –dijo el escribano mientras se atusaba las guías del bigote.
–Voto a tal que no he tenido noticia de semejante nueva, pero quiero participarle que yo, Tirso Terco, provengo de los más nobles linajes de Ventorrillo, y las armas de mi escudo ya hacían volver grupas a los infieles en Covadonga, por lo que puedo decirle que estoy exento de cualquier tributo o estanco que quiera su merced aplicarme.

lunes, 6 de mayo de 2013

Vente a Marte

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En Marte no hay marcianos decía la canción, están todos en la tierra. Pero pronto va a cambiar la situación. La humanidad, una vez colonizados los cuatro puntos cardinales de su planeta natal, se lanza a la conquista del cosmos, empezando por el vecino de al lado. Y esta vez es de verdad, nada de novelas de ciencia ficción. Pero no se crean que el espíritu de los antiguos descubridores es el que anima esta misión, sino que se trata de un gigantesco programa de televisión, un gran hermano sideral.

Mars One, la empresa que pretende crear una base permanente en el planeta rojo en el 2023, para buscar financiación ha decidido montar un reality show en el que los espectadores podrán elegir a los astronautas más molones o macizorros para el primer viaje tripulado a Marte. Se acaba de abrir la inscripción y dicen que ya hay cuarenta y cinco mil candidatos. De todos ellos cuatro acabarán posándose en Marte exactamente el 24 de abril del 2023 (la hora no ha sido confirmada todavía). Sucesivas misiones harán que la demografía marciana alcance los 20 habitantes en el 2033. Porque si no se han dado cuenta, este es un viaje solo de ida, por lo de abaratar costes. Piénsenlo bien a la hora de apuntarse que una vez allí no hay vuelta atrás, que pasarán el resto de sus vidas entre las arenas de Marte.
Tal como está planteada la teleconquista  creemos que va a tener un notable sabor español. No porque seamos un país puntero en telemetría marciana o poseamos una notable experiencia en ingeniería espacial, sino que la crisis que padecemos y que obliga a buscarse la vida en cualquier lugar del sistema solar unido a nuestra gran cantera en concursantes de gran hermano nos van a convertir en un referente en la carrera hacia Marte. Seguro que una Jeny o una Vane consiguen plaza y podremos disfrutar de sus gimoteos en el confesionario porque se han dejado la laca en casa o no se han podido zumbar al astronauta australiano.
Este proyecto supone el triunfo del neoliberalismo aplicado a la conquista espacial. El planeta rojo como activo de una gran corporación, las acciones marcianas cotizando en bolsa al lado de Iberdrola y Exxon.  La iniciativa privada va a ser la que escriba las verdaderas crónicas marcianas. La humanidad volverá a tener una nueva oportunidad de empezar, después de llenar de basura la tierra, todo un planeta virgen nos espera.