viernes, 21 de septiembre de 2007

La Guerra de las pelotas



Verdadera pugna de filántropos tenemos, Audiovisual Sport y Mediapro, que hasta hace dos días se repartían el mercado televisivo del balompié, andan a la gresca por quedarse como únicos gallos del corral. Los de Audiovisual nos cuentan que siguiendo con el sistema que regía hasta ahora, los clubes de fútbol tienen garantizados unos ingresos con los que podrán seguir el tren de fichajes que llevaban. Desde luego, no estaría bien que los esforzados deportistas no pudieran seguir comprando ferraris o los presidentes atracando el yate el Puerto Banús. Pero en Mediapro enarbolan la bandera del fútbol gratis total, argumento convincente como pocos. Esto es a grosso modo, que los pormenores ya son para hacer un master en economía, jurisprudencia y puñaladas traperas. Lo importante es que las dos empresas luchan por el bien del deporte rey, porque la señal televisiva inunde hogares y bares para solaz de las masas, ansiosas del último patadón con rosca de Ronaldinho, la carrerita porcina del Guti o la filigrana atocinada de Villa.

Pero el sufrido hincha, que ya tiene bastante con los disgustos que le da el club de sus amores, encima ahora anda en vilo por no saber si el partido del siglo de esta semana será gratis en diferido, en directo pagando, en diferido pagando a plazos o gratis pero un mes después. Si lo podrá ver en casa mientras gruñe la parienta por no poder ver La Noria, o en el bar de abajo agarrado al cuba de Cacique mientras vocea contra la actuación del trío arbitral coreado por los compis del curro y el vecino del quinto. Triste sino el del hincha, incomprendido por sus directivos, vapuleado por defensas zoquetes, desquiciado por delanteros sin puntería y ahora puteado por las teles.

Estando en periodo pre-electoral , extraña como ningún partido haya propuesto ya el nacionalizar el fútbol, que se dieran todos los partidos gratis, por la Primera, y se acabó el problema. Pero el futbolista, que ya de natural corre poco, en su nuevo estatus de funcionario igual tendía a correr menos todavía.

CCC es partidario de fórmulas tradicionales pero de efectividad comprobada. El que quiera ver fútbol que vaya al campo; los demás que peguen la oreja al transistor y pongan un poco de imaginación mientras un lisérgico locutor les va contando lo que pasa. “Pelaez roba el esférico en el medio campoooo, dribla a uno dos tres defensores y pasa a Von Torphon, que corre la banda y levanta la cabezaaa, ve desmarcado a Pepinho y se la pasaaaa, éste le mete el codo al central y se hace paso hasta frontal de área!!!!, pasa a Bisojez que se libra del porterooo!!! , tira yyyyyyyyyyyy…….fuera!!!!, la ha tirado fuera, pedazo de animal.” Y cada uno se imagina de qué manera ha metido la anchoa, y después, ya pasado el sofoco, se ve el resumen del partido en la tele y se coteja con lo que suponíamos. Con este sistema se consigue que los aficionados a este deporte tengan un mínimo de actividad cerebral, se evitan contubernios en las tascas, revitalizaríamos la mustia radiodifusión y dejarían de dar la murga esas dos empresas de nombres tan horribles.

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