lunes, 12 de noviembre de 2012

El patito feo




La vida conyugal de Jiat Feng, de los Feng de toda la vida, era todo lo feliz que puede ser la de un chino de clase media. Llevaba varios años casado con una mujer bien parecida en concordia y armonía, por lo que la llegada de su primer retoñó no haría más que colmar de felicidad a la pareja. Desgraciadamente, cuando el bebé entró por la puerta el amor saltó por la ventana.
El señor Feng no pudo lograr el deseo de todo padre de verse reflejado en la cara de su hija. El caso es que tampoco se parecía a su mujer. Para colmo, algún allegado le comentó lo poco agraciada que era la condenada. El nuevo padre no tardó en sumar dos y dos y en tachar de infiel a su esposa. La pobre le dijo que era cosa muy fea acusar de hechos tan graves sin más fundamentos que la hechuras de la niña, pero tras denunciarla ante las autoridades, acabó confesando la verdad.
La buena esposa del señor Feng en tiempos había sido tirando a feucha, por lo que puso remedio pasando repetidamente por el quirófano, donde se dejó la friolera de cien mil dólares, hasta que no la reconoció ni la madre que la parió. Pero como la cirugía estética todavía no se aplica a nivel genético la niña le había salido más fea que pegar al padre con un calcetín sudado.
Descubrir a toro pasado que te ha tocado bailar con la más fea no es plato de buen gusto, por lo que el señor Feng interpuso una demanda de divorcio y reclamó una indemnización por sentirse engañado. Y el juez le dio la razón, afeando la conducta de la esposa y obligándole a pagar otros ciento veinte mil, con lo que al final a la pobre mujer le ha salido su aventura matrimonial por un ojo de la cara. No sabemos quien se ha quedado el churumbel de la discordia, pero todo hace suponer que el marido burlado no estaría por la labor de verle la cara a diario.
Ahora tocaría ponerse moralista y afear la conducta del señor Feng, solo interesado en el aspecto externo de su pareja, pasando por alto las grandes prendas morales que sin duda la adornaban y que la llevaron hasta el sacrificio  del quirófano por mor del éxito conyugal. Pero la verdad es que lo único que se le pasaba por la cabeza al buen hombre era aquella canción de los Sirex que reza que se mueran los feos.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y para eso se gastó la pasta su señora, para que al final la pillen en un renuncio de ese tipo...
Es que vamos, con la variedad de métidos anticonceptivos que hay y con el liberalismo que las autoridades chinas han tratado siempre la eliminación de niñas, feas o no, la verdad es que esta señora muy lista no es.
En fin: castigo divino, por adúltera.

Chafardero dijo...

@ Rick
lo único bueno es que como ahora andan faltos de mujeres, ésta aunque fea tiene posibilidades vista la demanda