miércoles, 8 de agosto de 2007

Real Posado



Quiero acallar esas voces insidiosas que no hacen más que malmeter contra nuestros monarcas y su real familia. Prueba de lo duro que es su papel, de lo sacrificado y abnegado de su función, es el trabajo al que se han sometido ayer, posando para los medios de comunicación.
Hay que tener unos nervios muy templados y una gran disciplina para acometer tal labor sin desfallecer. De hecho, algún borboncillo quiso pegar la espantá, pero fue reconvenido por su serena Majestad. Robándole tiempo al ocio, dejando la vela sola y casi sin comer, allí estaban a pie firme para que todos tengamos una instantánea de tan magno momento. Y nada más y nada menos que durante más de veinte minutos estuvieron posando, algo que pasará a los anales.

Poco que ver con lo que padecían antaño, cuando en vez de cámaras era el pintor de cámara el que tenía que retratar a toda la recua real. Buen ejemplo es la familia de Carlos IV de Goya, donde al primer golpe de vista se aprecia la catadura de los Borbones de turno. Un francés comentó del cuadro que parecían la mujer del pastelero y su familia. Posiblemente hoy le hubiera caído un buen paquete por tan desconsiderada observación.

Pero tenemos una monarquía del siglo XXI, moderna, dinámica, deportiva y comprometida que nada tiene que ver con todos sus antecesores, y si no cotejen ustedes mismos. Don Juan Carlos con ese aire afable y bonachón que da el haber hecho todo lo que ha deseado en esta vida. Doña Sofía, vital cual órgano de Colegiata. Don Felipe, al que de vez en cuando se le atisba en la mirada un brillo de inteligencia. Y que decir de Doña Elena y su riquísima vida interior, o de Doña Cristina, mujer de su tiempo, independiente y urbana. Y sus ilustres parejas, Iñaki el deportista de élite, la felina Leticia y el sufrido Marichalar, siempre marcando tendencia, ya sea en capas o en foulares.

Dejaremos para otra ocasión a los más pequeños, que vienen pegando fuerte. Solo felicitar a la infanta Sofía, que comienza sus primeras vacaciones a cargo del erario público. Confiemos en que no sea por mucho tiempo.

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