lunes, 17 de enero de 2011

Vida y obra de San Flato I



Como tantos hombres preclaros, la biografía de Flato Vento, santo patrón de Ventorrillo, está llena de interrogantes, tanto para sus coetáneos como para nosotros. La fe y la leyenda, la historia y la maledicencia, el misterio y lo mundano son velos que nos impiden una clara visión del personaje, clave en la historia de Ventorrillo, y por ende, en la historia universal.
 Nació en la época más oscura de la edad media, el siglo VI, en la que al menos de boquilla los godos señoreaban la península. Pero en la práctica, un pueblo tan cerril como Ventorrillo quedó fuera de su  yugo, lo que permitió un florecimiento cultural nunca antes visto, favorecido por la escasa presencia que la iglesia católica tuvo en la zona. Prueba de esta intensa vida cultural es la instauración de las justas para sorber flanes, que casi con el mismo formato han llegado hasta la actualidad.
Las Timologías de San Gintonic son la principal fuente que tenemos sobre este periodo de la historia del Páramo. A pesar de sus  renglones torcidos y su malquerencia hacia la fe eólica,  gracias a este tabernero que en sus ratos libres escribía los anales del pueblo, disponemos de algunas referencias biográficas de nuestro hombre.  Así, en Flato confluyen dos de las más rancias estirpes de Ventorrillo: los Parco, de origen romano, comerciantes y mecenas, mundanos y disolutos;  y los Terco, iberos y artistas, amigos del buen vino y del mejor folgar. Pero Flato dio la espalda a sus genes, eligiendo el camino del ascetismo y de la introspección, o según San Gintonic ” un gusto malsano por tumbarse a la bartola y mirarse el ombligo”  Se cree que nuestro hombre nació una noche de viento de levante, lo que le marcó en su edad adulta hacia una continua búsqueda de la verdad, del origen de la razón primera.
Desde su adolescencia se dio cuenta de que tanto él como sus convecinos estaban poseídos por la música misteriosa que manaba de las entrañas de la tierra, del dédalo de cuevas cantarinas sobre el que se asienta el pueblo. Y que era el viento, venido desde cualquier parte, el que se colaba por los resquicios, grietas y galerías para generar la música secreta que confería al pueblo su forma de ser, altiva, montaraz e imprevisible.
No bien cumplidos los veinte, dispuesto a descubrir los secretos del aire, se encaramó a lo más alto de una columna, y allí pasó como estilita los siguientes veinte veranos con sus inviernos, para que su cuerpo, batido por todos los vientos, se hiciera uno con el aire y poder aprehender sus misterios. Con una estricta dieta a base de alubias cocidas y lombarda fermentada, hizo que su cuerpo generara ventosidades sin número. Estas flatulencias, al unirse con el aire que le rodeaba, producía una comunión mística, y los más íntimos anhelos y efluvios de Flato se diluían en la corriente vital del mundo. Allí, en continua meditación y penitencia, al pairo de todos los vientos, una noche de vendaval  y tormenta vio la luz, aunque coetáneos suyos dijeran que el rayo que le dio de lleno le hiciera perder la poca cordura que le quedaba.
Sea como fuera, desde aquella noche en que se produjera su epifanía, dejó la columna y se encerró en las cuevas de Ventorrillo, dispuesto a escuchar la misteriosa música que se escapaba por todos sus rincones, y a interpretarla y dominarla. Flato creía que si manipulaba la manera en que el aire silbaba entre las galerías subterráneas, si iba templando el sonido que abducía a los del pueblo, se haría con el poder del aire en movimiento, y tendría las voluntades de todos a sus pies. Aquí fue donde nuestro hombre empezó a labrar su leyenda, en la que seguiremos ahondando la semana que viene.

4 comentarios:

Poyatos dijo...

Conmovedoras las andanzas que llevaron a Flato a la inmortalidad!!

también quisiera saber si existe algún tipo de relación inversa entre el hábito de expulsar gases de Flato y la carpetovetónica tradición de las justas para sorber flanes.

esperamos ansiosos nuevas entregas de la vida ilustre de este insigne de Ventorillo polígono comercial.

tachán.

Anónimo dijo...

Este hombre probablemente equivocó el planteamiento: tal vez, con un mínimo de conocimientos técnicos, orientando adecuadamente la orientación de los gases, podría haber descubierto la propulsión a chorro. Tal vez ese sea el verdadero principio físico de la levitación.
En cualquier caso es de agradecer que alguien como usted nos ilustre sobre el personaje, ya que en la Wikipedia no hay ni una mínima mención a él.

Chafardero dijo...

@ Poyatos:
Es público y notorio que en la succión de flanes estos pasan del estado semi sólido al gaseoso gracias a un ágil tránsito intestinal. Es una de las reglas de oro de la fe eólica: entregar al hermano aire los alimentos que la tierra nos brinda.

Chafardero dijo...

@ Paseante:
Según las crónicas, una embajada goda que pasó por las cercanias de la columna donde S Flato se entregaba a sus cavilaciones fue víctima de una plaga de tabardillo. Así que nuestro hombre sería el inventor de la guerra biológica, que lo de la propulsión a chorro era demasiado moderno de aquella.