lunes, 28 de noviembre de 2011

Protesta silenciosa

Observaciones de un pacifista con reservas por Peter Bagge

Como parece que se avecinan tiempos difíciles, vaya un ejemplo de protesta tan discreta que hasta puede pasar desapercibida. Choca con nuestro temperamento, habituado a meter ruido hasta para bajarse de la acera, pero  Rajoy y  sus mariachis las caceroladas y demás discrepancias ruidosas se las van a pasar por el arco del triunfo. Nuestra única oportunidad será oponerse en silencio, protestar sin alzar la voz, callar para no otorgar, manifestarse con la boca cerrada. Quizás sea la única manera de que nos pregunten por qué protestamos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Françoise Hardy


Hablar de música en Francia en los años 60 en gran medida es hablar de François Hardy, la chica triste que vaga sola por la calle preguntándose por qué nadie le susurra palabras de amor al oído. Tímida muchacha de belleza lánguida, frágil estrella titilante en el universo pop, colocó a la música francesa en la modernidad, después de los desahogos sentimentales de la Piaf y compañía. Con François Hardy llega el tono mimoso e intimista que se hizo marca de la casa de un cierto tipo de canción francesa. Pop sencillo y doliente, con un toque existencial, arropado de ese toque chic tan francés, que resiste el paso del tiempo sin despeinarse.
Para muchos que vivíamos bajo cielos de esparto y amaneceres de ceniza, la Hardy representaba la melancolía de un mundo apenas atisbado en sus canciones, pleno de dulzura y sensibilidad. Con ella llegaba el tiempo del amor, de los amigos y de la aventura. Para nuestros celtíberos gustos era un ideal inalcanzable de modernidad y elegancia. Rodeados de canciones con tufo a eructo cervecero o a fritanga barata, ella pintaba de sol nuestras vidas con sus canciones.
Alejada de divismos y escentricidades, más allá de modas y gustos, su encanto sigue imperecedero. Ahora que retornan los cielos de estropajo, queremos refugiarnos en la chimenea de François, calentarnos con su leña, oír sus canciones y seguir soñando.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Amigo cadáver

La amistad es uno de los conceptos más empalagosos que existen, casi tanto como el amor. A cualquiera que saque el tema se le llena la boca de frases hiperbólicas sobre la grandeza de dicho sentimiento, lo que nos enriquece, lo que nos aporta, lo a gustito que se está con los amigos, lo que los echamos de menos cuando se van o lo que los echamos de más cuando vuelven. Después  todo son palabras, que con esta milonga fraternal lo único que buscamos es ver qué le podemos sacar al prójimo.
Pero no siempre es así. Hace poco dos colegas en los USA se fueron a casa de un amigo, y para su asombro, se lo encontraron palmera. No por ello cambiaron de planes. Agarraron el cuerpo  y estuvieron con él toda la noche de fiesta.
Primero se fueron a cenar. Como el finado no tenía apetito, lo dejaron en el coche de cuerpo presente. Después utilizaron su tarjeta de crédito para echar gasolina, comprar más comida y acabar la noche en un bar de striptease. Normal que la última farra corriera de su cuenta, que en el otro mundo de nada le iba a valer el dinero. Llegado el nuevo día, el muerto, que éste sí que estaba de parranda, volvió a su domicilio y los colegas avisaron a las autoridades para que le dieran de baja del censo.
Esto es amistad más allá de la muerte. Si los amigos están para las ocasiones, cual  mejor que cuando todavía no te ha pillado el rigor mortis para correrte una buena juerga sólo con los íntimos. Nada del muerto al hoyo y el vivo al bollo, aquí todos al lío que son dos días. A ver cuántos de esos defensores de la amistad verdadera se van con su amigo cadáver o llaman a la funeraria y se lavan las manos. Estos son amigos para siempre, aunque ahora los acusen de abuso de cadáver y algún cargo más, pero es que la verdadera amistad no siempre se comprende.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Superman atisba el fin

Ya se sabe que de tanto amagar que viene el lobo, acaba asomando el hocico. Lo mismo ocurre con el fin del mundo, que llega un día en el que al final ocurre una desgracia. Según los últimos cálculos exotéricos de posibilidades, el próximo 11-11-11 es una fecha propicia para un cataclismo. No sabemos qué tendrá ésta que no tenga el 12-12-12, perfecta para el mundo adocenado que padecemos, o el 13-13-13, cifra gafe por excelencia, tanto que por ahora ni se contempla en el calendario.
El caso es que si no fuera por la fotografía que acompaña el artículo este nuevo anuncio de Apocalipsis nos habría traído al fresco. Pero el ver al todopoderoso Superman, o Clark Kent, ciertamente desmejorado, rezando en la iglesia nos dice que la cosa está muy mal.
Signos del fin se ven casi a diario: un negro en la casa blanca, un notario a punto de entrar en la Moncloa, los griegos que no pagan y el Real Madrid que sigue de líder. No podían ir peor las cosas. Tal desaguisado no hay superhéroe que lo arregle, por mucho power que tenga. Aunque la verdad es que siempre se han dedicado a los malos de opereta. Nunca han podido nada contra la verdadera maldad, aquella que anida en los consejos de administración y en los despachos gubernamentales.
Pero ver al bueno de Superman rezando es para echarse a temblar. Si hay alguien que sabe de mundos terminales es él, que tuvo que salir por patas de Kripton. Pero acabar en este planeta pachangero es salir del fuego para caer en las brasas. Media vida batiéndose el cobre con Luthor, Brainiac, Bizarro y compañía para acabar en la iglesia de la esquina pidiendo sopitas.
Aunque igual todo esto no sea más que otra maniobra publicitaria de DC, que en el enésimo reboteo de su universo, quizás quiera atraerse a los lectores católicos, frikis donde los haya. Porque estarán de acuerdo que se necesita muchas más dosis de credulidad para leerse las batallitas de la Biblia que cualquier crossover de superhéroes, donde salvan en el último instante el conjunto de todas las realidades con un simple cambio de traje. En fin, que el día once saldremos de dudas.